El esquí es un deporte que se practica sobre un hermoso manto blanco, aunque a veces tiene consecuencias muy negras para los aficionados. Uno de los casos más sonados de la temporada pasada fue el Albert Pérez, que
se desorientó mientras practicaba snowboard fuera de pistaS en
La Molina. Este joven de Mataró pasó una noche a la intemperie, aunque consiguió salir indemne gracias a que encontró una cabaña de pastores en la que refugiarse.
Otros esquiadores que se lanzaron fuera de las pistas no tuvieron tanta suerte y fallecieron por culpa de
los aludes. Es el caso de tres jóvenes vascos que en enero del 2008
murieron en
Formigal. Pero los accidentes no se limitan a las prácticas de aventura. Actividades aparentemente inofensivas como adentrarse en trineo en una zona no autorizada también puede tener consecuencias fatales. Un suceso así ocurrió en
Vallter hace dos años, cuando un joven colombiano de 24 años
se estrelló mortalmente contra un cañón de nieve en una zona que estaba cerrada.
Enric Serra, director de Vallter, aún recuerda lo sucedido y lamenta que aquel siniestro no haya servido para escarmentar a los temerarios.
«Hace poco localizamos a unos chicos que se estaban lanzando con plásticos por una pista cerrada. Les recordamos que ya había ocurrido un accidente mortal por esa práctica, y nos replicaron: ‘La montaña es de todos’».
Dar ejemplo
Pararse en mitad de la pista, sobre todo cuando hay poca visibilidad o un cambio de rasante, también puede acabar en tragedia. El pasado mes de marzo, una mujer resultó gravemente herida y
un hombre perdió la vida en
Boí-Taüll tras ser arrollados por un monitor que no pudo esquivarlos. Joan Alabau, director de la estación, explica que
ya no permite que los monitores bajen a gran velocidad por las instalaciones, y mucho menos que practiquen el fuera de pistas con el uniforme.
«Hemos de predicar con el ejemplo. Si los monitores quieren correr y entrenarse, les cierro una pista para ellos solos y asunto arreglado».
La mayoría de accidentes se producen por
colisiones en las zonas de debutantes y por deslizarse a una velocidad superior a la que permite el nivel del usuario. Unos choques que muchos esquiadores atribuyen a los practicantes de snowboard. Elisabeth, afirmaba indignada, que el pasado mes de diciembre tuvo que denunciar a los Mossos el comportamiento incívico de unos jóvenes.
«Esquiadores y snowboarders son incompatibles. Cuando vengo con mis hijos a La Molina me paso el día pendiente de que los niños no reciban un golpe. Todas las estaciones deberían tener un circuito separado para el snowboard, porque, además, si les dices algo no te hacen ni caso».