Pruebo bastantes esquís cada temporada, tengo cierta experiencia en notar y diferenciar en seguida las sensaciones del material, y muchas veces me hago una idea de cómo funcionan en un par de bajadas.
En la primera busco dos cosas:
- Seguridad. Necesito que el esquí agarre y no haga cosas raras. Quiero encontrarme cómodo a cierta velocidad.
- Comportamiento. Empiezo a meter cantos poco a poco y hacer giros sin demasiado esfuerzo. Dejo correr los esquís y hago los giros del radio que me pidan, sin forzarlos.
La segunda bajada intento darles más caña. Si me he sentido cómodo y seguro, los voy a mover rápidamente en giros cortos, voy a hacer giros derrapados, saltar algunas bañeras, moverlos en el aire, sentir su peso y medir cuanta fuerza requiere moverlos.

A partir de ahí empiezo a intentar apretarlos, cerrar el radio de giro, sacar la (poca) técnica que tengo y forzarlos al máximo para mi nivel. Quiero notar la reactividad y la explosividad, como de rápido es el cambio de cantos y como de permisivos son con los errores.
Pues bueno, con esto en la cabeza, me dispuse a probar de verdad los Rossignol Forza 70 y las Lange Shadow en una primera bajada tras un finde entero en el que estuve trabajando como juez del FWT Junior. Las aproximaciones a la zona de jueces y la salida de la zona casi ni las cuento, iba con esquís puestos, pero no estaba esquiando.
Dos días casi enteros sentado y la primera bajada fue a las 16:45.
No fue bien la cosa como os podéis imaginar.

No me encontré cómodo en velocidad. No sabía como estaba la nieve y no me transmitía seguridad. No sentía que pudiera angular y el canto me fuera a agarrar. Intenté hacer giros cortos, derrapar, saltar y los notaba super pesados. Iban estables sí, pero no me sentía ágil en absoluto.
Y así me fui para casa. Dándole vueltas 7 horas en el coche a si era la flecha o el indio lo que fallaba.
Por suerte, el fin de semana siguiente volví a Baqueira y pude empezar a esquiar desde primera hora, pista dura, compacta del rehielo y bastante predecible. La primera bajada me dio esa confianza que buscaba y en la segunda empecé a disfrutar con los esquís.
Después de un par de horas ya estaba bastante acostumbrado al material y podía forzarlo, buscar angulación, incluso trabajar técnica. Aún así, los Forza 70 son unos bicharracos duros y pesados, normal en esquís reforzados con titanal. Si los dejas correr se van a giros grandes en seguida y si quieres conducirlos en giro corto hay que pisarlos muy duro.
En ese momento fue cuando me di cuenta de qué les pasaba a mis nuevas botas: las Lange Shadow 120. Tenía sensación de doblarlas con excesiva facilidad. Me parecía que iba a tocar con la rodilla en el esquí cuando los apretaba al máximo.
Yo siempre he sido de botas blandas, he tenido 130s muy cañeras y pesadas y no me gustan. A mí me encanta saltar, derrapar, rotar, esquiar en switch y mis tibias y plantas del pie acaban resintiéndose con ese tipo de botas. Además creo firmemente que la mayoría de gente que usa botas de 130+ (y no tiene sobrepeso) las lleva más por egolatría que por necesidad.

Las Lange Shadow 120 me estaban dando las mismas sensaciones que las Full Tilt Seth Morrison. Una bota de 3 piezas (cabrio como dicen ahora), que por construcción funciona de forma diferente mecánicamente. Al igual que mis viejas botas, las Shadow transmiten muy bien al esquí, pero parecen muy blandas. Si les aplicas la misma fuerza con la que doblarías una 120 "normal" parece que vas a llegar al límite de la bota.

Llevo esquiando unas Lange XT3 120 un par de años, así que la comparación es sencilla, misma marca, mismo flex, deberían de estar a la par en dureza. Y los materiales lo están, pero la tecnología del doble pivote hace que la palanca de la pierna sea más larga, y con menos esfuerzo puedas aplicar la misma fuerza al esquí.
Para mí no han sido una revolución, si no más bien un reencuentro. Ha sido una sorpresa reencontrarme con la comodidad y las sensaciones de una bota que adoraba en una bota más habitual.

Gracias al ski test de Baqueira pude probar las botas con otros esquís pisteros de radio corto como los Husta Roc y los Dynastar SL Speed Master con placa R22. Volvía a sentir esa sensación de bota blanda, pero esquiando con seguridad y técnicamente bien así que me quedé muy contento.
Uno de los mejores síntomas de que llevo una bota perfecta para mí es que al acabar de esquiar no tengo necesidad de soltarlas hasta que no me las quito. Puedo irme caminando al hotel un tramo largo, bajar escaleras y no necesito aflojar. Son cómodas, transmiten bien y además te ahorran un poco de energía por lo que llegas a última hora con las piernas más frescas.

Así que tras un comienzo horrible, puedo decir que he encontrado unas botas muy buenas, y unos esquís cañeros. Las botas se las recomiendo a todo el mundo, los esquís, creo que son para esquiadores de nivel alto y con buen físico.