El proyecto de interés general tan solo incluye la ampliación de Cerler por el valle de Castanesa y deja «en suspenso» el desarrollo de los otros tres sectores previstos, que se dejan para más adelante y deberán someterse a la preceptiva evaluación ambiental para cumplir el sueño del grupo Aramón de lograr el mayor dominio esquiable del país. El objetivo era lograrlo en 16 años, aunque la crisis económica imposibilitará cumplir los plazos de un desarrollo que requiere una inyección global de casi 400 millones de euros.
Los esfuerzos se centrarán en el denominado «dominio de Castanesa», que engloba un área esquiable de casi 55 hectáreas de superficie y que tendrá como principal atractivo la apertura de un nuevo acceso que acercará la estación a Cataluña, Francia y Levante. De hecho, a solo 15 kilómetros está proyectada la vía rápida que comunicará Lleida con el valle de Arán.
Para hacerlo realidad, se tendrán que invertir, al menos, 186,5 millones. Las actuales restricciones del mercado financiero para respaldar grandes proyectos, unidas al elevado endeudamiento del grupo Aramón, impondrán su ejecución por fases. Oficialmente, la documentación presentada por Aramón recoge la intención de hacerlo en cuatro años, pero los propios promotores son conscientes de que se necesitará más tiempo porque parte del dinero deberá salir del desarrollo inmobiliario asociado al proyecto.
El PAR pospuso la aprobación hace más de un año ante la cercanía de las elecciones y adujo que faltaba un trámite por parte de la Dirección General de Turismo, lo que congeló el objetivo de sus antiguos socios del PSOE de dar el visto bueno definitivo. Ahora, los aragonesistas gobiernan con el PP y han puesto punto final a las trabas: el director general de Turismo, el aragonesista Gonzalo Lapetra, estampó su firma hace solo unos días.
El grupo Aramón hizo con antelación sus deberes y presentó hace más de un año sendos documentos técnicos en los que justificaba el cumplimiento de las prescripciones impuestas por el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga) y por la Dirección General de Urbanismo. Así lo reconoce el propio informe redactado por la DGA, que detalla todas las adaptaciones, medidas preventivas y correctoras, restauraciones de los terrenos y planes de vigilancia exigidos de antemano en la declaración de impacto ambiental.
En la lista se incluye la eliminación de una pista de esquí y sus extensiones por ubicarse en áreas de calidad natural alta o muy alta, la modificación de otras para ajustarse a la orografía del terreno y la minimización de desmontes. También se han redimensionado las balsas de la Pleta Vella y Salses, necesarias para acumular el agua requerida para alimentar los cañones de innivación.
Aramón se ha comprometido igualmente a señalizar los cables de la telecabina de Fonchanina y cuatro de los remontes para evitar el impacto de aves. La integración paisajística se mejorará con el soterramiento de los cimientos de hormigón diseñados para sustentar «postes, señalizaciones, paneles y estructuras». Las medidas correctoras incluyen la futura construcción de una red de drenaje y un separador de hidrocarburos en los aparcamientos previstos en Benifons y Fonchanina.
Con estos cambios no se acabarán los ajustes, ya que el holding de la nieve también estará obligado a presentar sendos planes de restauración de los terrenos y de vigilancia ambiental, complementado con otro de difusión. Los proyectos constructivos requerirán de validación y, antes de todo, se deberán acometer las expropiaciones, cuya declaración de «utilidad pública e interés social» cuenta con el visto bueno de la DGA.
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