Una conversación en los foros sobre el abuso de mensajes optimistas en el deporte, me ha recordado a varias discusiones que he tenido sobre el tema. La idea principal es que estas frases hechas del estilo “si quieres puedes” rozan el engaño por su falta de realismo. Es cierto que los medios están llenos de eslóganes facilones de este tipo y, frecuentemente, con intenciones instrumentales bastante más interesadas que simplemente animar a la superación.
No hay que ser sicólogo para intuir que a cada persona le afectan de manera distinta los mismos mensajes. Habrá quien solo vea ahí una consigna potente y atractiva pero simplona e incompleta, y habrá quien se la crea a pie juntillas. Dependiendo de la edad, la educación, la cultura, el carácter y algún factor más, la frase puede recorrer una larga línea que va desde ignorarla o la simple motivación sin más, a la frustración por haber generado expectativas que no se han cumplido.
De todos modos, ninguno de los hitos que ha experimentado el esquí en el último siglo hubiera sido posible sin una exhortación positiva –manifiesta o tácita- de este tipo. Imaginemos, a la inversa, el efecto del mensaje opuesto: eso no se puede y cosas por el estilo. Por poner un ejemplo tonto, en mi época estaba prohibido hacer mortales en las carreras de baches y todos dábamos por hecho que intentarlo era una locura; hoy, sin embargo, si no dominas los saltos invertidos no puedes pretender ni clasificarte en una carrerita regional. Un vistazo a la historia del freeride o el freestyle dejaría pasmado a cualquiera que viajase medio siglo en el tiempo, incapaz de creer los vuelos y las acrobacias que vemos rizando el rizo cada día.
En fin, los consejos motivadores tienen una función. Como todo, puede ser mal empleado y también mal interpretado, pero, lo opuesto, los desmotivadores pueden ser aún peores. Habrá quien convierta palabras negativas en energía y habrá quien se desmoralice e incluso le cree un trauma. Lo que sí creo es que un mensaje positivo de este tipo, para no ser engañoso, debe ir acompañado de dos cosas más: el cómo y las barreras que te vas a topar. Si quieres, puedes, vale, o, tal vez, no porque hay mil factores que pueden impedírtelo: lesiones, presupuestos, contrincantes, estudios, patrocinadores con objetivos distintos a los tuyos, algún malandrín político en alguna federación… No hay que alarmarse; cualquier chaval espabilado de doce años que entrene en un club ya sabe dodo esto o, al menos, es capaz de entenderlo y no suele desanimarse ante la perspectiva ni ante los tropiezos.
Respecto al cómo, personalmente desconfiaría de quien de consejos sin analizar el caso y especificar unos pasos. En el mundo de la enseñanza del deporte hay de todo; ingenuos, oportunistas, farsantes, perezosos desfasados (lo sé porque, como todos, yo mismo he podido serlo en algún momento, juas, juas), pero también excelentes entrenadores e instructores sensatos, realistas, capaces de hacer ver las oportunidades y, a la vez, señalar las barreras, descubriendo posibilidades y generando adaptaciones con planes bien diseñados de desafíos crecientes y prácticos. Ninguno te dirá que todo eso, además, garantice nada.
Hay, sin embargo, una corriente creciente que, ante el fracaso, culpa al sistema, la sociedad y a otras entidades abstractas de generar ilusiones falsas. “Nos dicen que hagamos esto y aquello y luego nada”, “emosidoengañado” etcétera. Bueno, si fuera el consejo opuesto ¿a quién reprocharíamos no haber hecho nada? En las tres o cuatro últimas décadas se ha ido instalando la compulsión infantil de buscar responsables intangibles sobre los propios actos (creo que fomentada interesadamente por sectores reconocibles de la sociedad, pero esto se sale de las ambiciones de este blog) y, si se me pide que me moje, diría que en este mundo hiperinformado del siglo XXI, el adulto que se crea al pie de la letra un mensaje simplonato como “si quieres puedes” y lo culpe de sus frustraciones, de sus errores o, simplemente, de las barreras que haya encontrado, es su problema por no haberlo matizado debidamente. Nadie crea que me excluyo. Volviendo al deporte, y al esquí, es verdad que la venta de humo está muy extendida y en el oficio se usan muchas frases inspiradoras, a veces, un poco forzadas, pero no creo que nadie que se considere maduro deba culpar a otros por haberse quedado, solo, con la parte más facilona del mensaje.
¡Buenas huellas!
Carolo, noviembre de 2021
Foto de portada Eric Seymour, descargada de Buckrail, 2019.
La foto no está elegida al azar. Es de una competición amateur en el famoso Corbet´s Couloir. Su conocida historia cuenta que, en los años 50, se decía "algún día alguien bajará por ahí", como si fuese algo imposible el simple hecho de esquiarlo, no ya de saltar en su entrada. Hoy, meros aficionados comptiten allí cada año dejando imágenes como la que recojemos en portada.