El Slálom es quizás el último bastión amateur que quedan en los Juegos Olímpicos modernos y profesionalizados en los que corredores como Ivica Kostelic y Ted Ligety compiten contra otros con nombres difícil de digerir como Kane Sucharitakul de Tailandia o el excéntrico veterano de 55 años, Humbertus von Honenlohe. ¿Porqué sucede esto?
Para poder participar en unos Juegos Olímpicos, los corredores deben estar clasificados por encima del puesto 500 del ranking mundial de la FIS para la disciplinas en la que quiere participar. Una norma que esquiadores mexicanos o tailandeses raramente conseguirán, pero el COI permite que si un país no tiene a un solo corredor que cumpla con esta normativa, aún pueden enviar a alguien si ha participado en un mínimo de 5 carreras FIS quedando por encima del puesto 140. Por eso estos corredores se recorren los Alpes un mes antes de los Juegos, buscando cualquier FIS Race que le permita cumplir la norma. Si se entrena un poco y busca la carrera adecuada, seguro que puede acabar entre los 140 primeros... SI finalmente logra ajustarse a esas normas, entonces puede participar en los Juegos Olímpicos.
Naturalmente estos corredores se lo pagan todo de su bolsillo, y sus respectivas federaciones, que en el 99% de las veces han montado ellos mismos para poder ir a los Juegos no pagarían nunca un billete a alguien a quien no va a ver mas que su familia.
Esta posibilidad solo puede hacerse en el Slálom Gigante y en el Slálom. Esto es para prevenir que estos corredores acaben mutilados o fallezcan empotrados contra una valla o un arbol lejano de la pista, al verse superados en un endiablado Descenso al tomar altas velocidades.
Y así, en todos los Juegos Olímpicos la lista de participantes en el Slálom es la más larga de todos los eventos y la encontramos llena de orgullosos entusiastas y verdaderos amateurs, ilusionados por poder volver a casa diciendo que... han sido olímpicos!! Solo en los recién clausurados Juegos de Sochi participaron casi 120 corredores, de los cuales mas o menos la mitad no lograron llegar a la meta.
De todos ellos el rey, bueno, el Príncipe, es Humbertus Von Honenlohe. Lleva desde los Juegos de Sarajevo paseándose por las pistas olímpicas. Tan solo faltó a la cita de Turín porque no pudo clasificarse, y a la de Salt Lake City porque la Federación Mexicana no le dejó ir, quizás harta de que fueran el protagonista gracioso del Slálom. Pero en una vuelta de tuerca el aristócrata logro convencer a su federación, que si bien no optaba a medalla, si podría promocionar al país. Así que ni corto ni perezoso en Vancouver se hizo hacer un mono de bandolero mexicano, y para la cita rusa ha participado de Mariachi, "si no se puede ganar, al menos ser elegante" comentó pocos días antes al Today Show de la NBC norteamericana.
Perdió la estabilidad de un esquí nada más comenzar la bajada del sábado, siendo incapaz de acabar la carrera. "Me siento bien" dijo, lo cual es comprensible, teniendo en cuenta que llevaba un traje de temática mariachi. "me esforcé lo que pude, me hubiera gustado llegar abajo, pero es lo mejor que pude ofrecer" afirmó, para decir a continuación, "honestamente, era un trazado muy difícil, estoy contento porque al menos al no clasificarme no tengo que volver a bajar por ahí". Toma espíritu olímpico!
Humbertus se ha ganado un puesto entre el rey de los frikies del Slálom, y alguien al que el resto de amateurs admira tras haber participado en seis Juegos Olímpicos. Desde luego se ha gastado una fortuna que no todos tienen y por eso en general participan una vez, para ver su sueño cumplido. Por eso el slalomista con la mejor historia de Sochi lo encontramos en el joven de 19 años Yohan Carlos Goutt Gonçalves, quien esquió para Timor Este, siendo además el primer esquiador de la historia de este joven país, el primero que se independizó este siglo. Afincado en Francia, su madre nació en Timor Este. Al llegar a Rusia su clasificación mundial era la 2.263º del mundo en esta disciplina. Aún así publicó en su Facebook una foto de la carta que recibió del Presidente de su país, animándole a que se lo pasara lo mejor posible en su participación, "disfruta de tu día y ve lo más rápido que puedas" Bonito detalle!.
Pese a que la FIS permite que estos esquiadores menos conocidos participen en unos Juegos Olímpicos, no les hace ningún favor. Se ven obligados a esquiar al final de todos, cuando la pista está ya destrozada por los mejores corredores, y no tienen ni una posibilidad de ganar una medalla. Por si esto fuera poco, el trazado de este año estaba peor que nunca por culpa de las altas temperaturas que se han registrado en Sochi. Como resultado, aquellos corredores de la cola, que decidieron salir más discretamente sin hacer una carrera agresiva, lograron mejores resultados, por el simple hecho de haber llegado al final, más lejos que los que realmente salieron en serio a ver si sonaba la flauta, pero acabaron estampando sus huesos contra la valla al son de esa nieve de pescadería porque la que ya estaban descendiendo.
Antes de comenzar los Juegos, Yohan Carlos Goutt Gonçalves dijo a la prensa que él ya sabía que no iba a terminar primero, pero que tenía un amigo llamado Samir Azzimani que participó en Vancouver representando a Marruecos, quedando en el puesto 44, "me encantaría hacerlo algo mejor para dejar a Timor Este por delante de Marruecos!". Gonçalves bajó por la pista con la determinación de poder acabar. No arriesgó, y de esta manera consiguió llegar a meta... en el puesto 43!. Eso si, con u tiempo de 2:30.89, quedó a 49 segundos del lider.
Así que ya sabes. Si quieres participar en unos Juegos Olímpicos y tu federación no te deja, busca entre tu árbol genealógico si tienes algún pariente de algún país remoto sin federación. La montas, participas en cinco carreras de medio pelo, que sea FIS eso sí, procura quedar entre los 140 primeros y... voilà! tienes tu pasaporte a los Juegos de Corea del Sur. Oye, la italiana Alessia Dipol participó representando a Togo (porque su padre tiene allí una empresa que fabrica equipamiento deportivo). Sus facciones blancas no fueron suficiente para extrañar a nadie de que bajara con la bandera de un país lleno de negros donde la nieve mas cercana esté en la tele del bar del hotel más importante. Quedó 55ª del Slálom femenino, y se volvió a casa cumpliendo su sueño de ser olímpica.