-No la hacíamos en el mar.
-Yo tampoco, desconocía por completo lo que es navegar pero me pareció una buena idea (se trata de apoyar la lucha contra el cáncer de mama) y como me gustan los retos decidí probar.
-¿Cambia de imagen mucho?
- Yo, no, ¿por qué?
-Del pelo rapado, melena...
-Lo del pelo rapado fue a causa de la enfermedad de mi hermano Paco. Me solidaricé con él y me rapé al dos. Muchos creyeron que yo también estaba enferma, pero no. Paco me llamaba la teniente O' Neil.
-¿La vida es un eslalon?
-Ese es el título del libro que escribió mi hermano pocos meses antes de morir. Sí lo es, hay que ir sorteando problemas (banderas o palos los llamamos en el esquí). Y la vida es así: vas cayéndote, levantándote, sorteando obstáculos.
-¿Muchos palos en su vida?
-Muchos, aunque hasta ahora no me puedo quejar, los estoy sorteando bastante bien, pero la vida es dura y te hace pasar malos ratos.
-Dos matrimonios y dos divorcios, ¿se quedó muy tocada?
-De mi primer marido soy muy buena amiga. Era mi entrenador y cuando acabé de esquiar un día le dije: 'Pero si realmente tú y yo no tenemos nada que hacer' y lo dejamos muy amigablemente. Con el segundo no, pero me dejó dos niños preciosos y no me puedo quejar.
-¿No quiere saber nada de hombres?
-Tuve una etapa de duelo en la que no quería saber nada de los hombres porque venía de una relación chunga pero ya me pasó.
-¿Sus hijos son esquiadores?
-Tienen 9 y 10 años y esquían muy bien los dos. Yo me encargué de que cogieran la afición pronto pero tanto mis hermanos como yo no hemos querido que nuestros hijos fuesen profesionales porque consideramos que es una vida muy sacrificada, muy dura y que a muy pocos compensa.
-¿Tan quemada acabó?
-En cierta forma, sí, aunque tengo que dar muchas gracias al esquí. Me ocasionó muchas lesiones y muchos disgustos. Cuando estaba a punto de ganar una medalla olímpica me caí: cuatro años preparándote para luego tener que volver a empezar... Pero me ha dado muchas satisfacciones y el hecho de ser hermana de Paco me abrió muchas puertas.
-¿Volvería a hacerlo?
-Volvería, pero me lo tomaría de otra forma.
-¿Se sintió explotada?
-Nunca. Siempre hice por llevarme bien con la Federación, que es con la que podría haber tenido algún problema. Cuando necesité cosas las pedí y me las dieron.
-Pero llegó a estar dos años sin entrenador.
-Sí, y al final me harté. Estaba con una chica que me llevaba a las carreras y no tenía ni idea de marcar un eslalon ni de entrenar. Era muy mona y me decía: 'Blanca, ¿mañana con quién quieres entrenar, con los franceses, con los italianos...?'. Y yo tenía que ir entrenando con un equipo, con el otro, casi pidiendo limosna. Hasta que me harté y fue cuando me pusieron de entrenador a mi hermano Juan Manuel. Vale que no tengas fisio, pero qué menos que un entrenador que te corrija... Repetiría, sí, porque siempre me gustó mucho el esquí y lo consideré mi vida, pero hay cosas que cambiaría. Ahora no hubiera esperado ni un minuto a pedir lo que necesito.
-Usted fue la única, ahora María José Rienda le ha adelantado.
-Sí, lo que pasa es que ha tenido muy mala suerte: se ha roto dos veces consecutivas la rodilla y yo no sé si va a poder llegar al mismo nivel que estaba. Es una gran esquiadora y la llamo mucho para darle ánimos. Es muy trabajadora, muy sacrificada, muy humilde.
-¿Le da consejos?
-Pues sí. Después de perder la medalla (porque estaba clarísimo que podía ganar ella la de oro en los juegos de Torino) lloró todo y más. Me recordó cuando yo me caí en Calgary, y le dije: 'María José, ya sé que has perdido una gran oportunidad pero estate tranquila porque te llegarán más. No bajes la guardia (quedaban dos o tres carreras todavía): las que ganaron están de festejos, las que perdieron es porque no estaban en buena forma y tú, que estabas en buena forma y no tuviste suerte, sigue'.
-¿Usted tenía psicólogo?
-Esa es otra. No lo tuve hasta un mes antes de los Juegos Olímpicos, cuando gané una medalla. María José sí tiene. Va con dos entrenadores, masajista, va con equipazo que no veas; son otros tiempos.
-¿Cambió mucho el esquí?
-Sí, en materiales, en equipos, en patrocinios y en ayudas mejoró mucho, y hay tejidos revolucionarios.
-Esquía desde los 8 años
-Sí, muy tarde; mi hermano Paco empezó con dos. No me gustaba nada: pasaba frío, me hacía pipí en las pistas... Mi madre, con tal de quitarnos de las faldas, nos metía en cursos de esquí y a mí no me gustaba nada. Pero nada, lo pasaba fatal. Y, además, me perdía siempre la serie de Pipi Calzaslargas, que me gustaba mucho. Lo odiaba, lo odiaba, lo que pasa que poco a poco le fui cogiendo gusto y cuando Paco ganó la medalla se nos metió el gusanillo a todos, los ocho hermanos esquiamos.
-¿España desdeña el talento?
-Se pierden las oportunidades. Quizá por falta de visión de futuro muchos deportistas no llegaron a donde tendrían que llegar.
-¿Su espontaneidad le juega malas pasadas?
-Sí, soy como mi hermano Paco, hablamos antes de pensar y a veces metemos la pata hasta el fondo.
-¿Prosperará Jaca como sede olímpica?
-Es posible, lo que pasa es que creo que les falta todavía un poquito de preparación a nivel de infraestructura para organizar unos buenos juegos.
Fuente: