Cada año miles de esquiadores pasan por los centros médicos de las estaciones de esquí. En marzo de 2018 Radio Huesca difundía que en el Pirineo aragonés atienden una media de 7.500 personas por temporada.
Y hace diez años, en el Pirineo andorrano, las cifras no eran muy diferentes. Según publicaba el digital Bondia, la temporada 2012-2013 cerró con un total de 9.776 accidentes.
El perfil de los accidentados era muy variado: casi un 25% de los accidentados tenía entre los 26 y los 35 años, un 18% tenía entre 12 y 17 años y un 17% entre 18 y 25 años. Las caídas fortuitas representaban algo más del 80% y las colisiones entre esquiadores un 6%.
Según datos de la citada Radio Huesca, se calculaba que cerca de seis millones y medio de esquiadores pasan por las pistas españolas, y la media resultante era de 60.000 accidentes. Y la pregunta que muchos nos hacemos: los accidentes, igual que nos lo planteamos en el caso de la circulación por carretera… ¿Se podrían evitar?
Cuestión de civismo y prudencia
Los accidentes de esquí, por caídas fortuitas o por colisión con otros esquiadores, continuarán ocurriendo, básicamente porque en los dominios esquiables nos movemos miles de personas cada fin de semana en un espacio de tiempo y de terreno delimitado. Que ocurran colisiones o caídas solo es cuestión de tiempo.
Y que asumamos actitudes imprudentes únicamente depende del carácter de cada uno de nosotros: si somos cívicos, muy difícilmente ocasionamos accidentes e incluso será difícil sufrir uno. La prudencia nos alerta de la actitud de los otros y tomamos medidas de precaución.
Más y mejor información
Cuando visitamos una estación de montaña, en principio todo está, o debería estar, bien segurizado. Así, lo habitual debería ser que en cuanto entramos en un dominio esquiable, lo hagamos bien asesorados gracias a la información que facilita la estación, por una parte, y por el interés que nosotros mismos debemos tener cuando nos disponemos a subir a un remonte.
Desde los medios de comunicación en todas sus formas, o incluso desde nuestro teléfono móvil, podemos saber con información bastante precisa en qué condiciones nos encontraremos una estación de esquí. O debería resultar bastante fácil.
Así, antes de subir a pistas podemos consultar partes de nieve en los medios de comunicación, en la web de la estación, mediante aplicaciones específicas en el smartphone, situación real gracias a las webcams con vista a pistas en directo…
Y una vez en el dominio esquiable encontraremos rótulos informativos con el estado de la nieve, señales de peligro donde los hubiere, lonas que indican hielo en la pista o con poca nieve, avisos de entrada en zona de debutantes, banderas de riesgo de viento o avalanchas, cruces de pistas en los que habrá que prestar atención…
En principio, todo ayuda a que si seguimos la norma de la prudencia y nos ceñimos a lo permitido, y estamos bien informados, no deberían ocurrir accidentes graves. Pero acaban ocurriendo. ¿Por qué?
La responsabilidad de las estaciones
Después de algunos accidentes en las estaciones de esquí en los años 80, 90, e incluso a inicios de los 2000, estas últimas han incrementado las medidas de seguridad hasta niveles razonables.
Aunque a día de hoy no existe una normativa oficial de seguridad, o una ley del esquí que ponga negro sobre blanco sobre las obligaciones y derechos de estaciones y usuarios, lo cual es muy necesario por qué daría garantías a todas las partes, sí que existen dos documentos a tener presentes: las directrices FIS para los esquiadores y snowboarders, de seguimiento internacional, y una especie de normativa aprobada por ATUDEM que intenta poner luz en el asunto por parte de las estaciones. Pero en caso de conflicto, ambas son orientativas y posiblemente referentes, pero no son determinantes ante un juez.
Y mientras tanto, todo se rige por las buenas intenciones y por, supuestamente, intentar dar ciertas garantías a todas las partes. Así, a día de hoy, a nadie le extraña ver cómo después de una buena nevada, los responsables de seguridad de una estación cierran durante horas, o incluso días, algunas pistas y remontes que dan acceso a zonas receptoras frecuentes de aludes y avalanchas.
Sobre el terreno, las estaciones deben garantizarnos la seguridad de los trazados desde varias perspectivas. Los cañones de nieve tienen que estar protegidos con colchones amortiguadores.
La misma o similar tipología de protección debe ser aplicada con las pilonas de los remontes o en los extremos de los paravientos. Son elementos externos a la naturaleza que requieren tener más atención que, supongamos, un bosque de robustos pinos o grandes piedras que se sitúan en los bordes de un trazado.
De las estaciones también esperamos que nos garanticen nieve en condiciones en su superficie. Y por supuesto, no esperamos encontrar nieve mármol en la casi totalidad de una pista abierta al público, ni tampoco manchas marrones en medio de una pista, sin siquiera señalizar debidamente. Tampoco esperamos que nos inviten a esquiar por una pista al borde de un precipicio sin contar con las debidas redes de amortiguación o que nos priven de caer a toda velocidad por una pendiente helada sin elementos de freno alguno.
¿Y cuándo empieza nuestra responsabilidad como esquiadores?
Cuando subimos a esquiar se supone que cada uno de nosotros lo hace de una forma responsable, cívica y prudente. Nadie tiene pensado ir a hacerse daño a sí mismo, ni tampoco provocar daños a alguna otra persona. Se supone, repito.
En resumen, queremos ir a pasarlo bien, disfrutar de la montaña y la naturaleza, practicando un deporte, o de una forma de actividad, de ocio y de socialización fantástica. Creo que hasta aquí estaremos todos, o casi todos, de acuerdo.
