
En el Reto 33 Estaciones, en el que ya estamos en la recta final, hemos visto ya casi todo el dominio esquiable en la Península. Y a veces nos empieza a costar encontrar alicientes y elementos diferenciales. En Port del Comte ha sido fácil.

Creo que somos muchos los que disfrutamos esquiando entre árboles. Y ya hemos encontrado varias estaciones que nos ofrecen calles arboladas. Pero, hasta ahora, no habíamos visto un bosque tan grande como el de Port del Comte.
“Nuestros puntos fuertes pueden ser la cercanía a Barcelona (1:40 en coche) y que tenemos una de las zonas de debutantes más grandes de Cataluña”, nos dice Albert Estella, director de Port del Comte. Sin duda son dos puntos fuertes, pero a mí lo que me ha encantado es el bosque. Está por todas partes y no paras de bajar entre árboles. Encima hemos tenido suerte (y paciencia) y hemos encontrado la estación a tope de nieve y recién puesta. Así que, después de “inspeccionar” todas las pistas azules y rojas abiertas, hemos disfrutado bajando por las palas negras, repletas de nieve virgen y sin grandes riesgos ni dificultades.


Albert Estella aprendió a esquiar en Port del Comte con tres años, su padre trabajó aquí y él empezó como pistero. Hoy dirige Port del Comte con una presión enorme: es una de las contadísimas estaciones privadas que quedan en Cataluña. Rescatadas por la Generalitat Vallter 2000 y Boi Taull, son tres las excepciones que quedan: Baqueira, Masella y Port del Comte. Sobrevivir con el esquí, sin contar con ayudas a cambio del impacto económico en la zona (de cada 100 euros gastados en esquí, sólo 20 llegan a la estación) es casi un milagro.


Y Port del Comte está pasando un año muy difícil, pues en esta parte del prepirineo el invierno ha sido especialmente dulce y seco. Costaba incluso encontrar la ventana térmica para hacer nieve. Pero este final de temporada está siendo espectacular y la estación está preciosa. Nos hemos quedado sin visitar la zona más alta, Estivella, la más técnica, que sólo abre los fines de semana. Pero nos ha sobrado bosque por el que perdernos una y otra vez, tanto en pista como fuera de ella. “Entre semana mantenemos abierta sólo la zona de mayor explotación y la que tiene los remontes más modernos. Estivella es la zona más técnica, para esquiadores más expertos”, nos informa Estella. Sin embargo, no es que lo que encontramos de estación sea precisamente “plano”. En los sectores abiertos, Donado y Sucre/Bofia, hemos encontrado palas que seguramente serán “interesantes” con nieve dura.



Las novedades de este año se ciñen a trabajos de esos teóricamente “poco visibles” para el esquiador, aunque de ellos depende todo. Por ejemplo, la revegetación veraniega de las pistas, o aumentar el número de empalizadas. Son medidas para que la nieve no se escape en una zona que está sufriendo. El precioso Solsonés, el prepirineo catalán leridano, ha tenido un invierno primaveral hasta mediados de febrero. Más primaveral que las estaciones más al Norte, en el Pirineo, que también han sufrido mucho.



Con 41 años de tradición, un buen dominio (oficialmente 50 kilómetros) y un bosque espectacular, Port del Comte resiste gestionando con mano de hierro y con muchas actividades anexas. También existe un gran plano en las alturas donde está previsto pisar una pista de esquí de fondo (donde podrá entrenarse a 2.000 metros de altura). Y lo que nos alcanza la vista es también un paraíso para el esquí de montaña, que tiene itinerarios propios, compartidos con las raquetas y bien señalizados.
