Lo práctico
En primer lugar, quisiera contaros un poco la organización del viaje. El viaje lo organizamos a través de la agencia Outnord Travel, con Kari y Lionel al frente. Hay que decir que en este caso aplica lo de “a la tercera va la vencida”, dado que en dos ocasiones anteriores intentamos montar este mismo viaje y por razones diversas al final no pudo ser. La agencia cuenta con un lodge espectacular en Henningsvaer, un pueblecito precioso de pescadores repartido en varios islotes. El lodge sirve de base de operaciones y alojamiento para un grupo de 6 personas, y en otra casa adyacente alojan a un segundo grupo. En nuestro caso, al final no completamos un grupo, sino que éramos tan sólo tres personas, pero Kari hizo un experimento, alquilando un apartamento precioso para nosotros en el mismo pueblo, a unos 200 metros del lodge.
Los viajes que organizan son en modalidad todo incluido, e incluyen guía, traslados desde y hasta el aeropuerto de llegada, comidas (con un chef catalán que prepara platos riquísimos basados en materias primas locales), guía de alta montaña para el grupo, alojamiento y el vehículo en el que te desplazas por Lofoten durante la estancia. Adicionalmente, tienen un barco precioso con el que organizan un programa más exclusivo, en el que, en lugar de trasladarte en furgoneta hasta los lugares de inicio de las travesías, lo haces en barco. Esta modalidad te permite acceder a lugares mucho más aislados sólo accesibles por mar, por lo que la probabilidad de encontrarte sólo y hacer rutas sin tocar se incrementa considerablemente. Como resumen diría que ofrecen un servicio de alto nivel.
Aunque nosotros estábamos en el programa “normal”, dos días tuvimos ocasión de usar el barco pagando un suplemento, y sin duda mereció la pena. No son viajes baratos, pero la calidad de los servicios, la atención al detalle y el conocimiento del medio son extraordinarios, por lo que los recomendaría sin dudarlo. Y en nuestro caso tengo que agradecer especialmente a Kari su flexibilidad para acomodar nuestro “medio grupo” y hacer posible esta aventura.
El viaje en si requiere de un día completo. En nuestro caso, a la ida hicimos cuatro vuelos Bilbao-Frankfurt-Oslo-Bodo-Svolvaer, y desde allí un traslado de media hora hasta Henningsvaer. A la vuelta el plan era desplazarnos hasta Narvic en furgoneta (unas tres horas de viaje), y volar la ruta Narvic-Oslo-Frankfurt-Bilbao, es decir, tres vuelos. Y digo que ese era el plan, porque perdimos la conexión en Oslo y nos recolocaron en un vuelo a París y de allí a Bilbao.
Lo bonito
Comentados lo temas logísticos, vamos con lo interesante. Por fin estamos en Lofoten!! Las islas Lofoten presentan un entorno increíble para la práctica del esquí de montaña. Son una serie de islas unidas por puentes y túneles, con carreteritas que habitualmente discurren por el borde del mar. La orografía es súper accidentada, con un montón de fiordos y con montañas que arrancan del borde del mar y se elevan alrededor de 1000 metros en vertical, con estructuras rocosas bastante agrestes. Sin embargo, entre las formaciones rocosas se forman infinidad de valles, vaguadas y canales esquiables que hacen que durante un paseo por las islas no pares de decirte: “por ahí ya subiría” o “vaya jartada de canal, seguro que alguno ya habrá ido por ahí”…
Durante el viaje, la rutina ha sido básicamente saltar del pijama a la ropa de esquiar, y de la ropa de esquiar al pijama. Todos los días comenzábamos el día desayunando en nuestro apartamento las cosas ricas con las que nos surtía la agencia. La estrella del desayuno, sin duda, han sido las tostadas de aguacate y salmón. Yummi! Sobre las 8 u 8.30 nos venía a recoger la guía con la furgoneta, y para allá que nos vamos.
Cuatro de los días la aproximación al punto de arranque la hicimos con la furgoneta, y en los dos restantes utilizamos el barco para llegar a dos fiordos no accesibles desde la carretera.
