Quedar o no quedar retrasados ha sido siempre una de las mayores preocupaciones a las que nos hemos enfrentado esquiando, sea cual sea nuestro nivel. Efectivamente, una mala posición no solo perjudica nuestro rendimiento al descender, sino que, además, los estudios al respecto sugieren los perjuicios de una posición incorrecta para la salud de las articulaciones, y la posibiblidad de que las lesiones se vean agravadas. Hoy vamos a repasar las estrategias para desdramatizar esta preocupación y conseguir regular mejor la posición al esquiar.
Como ya hemos dicho en innumerables artículos desde hace diez años, la cuestión es no tanto mantener la posición como ser capaces de recuperarse cuando la perdemos. El esquí no es nada estático y el entorno donde se practica es irregular, luego, perder la posición va a ser algo que nos ocurra casi en cada viraje, y esto no debe preocuparnos. Eso sí, tendremos que saber recuperar esa posición perdida y tendremos que adquirir la habilidad de regularla para mantenerla en la medida de lo posible… ¿Cómo?
La posición no es nada estático y cambia a lo largo de la curva. tan perjudicial puede ser una posición excesivamente retrasada como una muy adelantada. Esquiador Johannes Putz, Hochkar, Austria, 2006. Foto cortesía del libro “Esquí, Rendimiento y Emoción, Desnivel 2008. © Carlos Guerrero Castillo.
Ya hemos hablado en todos estos años del autoinforme “de pié”, de mantener la cadera en posición neutra y “alta” respecto del esquí dominante y, en fin, de tratar en la medida de lo posible que nuestro cuerpo se encuentre cómodo llevando a cabo gestos que le resulten más o menos familiares. Veamos, no obstante, a continuación, un inventario de los trucos que nos pueden ayudar a mantener o a recuperar la posición.
1. Partir de una buena posición “atlética”. Como es natural, si no partimos de una buena posición de base y no comprendemos sus beneficios, difícilmente podremos regular la posición cuando estemos en movimiento.
2. Flexión de tobillo. Este gesto no sólo hará que apliquemos más presión sobre la parte delantera de los esquís al inicio de las curvas, sino que nos permitirá mantenerla a lo largo de toda ella. Al flexionar los tobillos también lo hacemos con las rodillas y la inserción del fémur en la cadera, de modo que, con ese gesto, aceleramos la masa del cuerpo hacia abajo y ello aumenta la presión sobre los cantos de nuestras tablas.
3. Empujar las rodillas hacia adelante. Este truco nos permite justamente flexionar los tobillos, consiguiendo todos los beneficios que describimos arriba. Si nos gusta más focalizarnos en lo que hacen nuestras rodillas mientras describimos una curva, podemos emplear este truco en lugar del anterior o, mejor, combinar ambos.
4. Clavado correcto y continuo del bastón. El clavado del bastón a la máxima pendiente adelanta nuestras manos y, con ello, el centro de gravedad. Bien coordinado con la ejecución de la curva nos ayudará a mantener la posición y a recuperarnos de ella para el siguiente viraje si la estamos perdiendo.
5. Movimiento de la cadera hacia adelante y “cuesta abajo”. Si nos gusta pensar en qué hace nuestro centro de gravedad, mover la cadera hacia adelante cuando hayamos perdido la posición nos hará centrarnos inmediatamente, con la ventaja de que el movimiento será fluido en la dirección de la siguiente curva que queramos llevar a cabo.
6. Movimiento antero posterior de los pies. Al igual que el truco anterior, mover los pies hacia atrás hará que éstos se “escondan” debajo de nuestro centro de gravedad y éste se reubique, de modo que podamos repartir la presión sobre los esquís más adecuadamente.
7. Mirada al frente y actitud “cuesta abajo”. Con esta anticipación visual y, digamos, “mental”, todo nuestro cuerpo estará mejor preparado para responder a los distintos estímulos y, en consecuencia, regularemos mejor el equilibrio y responderemos mejor a los imprevistos que se nos vayan presentado.
8. Paciencia en la transición entre curvas. Finalmente, no debemos olvidar ser pacientes al inicio de los virajes, entre vuelta y vuelta. La transición entre curvas es el mejor momento para recuperar la posición perdida y comenzar con una buena actitud. Si tenemos prisa seguramente no nos recuperaremos bien y arruinaremos toda la curva; si, por el contrario, somos pacientes y nos tomamos “nuestro espacio y nuestro tiempo”, tendremos asegurada una buena posición desde la que pilotar nuestro vehículo con mayor eficacia.
La flexión de tobillo nos dará innumerables beneficios, entre ellos, el de "proyectar" la presión hacia la parte delantera de los esquís. Esquiador Richard Berger, Hochkar, Austria, 2006. Foto cortesía del libro “Esquí, Rendimiento y Emoción, Desnivel 2008. © Carlos Guerrero Castillo.
Y esto es todo por hoy. Gracias a la "ayuda" del material (botas duras, esquís con gran efecto direccional, etc...) se puede esquiar retrasados y, de hecho, es innumerable la cantidad de personas que desarrollan la habilidad de hacerlo así; pero reflexionemos sobre los perjuicios de una mala posición para el rendimiento y para nuestras castigadas articulaciones, y tratemos de corregir esto, al menos, en el momento en que queremos comenzar una nueva curva, en la transición entre cada una de ellas. Recordemos el artículo de la semana pasada y empecemos desde ya a recrear en casa todas estas sensaciones para poder aplicarlas en la pista en cuento llegue el momento de calzarse los esquís.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2010