Pero, ya se sabe, siempre está el atrevido que, aun estando cerrada una pista o barranco no esquiable, se adentra en ella, o aun entrando en un cruce de pistas o en una zona de debutantes, sigue deslizándose a altas velocidades. Si provoca un daño por impacto contra otro esquiador, la responsabilidad será suya.
Hay otras imprudencias, como lanzarse por una pista roja GoPro en mano sin prestar atención a otros usuarios. Si alguna cosa sale mal, casi seguro que va a ser el responsable del daño que vaya a provocar a otro usuario.
O por qué no, es cuestión de tiempo la colisión entre un esquiador foqueando por el medio de una pista con alguno que se desliza pendiente abajo. Solo falta la coincidencia en un cambio de rasante para que suceda.
También en el caso de los esquiadores que foquean fuera del horario de apertura al público en las estaciones de esquí, y es igualmente cuestión de tiempo que ocurra un accidente con las pisanieves que trabajan con cable. Y será un accidente grave, con toda seguridad. Aunque las estaciones advierten de sus trabajos con señales informativas o luces intermitentes, entre otras medidas preventivas, hay que evitar siempre los dominios esquiables de una estación en horario no abierto al público.
Otro caso en el que se hace urgente que se instaure una norma o ley que ponga orden y claridad es cuando existe un conflicto sobre la propiedad de la montaña. Habría que estudiar estación por estación, sobretodo en los casos en los que dentro de una estación hay varios sectores y varios propietarios.
Dirimir responsabilidades
En resumen, las responsabilidades en los accidentes entre esquiadores, ya sea por caídas fortuitas, o por la omisión de no garantizar la seguridad por parte de alguna estación de esquí, acaba sucediendo que algunos accidentes entran en los juzgados.
Apenas hace unos días en el apartado de noticias de Nevasport se hacían eco de una sentencia judicial por un grave accidente en una estación andorrana, cuando un esquiador chocó contra una esquiadora en una pista verde (ver notícia en este enlace).
Como sucede en toda sociedad civilizada y supuestamente ordenada y responsable, después de un accidente cualquier víctima siempre se plantea/nos planteamos, si la colisión, caída o accidente, habría sido evitable. Y aquí empieza la batalla que puede ser difícil y larga para dirimir las auténticas responsabilidades.
Y en caso de conflicto grave por colisión entre esquiadores o por fallecimiento de un esquiador consecuencia de un impacto, quizás contra algún elemento natural o de procedencia humana (cañón de nieve o pilona sin colchón para amortiguar impactos, etc), puede que el accidente también llegue a un juzgado.
¿Cuándo acaba la responsabilidad de una estación en la resolución de un conflicto y cuando el asunto pasa a los cuerpos policiales?
Mientras el conflicto y accidente no es grave, todo puede resolverse por la vía del diálogo a través de los pisteros que atienden a los accidentados, sirviéndose de los seguros contratados de rescate y poco más.
Sin embargo, cuando el accidente o la colisión es grave e incluso hay heridos o víctimas mortales, se hace necesaria la intervención de los agentes de montaña de los Mossos d’Esquadra, que en el caso de los Pirineos de Huesca o Sierra Nevada, u otras estaciones, sería la Guardia Civil de Montaña o agentes de la Policía Nacional adscritos a la comunidad autónoma en la que se localiza la estación de esquí.
¿Y cómo debemos actuar en un accidente grave?
En caso de accidente grave es imprescindible exigir la presencia de agentes seguridad y de los pisteros de la estación. Y es muy importante que tomemos fotografías del lugar de la colisión o accidente y pedir a los testigos que puedan haber visualizado lo ocurrido que permanezcan en el lugar de los hechos hasta la llegada de los agentes o los pisteros.
Será básico que puedan realizar un informe de la situación, o lo que es lo mismo, una diligencia preventiva si hay señales de algún tipo de negligencia, ya sea por parte del esquiador que ha colisionado con nosotros, o por falta de medidas de seguridad por parte de la estación.
A partir de aquí ya podemos dar por hecho que el accidente se judicializará, pero todos debemos ser responsables de nuestras acciones, ya sea por irresponsabilidad en nuestra conducta, o por negligencia en la acción de terceros.
La prevención y seguir las directrices FIS, una buena forma de salir ileso
Visto lo visto, queda claro que cuando subimos a pistas es bueno tener bien aprendidas algunas cuestiones antes de subirse a un remonte o de entrar en una pista balizada.
El primero es tener contratado un seguro de mínimos para rescates.
El segundo y más importante; actuar con civismo y prudencia y tener bien presentes las directrices de conducta FIS.
Y el tercero. Quizás habrá que plantearse contratar un seguro de responsabilidad civil.
Sobre esta cuestión, también en Nevasport se publicó esta noticia y que invita a pensar que más pronto que tarde se aplicará en nuestras estaciones. Notícia: En Italia obligan a tener un seguro para esquiar.
Si seguimos estas tres cuestiones, podemos esquiar más tranquilos por nuestra parte, disfrutando de la montaña y con la tranquilidad que, difícilmente, vamos a provocar o sufrir un accidente. Eso sí, el riesgo 0 nunca existe, ni en la montaña ni en la ciudad, pero no por ello vamos a dejar de conducir un vehículo, ir en bicicleta o esquiar.
Dejo dos enlaces que pueden ser de vuestro interés:
Síntesis de derechos y responsabilidades esquiador/estación de esquí.
Vídeo directrices FIS para escolares.
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