Valdesquí, la nieve de Madrid
Es realmente un milagro de la gestión milimétrica. “Hemos pasado años realmente duros, al límite, incluso alguna temporada no hemos abierto. Y esta temporada estábamos cerrados hasta la gran nevada de mitad de febrero”, nos cuenta Agustín Ramírez, director de Valdesquí y más de 30 años dedicado a la nieve.
A diferencia de la “experiencia vintage” de Navacerrada, de la que hablaremos pronto, Valdesquí cuenta con buenos medios. Maquinaria suficiente. Y nos ha sorprendido gratamente la cordialidad del personal en todos los remontes. Aún no entendemos cómo es posible pasar de 8 a 100 empleados en plena temporada, de la noche a la mañana. Profesores, pisteros, remonteros, maquinistas… La estación vive en estado latente con ocho profesionales y subcontratas para mantener la estación en verano y se coloca en Defcon 2 en invierno para abrir en cuanto llega la nieve. Nieve del cielo, y en abundancia, porque no pueden abrir dos pistas y cerrar a los dos días. Eso les llevaría a la ruina.
Así que conociendo las penurias del Sistema Central y su climatología cada día más dulce, Valdesquí se mantiene desde el Día de Reyes de 1972 por su facilidad de acceso, su milimétrica gestión de recursos y, sobre todo, porque es “la nieve de Madrid” como se publicita. Tiene a cientos de miles de esquiadores potenciales de día a menos de una hora, y que sólo tiene que repartir con la escasa oferta de Navacerrada (y con La Pinilla, a poco más de una hora).
Valdesquí no tiene árboles, aunque sí laderas históricas como la que cae de la Bola del Mundo. Y vistas al Parque Nacional de Guadarrama, dentro del que se halla como si fuera una isla. Entre sus ventajas está que se trata de una finca privada y vallada en su acceso, lo que impide encontrarse en la pista a plastiqueros, peatones o trineos. Sólo hay esquiadores y surfers. Estos últimos tienen un remonte propio diseñado para ellos y un pequeño snowpark.
“Podemos mantenerlo todo, pero no podemos ampliar, aunque la finca es tres veces más grande de lo que utilizamos. Pero estamos dentro del Parque y, además, hay que medir muy bien los esfuerzos económicos en relación a lo que luego podríamos ofrecer”, añade Agustín Ramírez. “Somos una estación muy controlada y muy segura. Por la configuración de nuestras pistas, puede disfrutar todo el mundo, sobre todo los que quieren iniciarse. Aquí no hay pérdida, todo está a la vista y todo confluye en la entrada”.
Entre las novedades de este año está que si adquieres cuatro forfaits de día por Internet, te reservan automáticamente una plaza de parking en la puerta, para que puedas venir cuando quieras. Si no tienes plaza reservada y no madrugas, a Valdesquí se puede venir en tren hasta Cotos, o aparcar allí, y después hay un bus lanzadera.
Aparte del precio del forfait, cuyas razones quedan claras, sólo nos falta en Valdesquí alguna pista negra o algo de emoción en los fuera pista. Pero hay que conformarse con tener nieve y 22 kilómetros de pistas muy bien pisadas a menos de una hora de Madrid. Siempre que el cielo nos regale nieve para nuestro deporte, lo cual cada día es más aleatorio en el Sistema Central.