Aunque en ocasiones puede surgir algún contratiempo
Cada día hicimos ascensiones de unos 1000 metros de desnivel, aunque varios días tuvimos también unos cuantos kilómetros de desplazamiento en llano, bordeando un fiordo o por encima de un fiordo a un lago helado. En todos los casos, esa parte de la salida fue también un placer.
Por supuesto, todo esto lo hemos hecho en compañía de una guía de alta montaña, la gran Miriam Marco. La vida está llena de casualidades. Yo tenía referencias de Miriam por los reports de Miriam, ManuelIV y compañía, y de haber visto una entrevista suya una vez en la televisión. Pero resulta que tres semanas antes de ir a Noruega nos apuntamos a un fin de semana organizado por Ternua en el valle de Arán. En el evento se organizaron diferentes actividades guiadas por deportistas patrocinados por Ternua, y nosotros nos apuntamos al grupo de esquí de travesía para iniciados. Aunque nuestro guía era Iraitz Ezkergain, dado el mal tiempo y las delicadas condiciones de la nieve, terminamos juntándonos los dos grupos de travesía para iniciados, y resulta que la guía del otro grupo era Miriam, así que por fin la conocimos en persona. Pues nada, para el viaje de Lofoten en principio íbamos a tener otro guía, pero un percance familiar la víspera de iniciar el viaje hizo que Kari y Lionel tuvieran que buscar un sustito de emergencia. Y a quién consiguieron? Pues a Miriam, a la que pillaron poniendo lavadoras después un viaje a Bulgaria… con Carme y compañía! 😂
Así que en dos horas Miriam estaba en el aeropuerto de Barcelona, camino de Lofoten y prácticamente sin ropa ni equipo! Vaya crack! 😂
Habitualmente, tras la esquiada volvíamos a casa ya bastante tarde, entre 6 y 7, por lo que tan sólo teníamos tiempo de ducharnos y a cenar las cosas ricas que preparaba el chef, Marcel.
En cuanto al tiempo y las condiciones de nieve, creo que hemos tenido mucha suerte. Uno de los días estaba bastante cerrado y nevando a ratos, en otro justo se nos cerro el rato que llegábamos a la cumbre, y los otros cuatro días estuvieron despejados o con nubes dispersas que no molestaban. A nivel de viento, algún día soplaba moderado en las cumbres y se hacía un poco molesto, pero ningún día nada insoportable.
Y en cuanto a la temperatura, creo que tuvimos una semana claramente más fría de lo normal en esta época. En todo momento estuvimos bajo cero, y en un punto concreto llegamos a tocar los -20 en la travesía de un lago helado. Un par de días pasamos frío, sobre todo en las manos, pero nada terrible. Y a cambio la calidad de la nieve ha sido espectacular. Y hay que tener claro que estas condiciones no están ni mucho menos garantizadas. A pesar de estar dentro del círculo polar Ártico, Lofoten es una zona relativamente templada, y no es descartable que incluso te llueva. Pero por otra parte estás en el Atlántico norte, pero muuuy al norte, y cuando hace malo, puede hacer muy malo.
Dicho todo esto, aquí os van unas cuantas fotos de la zona. Con buen tiempo, el espectáculo visual es de primera. Montes escarpados, laderas nevadas que descienden hasta el mar, fiordos y lagos… como una imagen vale más que mil palabras...
Dada la apretada agenda diaria, el poco apreski que hemos hecho ha sido visitar un día una sauna con su correspondiente baño en el mar con el agua a cuatro grados y tomar una cerveza un día en un bar local en Henningvaer. Y más vale que fue sólo una, porque al precio que cotizan…
Un último atractivo de desplazarse allí arriba es la posibilidad de ver las auroras boreales. Esto también es una tómbola, porque tiene que coincidir que haya actividad de tormentas solares y que durante la noche esté despejado. Pues nos tocó! Y encima, con la ubicación del apartamento, mirando al norte a una zona con poca luz artificial, las pudimos ver desde el salón de casa tranquilamente!
En resumen, ha resultado ser un viaje memorable. Lo primero, buena compañía (gracias chicas!). Lo segundo, buena organización (gracias Kari). Lo siguiente, destino espectacular (gracias Dios o quien sea que diseñara esta parte del mundo!). Y por último, condiciones perfectas (gracias Thor, señor del clima!!).
