Un final feliz - 22 de Abril en San Isidro
Nada mejor para despedir (esta vez de verdad) la campaña oficial de esquí que una buena sobredosis de adrenalina como la que se obtiene haciendo la última bajada del año por la estrecha, pendiente y complicada pala del Embudo, una de esas cosas que todo esquiador que se precie debe de hacer al menos una vez por temporada
Encaramarse en la punta del pico Agujas, aunque visto desde lejos puede parecer algo muy complicado, en realidad no lo es tanto. Basta con salir del telesilla de Requejines, subir esquís al hombro haciendo una diagonal –se tarda 10 ó 15 minutos- hasta la pala de la Antena y luego ya sólo queda escalar el último tramo desde allí hasta la cima del Agujas –media hora yendo despacio- para llegar a la entrada de la llamada pala del Embudo.
En el primer bloque de imágenes se puede ver al pico Agujas saludando a los que llegan a Cebolledo, un aspecto de la subida hasta la pala de la Antena y la rampa de salida de la mencionada pala -a la que renunciamos atacar para llegar a la del Embudo- desde donde se tiene una panorámica espectacular conjunta del Agujas, el Torres y el Toneo, tres de los más altos techos de la cordillera cantábrica.
Dejamos atrás la Antena y cuando nos disponíamos a iniciar la dura escalada final, divisamos a lo lejos a CaminOrca y a AlmadeOrco, dos cracks del esquí extremo que pronto nos adelantaron a Orcotore, a mi, a otro aventurero que también subía al Embudo y hasta a un avión que pasaba por allí.
Orcotore y yo seguimos a nuestro cansino ritmo, agarrados a las rocas y clavando las botas en las cotollas para llegar a la cima donde ya nos aguardaban los otros tres integrantes de la cuadrilla del día.
Nos pusimos los esquís, meditamos un poco sobre la grandiosidad de la naturaleza y la pequeñez de la condición humana, y sin más dilación ni reflexiones filosóficas AlmadeOrco encendió los motores y atacó sin piedad el primer tramo de la empinada pala.
Luego bajé yo, para situarme tras las seguras espaldas de AlmadeOrco desde donde pude sacar unas cuantas fotografías del emocionante momento.
CamonOrca no paró ni para respirar y dándonos una lección de arrojo y valentía descendió a velocidad de vértigo de un tirón toda la pala.
Tras ella seguimos el resto: Aventurero solitario, Orcotore, AlmadeOrco y yo, que osado de mi me atreví a seguir la línea recta marcada por mi predecesor AlmadeOrco en el estrechamiento del Embudo, adquiriendo tal velocidad al salir lanzado desde ese pasillo que cuando quise girar acabé hundido en el blanco manto, dando una espectacular vuelta rodada digna de una competición de Freestyle fruto de la cual mi cacharrería electrónica (reloj y cámara de fotos) quedó seriamente dañada (la cámara tiene fundida la pantalla y al reloj se le paró la hora en ese instante mágico. Ahora cuando miro la hora siempre son las 12 y media…).
Un final feliz, digno y cargado de adrenalina para cerrar la temporada 2006/07. Sólo quedó darnos el abrazo de despedida de cada año.
¡Hasta la próxima!