La culpa, una artrosis de cadera que me invalidaba casi hasta para caminar sin ayuda de bastones. Menos aun pensar en seguir esquiando. De hecho, la vuelta a casa estaba condicionada por visitas a traumatólogos y toma de decisiones en cuanto a actuaciones encaminadas a reparar el daño.
Y llegó el Covid19. Al principio, incertidumbres, luego duras realidades. Cancelación de todo tipo de consultas médicas, urgente viaje a Madrid para acompañar en esos momentos a mi madre, muy mayor y que se quedaba sola. Confinamiento en Madrid, mano a mano entre ella y yo durante casi tres meses y replanteamiento total de vida, como le ha tocado a cada uno de nosotros.
Cuando por fin regreso a casa, a principios de junio, retomo los temas médicos, con mucho miedo por tener que andar de hospitales, con las dificultades que para la vida diaria tenemos todos desde entonces, pero con la tranquilidad de que, viendo lo que se viene venir, al menos, si hay que perder una temporada de esquí, esta 2020/21 será la mas adecuada, con la que tenemos encima minimizaremos daños.
Y a principios de julio me hacen la reparación de chasis, una prótesis de cadera en cuyo proceso todo fluye (como diría Carolo, al que he consultado varias veces a lo largo del proceso y le agradezco infinitamente los ánimos y consejos) por los cauces adecuados. Y a esperar y recuperar el movimiento. No voy a contar todos los pasos, pero baste decir que fueron mas rápidos y fáciles de lo esperado, y transcurrió el verano entre muletas y bonitos a la brasa con la tranquilidad que se podía esperar mientras uno ve que se cae el mundo que conoce.
A los tres meses del paso por taller, me dice el traumatólogo que va todo adecuadamente. Es el momento de preguntar por el esquí, y, de momento, ni si ni no sino todo lo contrario. Hago notar que el médico que me atiende es esquiador (y forero, aunque se prodiga poco) y tampoco descarta la posibilidad de volver a la nieve, pero si me dice que cuanto mejor esquiador es el paciente, menos riesgos tiene de problemas al esquiar. Y yo no soy un gran esquiador, me divierto, me defiendo, pero sigo con las carencias del que ha empezado muy mayor y lleva poco tiempo. Así que no tengo todas conmigo. Mas bien, ninguna.
Va empezando la temporada y se suceden acontecimiento aquí y allá que cada vez dejan mas claro que este año en nada se va a parecer a otros pasados. Cierra Italia, cierra Francia, restringen Austria, queda Suiza, solo a ratos, y lo que pueda haber por España, pero en los alrededores, no se puede salir de la comunidad de residencia, en algunos casos, ni del municipio.
La autocaravana, esta Jamoneta desde la que escribo estas lineas y que tan buenos ratos (algunos menos buenos también) nos dio el pasado invierno, me mira en la puerta de casa reclamando atención y nieve alrededor. Y yo la miro, añorando aquellos momentos en Dolomitas, en Austria, aquel rato final de jamón y sidra en Port del Comte, con la cara del que no tiene ninguna convicción en que eso se pueda repetir, al menos a corto o medio plazo.
Por fin llega la nueva visita al médico. Han transcurrido siete meses desde la operación, el pobre doctor ha sufrido la enfermedad de moda, lo que ha aplazado este momento mas de un mes, y espero expectante su veredicto. Las fotos de rigor para ver la consolidación de la prótesis y ¡¡Albricias!! las noticias son las mejores, esto está perfecto, puedes esquiar con mucho cuidado, una caída no es nada conveniente, tomalo con mucha tranquilidad, se muy consciente... Pero puedo, al menos intentarlo y comprobar como me encuentro.
Y llega la segunda parte. Por fortuna, tenemos en Asturias dos estaciones de esquí, pequeñitas pero resultonas. La mala fortuna hace que Fuentes de Invierno lleve inaccesible desde principios de año por una avalancha que mantiene cerrado el puerto de San Isidro, vertiente asturiana, y que además se llevó por delante la vida de dos trabajadores de obras públicas que precisamente estaban realizando las labores de limpieza. En Pajares, única disponible, parece que hay ciertos problemas de aforo, métodos de control y venta de FF, en resumen, un caos organizativo que hace complicado acceder, además de sus ya tradicionales problemas de nieve.
