La montaña abierta ante nosotros, nada que la limite, nada que interrumpa nuestra bajada. Sólo nosotros, nuestro equipo, la nieve y el mundo de sorpresas que sin duda nos deparará un territorio totalmente nuevo; todo lo demás estorba.
Esta es la sensación que cualquiera que haya practicado Freeriding habrá sentido. Una modalidad que pone al límite la capacidad física y los conocimientos de cualquier snowboarder.
Y es que ésta es, posiblemente, la forma más pura de snowboard, una pureza en la que radica sin lugar a dudas su éxito.