Fue hace un año que el marido de Sieglinde Schopf subió a la estación de esquí de Ischgl, en el Tirol austriaco, desde donde el coronavirus se propagó como la pólvora a Europa en marzo de 2020. Unas semanas después murió de covid-19.
Sieglinde se acuerda de cómo abrazó por última vez a Hannes, un esquiador austriaco de 72 años con quien estaba casada desde hacía casi cinco décadas. Según explica a la AFP esta mujer septuagenaria, que todavía tiene remordimientos por haber animado a su marido a ir a esquiar,
"Mi mundo se derrumbó. No puedo perdonarme, porque al final lo envié a la muerte"
Al no permitirse las visitas familiares a los enfermos de covid-19, Hannes murió solo en la habitación de un hospital en las afueras de Viena.
Sieglinde Schopf acusa, junto a otros demandantes, a las autoridades austriacas de negligencia por haber tardado en reaccionar cuando se detectaron los primeros casos. Pese a una primera alerta el 5 de marzo, los esquiadores siguieron juntándose en los remontes y celebrando fiestas en las estaciones de la región.
Ocho días después, el canciller conservador Sebastian Kurz decretó un confinamiento local (uno de los primeros en Europa) y pedía a los miles de turistas que se fueran de Ischgl , lo que, según las víctimas y sus familiares, desató la catástrofe.
Sieglinde alertó entonces a su marido, periodista jubilado. Según ella, se vio expuesto al virus durante la evacuación de las instalaciones, entre el pánico y el caos. Su caso tenía que ser examinado por la justicia a principios de abril, pero la vista fue aplazada al 17 de septiembre debido al confinamiento, según la asociación de consumidores VSV, que reúne todas las demandas, procedentes sobre todo de Austria y Alemania. Esta viuda reclama una indemnización de 100.000 euros
Por ahora, otras nueve personas acusan al Estado austriaco por las mismas razones. Es la punta del iceberg de un dosier que concierne a más de 6.000 personas de 45 países, advierte el responsable de VSV, Peter Kolba. Ya están surgiendo nuevas demandas de Holanda, Reino Unido o Suiza.
"El espectro de los perjuicios es muy amplio", añade, empezando por el fallecimiento de 32 personas hasta los efectos de larga duración de la enfermedad, como problemas respiratorios, cardíacos, digestivos y psicológicos.
Una comisión de expertos ya mencionó en octubre fallos de las autoridades, tanto a nivel local como federal. Cuatro responsables locales, entre ellos Werner Kurz, el alcalde de Ischgl, son objeto de una investigación por
administración intencionada o por negligencia de enfermedad transmisible que afectó a la integridad física o psíquica de otros".
Lejos de los problemas judiciales, la estación de Ischgl intenta recuperar su fama de "la Ibiza de los Alpes". Este invierno, las 12.000 camas de la estación quedaron vacías porque los responsables decidieron no abrir después de Navidad, pese a la autorización del gobierno. Andreas Steibl, responsable del comité de turismo, afiirmó a AFP que,
"Ahora, para nosotros, la principal prioridad es la salud. Hemos aprendido del año pasado"