Para rematar, tenemos cierres perimetrales en múltiples concejos, incluyendo este en el que moro o habito, así como los dos que tienen en su territorio ambas estaciones. Por fin se abre el puerto y Fuentes es también accesible, con lo que puede repartirse entre ambas la masa esquiadora. Y además, permiten a los deportistas federados acceder a ellas, sin requerir que sea para competición o entrenamientos específicos. Se van abriendo puertas.
Momento de decidir. ¿Me atrevo a intentarlo? ¿Empujo esa puerta entreabierta y me lanzo a la nieve? Pues si. Primer trámite, federarme. Cumple la doble función de poder superar los cierres y proporcionarme un seguro que cubre la actividad. La modalidad “C: Esquí-Ocio” cubre perfectamente mis necesidades en ambos sentidos. Dicho y hecho, todo el trámite, incluyendo la recepción de la tarjeta federativa, a través de Internet en menos de veinticuatro horas.
La segunda parte, la compra y reserva de forfait a través de las varias webs. Primero las estaciones y luego las reservas, cumplida con dificultades varias por ser todo el sistema un experimento reciente debido a las circunstancias, y que sigue presentando varias carencias. Pero también supero el obstáculo, y me encuentro el viernes veintiséis de febrero con mis forfait y reserva de cupo para sábado y domingo, la tarjeta de la FDIPA y, lo mas importante, La Jamoneta pertrechada debidamente, incluyendo, por supuesto, su jamón.
Instalado en la zona de autocaravanas de Fuentes de Invierno, estación donde no solo no nos ponen pegas, sino que tenemos espacio reservado, aun sin servicios, Me voy reencontrando con el ambiente que no soñaba poder disfrutar esta temporada. Autocaravanistas esquiadores, alguna charla con una cerveza a pie de casitas móviles, todo ello con las pertinentes medidas de distancias y barreras que el momento requiere, claro, pero al final, posible.
Aparece el conforero, convecino y compañero errante Pablogüeb con su familia, su chiquitín se inicia en curso y club de esquí. Primeros pasos del jamón en el camino de su conversión en hueso para el pote del Abuelo Carver. Y luego una noche casi en blanco.
Por la mañana, amanece un día espectacular, sol radiante, fresco, la nieve brillando y los remontes comienzan a moverse. Me equipo. Primeros pasos, literalmente. No puedo describir las sensaciones de poder, de nuevo, moverme sin dolores y con soltura. Algunas pequeñas cosas cotidianas, como vestir las prendas propias de la actividad, se habían convertido en los momentos finales de la pasada temporada, en una verdadera tortura que hacían que las ganas de esquiar se diluyeran antes de empezar como azucarillo en agua fresca.
Así que vestido y pertrechado para la ocasión, emprendo el camino a pistas feliz y contento, al tiempo que un tanto atemorizado ante lo que pueda encontrar.
Por la mañana, amanece un día espectacular, sol radiante, fresco, la nieve brillando y los remontes comienzan a moverse. Me equipo. Primeros pasos, literalmente. No puedo describir las sensaciones de poder, de nuevo, moverme sin dolores y con soltura. Algunas pequeñas cosas cotidianas, como vestir las prendas propias de la actividad, se habían convertido en los momentos finales de la pasada temporada, en una verdadera tortura que hacían que las ganas de esquiar se diluyeran antes de empezar como azucarillo en agua fresca.
Así que vestido y pertrechado para la ocasión, emprendo el camino a pistas feliz y contento, al tiempo que un tanto atemorizado ante lo que pueda encontrar.
Hasta ahora, he vuelto a caminar con normalidad, a poder subir y bajar escaleras, a olvidarme de bastones y muletas, pero...¿esquiar? Me subo en los esquises, me impulso hasta la entrada del remonte, funciona el FF (yo tenía mis dudas) De momento, todo se desarrolla convenientemente. Subida en la silla, salida y primeras sensaciones. ¡¡Magnífico!! ¡¡Puedo esquiar sin problemas!! Opto por la tanquilidad y paciencia.
