Comenzaré la temporada hablando de paciencia, pero no de la necesaria para esperar a que caiga un buen paquetón de nieve, sino de la calma imprescindible para ejecutar mejor ciertos movimientos. Uno de los objetivos del esquí es la velocidad pero, paradójicamente, algunos gestos hay que llevarlos a cabo con relativa lentitud para poder ejecutarlos correctamente.
Este es el caso del inicio de los virajes. Muchas veces, asustados por la pendiente, tratamos de iniciar la vuelta demasiado rápido, con lo que nos precipitamos en el cambio de cantos y comenzamos el viraje de un modo tosco y poco eficiente.
Fijémonos en la tendencia que se sigue en competición, por ejemplo, en el Gigante moderno, donde se trata de estar el mayor tiempo posible en la máxima pendiente para ganar velocidad. Sin irnos a este extremo, en nuestro esquí libre podemos tratar de desencadenar los virajes lentamente, comprobando que nuestra posición es buena y dejando a los esquís pivotar o rolar de canto a canto teniendo conciencia de los que “está pasando allí abajo”.
Esto nos hará comenzar el corte de una manera más efectiva y facilitará que la vuelta completa sea más fluida. Recordemos que no merece la pena desencadenar un viraje en mala posición, así que tengamos calma, verifiquemos que estamos encima de nuestros pies y, sólo entonces, iniciemos una nueva vuelta. Poco a poco automatizaremos este gesto y podremos llevarlo a cabo cada vez con mayor celeridad, sin necesidad de que participe la consciencia.
Y este es mi consejillo del comienzo de temporada: paciencia hermanos. Seamos esmerados y minuciosos en el inicio del viraje; un buen comienzo nos hará esquiar mejor durante toda la curva.
¡Buenas huellas y feliz y abundante temporada!
Carolo © 2004