En el título del reportaje tenéis una pista para entenderlo. Otra pista es que Pascual se refería a las risas que nos echábamos al esquiar los densos bosques de abedules que –casi invariablemente— nos tocaba cruzar en nuestras excursiones.
Aquí está precisamente Pascual, precedido por Jochen, al inicio de una de esas rutas:
En la ladera del fondo se aprecia bien la altura y la densidad que alcanza la franja de abedules, que hay que atravesar a la ida y a la vuelta.
Y aquí los otros integrantes de nuestro grupo (con la excepción del fotógrafo, claro), Miriam (nuestra guía, de la que hablaré luego), Marina, Violeta, Chema, Marta y Carme. Mayoría de chicas, ¡y qué chicas! ¡Qué esquiadoras!¡Qué cracks!
A la subida no había problema; era una maravilla pasar por ahí. Y si te dabas media vuelta veías paisajes como estos:
Pero, las bajadas… ¡ay, las bajadas! Las bajadas por el bosque, casi a nivel del mar, con la nieve podridilla, los abedules con una enojosa tendencia a la obstaculización, cuando no a moverse con la aviesa intención de interponerse directamente en tu trayectoria; las bajadas eran otra cosa. Había que procurar no pasar con un esquí a cada lado del árbol y eso me remite de nuevo al jeroglífico de Pascual. A Chema eso no parecía preocuparle especialmente:
Yo, en cambio, no las tenía todas conmigo. Aquí me veis, con la cámara colgada de un mosquetón, esquiando el bosque más bien a la defensiva:
El paisaje va haciéndose más y más imponente a medida que se gana altura. Casi siempre con vistas sobre el mar:
La bolsa que llevamos colgando Violeta y yo es la de las cuchillas, que Miriam nos hacía llevar a mano cuando veía que la pendiente aconsejaba asegurar las vueltas maría colocándolas de forma preventiva. Miriam nos enseñó a ayudarnos unos a otros para poder colocar las cuchillas y quitar las pieles sin tener que soltar las fijaciones. Muy práctico en las cimas, cuando perder un esquí que desliza ladera abajo puede significar un problemón.
Una de las cosas que me gusta de la travesía es que los fotógrafos no van asfixiados por la presión del grupo. En las subidas, porque cuando el desnivel es grande y hay mucho tiempo para subir, nadie tiene demasiada prisa.
Y en las bajadas, porque con lo que ha costado subir, se trata de paladear cada curva. Y las palas que nos encontrábamos invitaban al disfrute, desde luego.
Y ya que hablo de bajadas, aquí van unas cuantas fotos de algunas de las que hicimos:
Miriam:
¡Qué maravillosa guía ha sido Miriam! Siempre con una sonrisa, transmitía una sensación de confianza en sí misma que infundía un montón de seguridad:
Carme:
Violeta:
Chema:
Jochen, esquiando en la primera, y haciendo fotos en la segunda:
Marta:
Marina:
Pascual:
Y yo:
Para cerrar las fotos de esquí, aquí están Miriam, Marina y Marta, al ataque. Me gusta mucho esta secuencia:
Para cambiar algo de las fotos de esquí, aquí van unas pocas de paisajes:
Algunas de las fotos de este reportaje son de Pascual, Jochen y Chema. En lo que a mí se refiere, me he vuelto con más de 1000 fotos de las que he escogido aquí unas pocas que espero que os gusten.