Primero, la zona de debutantes, pistas cortas y sencillas, cinta y percha, mucha tranquilidad.
Bajadas por la larga Llana´l Fitu, verde, ancha, sencillita, poca pendiente para ir probando como me desenvuelvo en los primeros giros. He vuelto a ser el que era, un mediocre esquiador sin dolores. Ahora, coger confianza e ir desvaneciendo miedos es la meta. El mayor de ellos es el de una caída que pueda afectarme a la reparación. Pero voy superando los momentos con suficiencia. Me acompaña Pablogüeb durante un rato, lo que agradezco mucho, pero sus objetivos en este estupendo día están muy alejados de los míos y nos separamos con cita posterior alrededor del jamón.
Eso si, al cabo de un par de horas, me empieza a pasar factura mi crónica falta de forma forma física y exceso de masa. Problemas a ir corrigiendo cara a una próxima temporada. Pero ya me he autorizado una subida de nivel, y pruebo la azul Entresierras, con sus zonas estrechas y sus mayores (nada del otro mundo, pero si para mi en este momento) pendientes.
El sol hace mella en la nieve, así como el paso de esquiadores, y se van haciendo montoneras blandorras que cada vez me dan mas miedo, por la posibilidad de enganchón y revolcón, cosas que de momento no me puedo permitir. Unido a las circunstancias de forma antes mencionadas, decido dejar la nieve en este punto de euforia, antes de tener que lamentar algún percance.
He disfrutado, me he divertido y he superado este escalón que, hasta ahora, veía como un muro.
Vuelta a la autocaravana, y me doy a la segunda actividad en orden de importancia en cualquiera de mis momentos en la nieve. Cortar jamón. Otro reencuentro.
Con la llegada de Pablogüeb,acompañado de El Cilurnigo, se abre la barra de cervezas y disfrutamos de uno de esos impagables ratos apreski, que se prolonga en una comida por invitación de la familia Pablogüeb a un arroz con cosas francamente rico.
Cierre perfecto para una jornada que no esperaba que sucediera hasta dentro de muchos meses son unos traguitos de Stroh, del “suave” eso si, que dan un sabor austríaco al fin de fiesta.
Plácida tarde-noche, reposo, asentar sensaciones y emociones, algún rato con los compañeros errantes y a dormir soñando con muchos mas días como este.
Segundo día, han desaparecido algunas incertidumbres, y repito prácticamente el mismo plan de tranquilidad, suavidad, y pistas verdes y azules. Bajadas compartidas en este caso con Zaskandila, forera que no conocía hasta ahora y que rápidamente se incorpora tras el esquí al ritual jamonero habitual.
Por la tarde, me despido de Pablo y familia, que vuelven para casa, y yo me quedo para repetir el lunes e ir rematando unos primeros días de esta temporada que no iba a suceder.
La meteo me lleva la contraria, y amanezco el lunes rodeado de una capa de nieve nueva y con las nubes abrazando la montaña.
Poca visibilidad, escaso relieve, enorme miedo a estas condiciones. Espero a que el puerto pueda quedar libre de nieve para volver a casa, ya he decidido dar por terminado este primer asalto dadas las circunstancias. Espera obligada, por otra parte, porque no he cambiado las ruedas y no llevo neumáticos de nieve. Mal hecho, pero el primer sorprendido por las circunstancias he sido yo.
Y vuelta a casa sin penas, es mas con la inmensa alegría de saber que esto puede ser posible y poco a poco volveré a disfrutar como solía.
Segunda etapa. Dos semanas mas tarde, y a pesar de que cuelgan la estación el cartel de “No hay billetes”, encuentro a última hora del viernes plazas libres, y reservo para el domingo. Reinicio el sábado a la tarde la subida a la estación con la Jamoneta y llego a última hora de la tarde. No son muy halagüeñas las previsiones, y somos pocos los allí establecidos en nuestras viviendas portátiles.
