¿Casualidad, o existen factores objetivos? Según explican expertos en nivología y rescate de montaña, este invierno ha sido más propenso a estos movimientos de nieve "simplemente porque había más nieve". De hecho, ha sido uno de los tres inviernos con más precipitaciones (lluvia y nieve) desde 1947, después de los de los años 1978-79 y 1995-96. No obstante, también apuntan como determinante en el tema de accidentes "el factor humano". Paco Valero, responsable del grupo de rescate (Greim) de la Guardia Civil en la Comunidad foral, expone que,
Si ha habido más atrapados por aludes ha sido por eso, porque hay mucha nieve, pero también porque cada vez hay más gente en el monte, y que en muchos casos se aventura pese a las alertas por riesgo de aludes. El máximo nivel es 5, pero desde 3 ya no hay que confiarse.
Este año ha nevado mucho en el Pirineo, y también ha hecho mucho frío. La nieve caída evoluciona a lo largo del invierno, y no se puede dar una explicación única al hecho de que en un año haya más o menos aludes. Es un conjunto, una secuencia de aspectos: cuánto, cómo y cuándo ha caído la nieve, las pendientes de una zona, la transformación que va sufriendo la nieve, etc... y esta nieve acumulada va ganando peso conforme pasa el invierno. La densidad es uno de los factores que marcan el tipo de aludes y sus consecuencias.
Y es que frente a los 80-100 kilos que puede pesar un metro cúbico de nieve de tipo polvo y caída recientemente, que puede permitir sobrevivir con más facilidad en caso de alcance, la que lleva más tiempo puede llegar a la primavera pesando hasta 500 kilos por metro cúbico, al perder aire y ganar humedad. Éste es el tipo de nieve que tenemos ahora en la zona de Candanchú, y la que sobrevino el viernes a los montañeros accidentados. Si te pilla, lo más seguro es que fallezcas por traumatismos, por el golpe, y no por asfixia o hipotermia".
Fuera de pistas
Por su parte, Andrés Pita, responsable de comunicación de la estación de esquí de Astún, apunta que,
En las estaciones informamos y recomendamos de la situación y de qué se debe hacer, pero llegamos hasta ahí. No podemos poner vigilantes o puertas al campo. Nos compete la seguridad dentro de las pistas balizadas, pero la gente se sale. Los problemas suelen estar alrededor de los centros de esquí, en laderas no controladas.
Hay mucha gente que viene hasta aquí, donde tenemos parkings y servicios, para luego salir a dar una vuelta por el monte. Al parecer, les da cierta sensación de seguridad ver que tienen infraestructuras y gente cerca".
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