La magia ha durado poco. Apenas dos días estuvo abierta la estación de esquí Sierra de Béjar-La Covatilla, solo el viernes y el sábado pasados y con poca afluencia de esquiadores, y ya el domingo se tuvo que echar el cierre porque las lluvias caídas arrastraron la poca nieve que había caído e impedía la práctica del esquí y el snowboard.
Pero la peor noticia no llegaba el domingo, sino ayer mismo, cuando ya con el macropuente encima las previsiones no cambiaban y la estación seguía igual:
cerrada.
Solo se libran de este cierre
la cafetería y la tienda, que atenderán a aquellos que se acerquen a las inmediaciones de La Covatilla para jugar con la nieve que hay en los alrededores o disfrutar del paisaje de invierno, pero las pistas están cerradas en su totalidad, y así permanecerán a menos que haya un cambio drástico en la climatología. El alcalde de Béjar, Alejo Riñones, lamentaba en conversaciones con
El Norte Castilla,
«No hay ninguna previsión de abrir, hay muy poca nieve y no se puede ni pisar, porque se hace barro, así que ni pensar en esquiar. En Béjar hay ahora mismo 13 grados, allí arriba habrá algo menos, pero no es suficiente tampoco para que hagamos nieve con los cañones, porque saldría solo agua».
Mientras tanto, los propietarios de los negocios hosteleros (bien sean bares y restaurantes como hoteles, hostales y casas rurales) miran con la misma desesperación que el alcalde al cielo y esperan que se obre el milagro que traiga el ‘oro blanco’ y les deje tener una buena temporada, permitiéndoles olvidarse del desastre del año pasado, algo que parecía superado con la pronta apertura de la estación de este año que se ha visto truncada por la aparición de las lluvias.
Y lo peor es que la situación
no parece que vaya a cambiar, puesto que los próximos días las temperaturas van a rozar los diez grados de máxima, pero solo los menos dos de mínima, y sin precipitaciones. Unas condiciones que serían ideales para esquiar, pero no para la aparición de la tan ansiada nieve.