Efectivamente, tras una noche de lluvia, amanece el domingo nevando, de nuevo con escasa visibilidad, nubes bajas y, al parecer, la nieve muy húmeda y enganchona. Digo al parecer porque no llego a probarla, tras las primeras informaciones por parte de Pablogüeb, que, naturalmente no se pierde una y está instalado justo a mi lado (bueno, me instalé yo al suyo, que ya estaba allí cuando yo aparqué) Así que dedico el día a adecuar la autocaravana, que andaba descuidada desde los pasados viajes, y a repasar detalles menores. Sin mas transcendencia que las relaciones públicas, distancias y protecciones mediante.
El lunes ya es otra cosa. De nuevo luce el sol, la nieve, en su punto.
Durante un rato muy bien, luego se va complicando, con la respuesta por mi parte de otros días, dejarlo. Pero puedo permitirme varias bajadas aprovechando todo el desnivel, incluso alguna pequeña incursión en pistas “rojas asequibles”, como diría Mesié Lacruá. Me acompaña parte de mi jornada el conforero Sesentay, y en el rato posterior se unen sanmartin y a tonioviedo, con los que no conseguí coincidir en pistas. También conozco, un poco a la carrera, a nanoski, que marcha camino del trabajo, pero me reconoce al cruzar el parquin y quedamos para un futuro encuentro mas reposado.
Volvemos a montar la tertulia nevasportiana en torno al jamón y las cervezas cuando bajan Sesentay, sanmartín y tonioviedo. La cosa se alarga, de nuevo disfruto de las risas y la camaradería del foro, otro feliz reencuentro casi inesperado.
Martes dieciséis, otro día disfrutado, los temores se van transformando en precaución, el miedo en responsabilidad. Algún pequeño revolcón me ha ido dando, paradójicamente, mas seguridad, voy dándome cuenta que puedo proteger las zonas mas sensibles sin darme cuenta. Vuelvo a encontrarme con algunos de los compañeros de días anteriores, bajadas con Zaskandila y sanmartin, y ratito apreski al que se suman nanoski, Sesentay y Su Santa Esposa. Una estupenda jornada, de nuevo. Me repito, pero es que cada día me ha sabido a gloria, y no se callármelo.
El miércoles hay programado un test de esquís por parte de Megasport, importador de Dynastar y Rossignol (excepto para Cataluña) y Telesquí, tienda, alquiler y taller de la zona, situada en El Pino, junto a Felechosa. Ya conté esto en el foro y report, me limito a poner alguna foto para ilustrar el momento.
Para mi, con el día mas caluroso y la nieve menos “glamourosa”, se acaba pronto la jornada. De nuevo las precauciones hacen que no me atreva a seguir y jugar con esas condiciones poco favorables a evitar la caída tonta que me puede fastidiar mas que un único día.
Y este es el final de esta temporada de cinco dias de escaso esquí, que en cualquier circunstancia parecería un año casi a olvidar, pero que en las mías particulares, y sumando las generales de la maldita situación en que se encuentra el planeta, será algo que siempre recordaré como uno de los pasos mas importantes en mi vida de esquiador.
Por eso he decidido narrarlo, compartirlo, hacerlo público. Como de costumbre, otra parrafada contando mi vida.
Quiero mencionar expresamente a todos los foreros con los que he podido compartir ratos en estos breves días de nieve, y que me han acompañado en bajadas y risas, en los remontes y en el jamón y las cervezas. Y también en algún momento de duda, que han existido. Esta vez si puedo nombrarlos a todos, empezando por Pablogüeb, esquiador errante, autocaravanero de pro, y además vecino de esta misma villa en la que habito, y siguiendo por todos los que he conocido o reconocido en estos días, El Cilurnigo, Sesentay, sanmartín, Zaskandila, nanoski,tonioviedo (al que si conocí hace tiempo en La Mongie, en el primer viaje de El Iglú) y Luis, que no participa en el foro pero si lo lee y reconoció Jamoneta y casco de lunares, acercándose a charlar un rato.
Y finalmente, un curioso compañero que me encontró en uno de los paseos vespertinos y se acopló a mi lado hasta que obtuvo su ración de jamón, como todo el que pasa por esta humilde vivienda portátil.
Gracias a todos por la compañía en estos días. Y como siempre, pero no voy a dejar de mencionarlo, a Nevasport por ayudar a encontrarnos. La KDD Virtual del pasado fin de semana ha sido el empujón para decidirme a contar estas cositas.