El más impresionante alud en San Isidro que recuerdan los alleranos ocurrió hace medio siglo y arrasó por completo la central hidroeléctrica de Riofrío. Desde entonces no se ha repetido un suceso de tal magnitud, aunque tampoco ha pasado invierno sin avalanchas en zonas de la carretera del puerto como el mirador de Zubillaga, Los Areneros o la Campa la Faya. El riesgo es evidente para los miles de personas que utilizan la carretera del puerto para disfrutar del esquí en la Cordillera. El Ayuntamiento de Aller ya ha advertido de la situación a la Administración regional. Las barreras de protección que se colocaron hace tres años se han revelado insuficientes para contener las avenidas y, además, están vencidas por la nieve.
Hace unos días se produjo el primer alud de cierta importancia de la temporada en la carretera del puerto, que, por tal motivo, estuvo cerrada durante casi catorce horas. El suceso ha encendido las alarmas y vuelve a poner de manifiesto la necesidad de tomar medidas para evitar una tragedia que ya estuvo a punto de producirse el año pasado, cuando varios vehículos se vieron afectados por importantes avenidas de nieve en la zona de Riofrío.
Aunque el Ayuntamiento de Aller ha encargado un estudio detallado de la situación a la Dirección General de Seguridad Pública, ya dispone de un primer plan de intervención redactado por Ángel Rodríguez Saavedra, «pister» de la estación de San Isidro que tiene una amplia formación en materia de tratamiento de aludes tanto en Andorra como en Francia. Su propuesta está basada en provocar pequeñas avalanchas controladas en puntos concretos de la montaña con el fin de prevenir grandes avenidas. Se trata de un sistema que se ha venido aplicando con notable éxito tanto en estaciones de esquí como en vías de comunicación de los Alpes y de los Pirineos.
En concreto, Rodríguez Saavedra propone la instalación de un conjunto de pequeños aparatos -denominados «gazex» y «avalhex»- que provocan el desencadenamiento de avalanchas de forma artificial y controlada a partir de la explosión de una mezcla de gases. El experto recomienda completar esta actuación, si las condiciones meteorológicas lo permiten, con tiros manuales de artificiero desde la parte alta de la carretera sobre la baja.
Los disparos podrían realizar con el denominado «avalancheur» (en la imagen), un cañón neumático que envía cargas a gran distancia. Además, no descarta la intervención de helicópteros, una opción que < ahref="https://www.nevasport.com/noticias/detalle.php?id=6773">fue utilizada el año pasado por el Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de la Guardia Civil de León para limpiar de nieve una ladera del pico Toneo ante el riesgo de que se produjera un alud sobre las pistas de la estación de San Isidro. Frente a la escasa utilidad de las actuales barreras de protección, Ángel Rodríguez Saavedra también recomienda que, junto a las avalanchas controladas, el sistema antialudes de San Isidro incluya un voladizo a la altura del mirador de Riofrío para permitir que la nieve caiga sobre la estructura y pase directamente al precipicio sin tocar la calzada. Este tipo de construcciones también son muy habituales en las vías de comunicación de alta montaña de los Alpes y los Pirineos. Los aficionados al ciclismo las habrán visto con frecuencia en las retransmisiones televisivas del Tour de Francia y el Giro de Italia.
Con base en la amplia experiencia adquirida en estaciones invernales andorranas y francesas, Ángel Rodríguez asegura que el acceso a San Isidro sufre un «notable peligro de avalanchas», debido, sobre todo, a su situación geográfica y a una climatología atlántica que genera «fuertes períodos de innivación». A su juicio, las zonas más propicias para este tipo de desprendimientos se encuentran en las laderas del pico Torres (2.100 metros), tanto en su vertiente Norte-Noroeste como en la Sureste. Además, según el experto, la situación se complica por la gran diferencia de altitud que existe entre la zona de ruptura de aludes y los tramos de carretera con riesgo de avenidas, que se sitúan entre los 700 y los 800 metros.
El peligro está ahí. Expertos, vecinos y responsables municipales de Aller exigen medidas para una carretera muy transitada y que antes de que concluya el año servirá de acceso a la estación invernal de Fuentes de Invierno, uno de los principales proyectos turísticos que tiene en marcha el Principado.
Fuente: