Este post iba a ser para ilustrar la diferencia tan abismal de condiciones que hemos pasado en apenas 5 días en la zona centro. Sin embargo es una pequeña reflexión de estas de final de temporada, aunque me resisto a colgar los esquís todavía.
Creo que todos estamos de acuerdo con qué el tiempo esta temporada ha sido de locos. Records de acumulación de nieve y espesores enormes por toda la península, esquí con temperaturas más propias de Canadá y nevadas de primavera que obligan a cerrar las estaciones para desenterrar remontes.
El jueves pasado estaba haciendo esquí de montaña en el bosque de la ladera norte de Siete Picos, en la sierra de Guadarrama. Había caído en un día (de primavera) alrededor de un metro de nieve. Salimos de Navacerrada nevando, y con sonrisas que iban creciendo a medida que ascendíamos al ver que la calidad de la nieve era polvo, suelta y fría, al menos a primera hora, a pesar de estar a 12 de abril.
La primera bajada fue muy divertida, trozos de bosque más abierto, zonas más inclinadas donde poder levantar buenos sprays y con la nieve nada pesada, y muy suelta. Cuando nos pusimos a subir otra vez, me quedé encandilado con ese bosque. La imagen no podía ser más invernal, pinos cargados de nieve hasta arriba, un poco de bruma y un silencio solemne provocado por tanta nieve que amortiguaba cualquier eco, lo que te hacía sentirte sólo en un bosque enorme.
Me sentía como cuando estuve con el catskiing en Canadá, paisaje y vegetación parecidos, nieve de calidad similar y muchos arboles que esquivar para hacer buenas bajadas.
Apenas 5 días después, el martes, decidí subir a Valdesquí para darle un poco al park. Subí para aprovechar el forfait de mediodía, que además tienen rebaja de primavera (18€) y me lo pasé bien, pero las condiciones eran radicalmente diferentes. 10ºC de temperatura en el parking no hacían presagiar una nieve en pistas idónea. Fuera de pista, por debajo de 2000 metros la nieve era pegamento, casi imposible de esquiar.
Para el park tampoco penséis que la nieve primavera es la panacea, está bien para caerse sí, pero para entrar a cualquier salto o módulo hace falta una velocidad mínima, y si no llegas bien, es difícil entrar con seguridad. Aún así puede hacer unas cuantas rondas, incluso sacar algún truco nuevo.
Pues bien, todo este me ha llevado a plantearme cosas sobre el cambio climático. Sé que es un tema espinoso, y que a la gente le gusta llevarlo al terreno de la observación personal. Para mí, el mayor ejemplo del calentamiento global, y que todos podemos observar de forma objetiva, son esas estaciones con remontes a 1500m de altitud que apenas se abren en algunos casos, en otros son restos oxidados. Yo recuerdo haber usado los tres telesquís míticos de Pajares: Picarota, Abedules y Dulce la Dueña que estaban separados del resto de la estación y hoy están completamente desmontados. No se me olvida que eso eran zonas con nieve todo los inviernos hace 20-30 años.
Estos remontes son testigo de esta subida generalizada de temperaturas y con ello de la cota de nieve. A mucha gente le encanta el argumento de que el clima tiene ciclos, prueba de ello son las glaciaciones, a esa gente me gusta enseñarles este cómic de XKCD que ilustra con una línea, como la temperatura media de la tierra va variando desde hace 20.000 años. Está basado en varios estudios, citados en el margen de la imagen y cuando llegas a la parte inferior, a la actualidad, se ve como el efecto de emisiones de CO2 no solo acelera el proceso, si no que mete el turbo y pisa a fondo.
En The Curve of Time de Salomon, que ya recomendaron en Hablamos de Esquí 2x20, dos freeskiers se plantean el impacto de su modo de vida sobre su propia afición y profesión, el esquí. Con pequeños gestos, reducen su huella de CO2: menos viajes en avión, menos uso de remontes mecánicos, más uso de bici, cambio a coche eléctrico etc.
Personalmente, ya he hecho algunos cambios que van en esa línea: dejar de comer carne, usar ceras de esquí completamente biodegradables, empezar con el skimo en mi entorno en vez de hacer tanto viaje. Para el futuro me planteo que quizás no necesite viajar hasta Japón a buscar powder (los vuelos en avión es una de las cosas que más aumenta nuestra huella de CO2), si no negociar una 5inch rule en el trabajo para poder librar el día de paquetón y subir a la Sierra a foquear, cambiar el coche por uno eléctrico o dedicarme 100% al esquí de travesía.
La verdad es que estas cosas plantean dilemas personales y contradicciones en muchos aspectos. Por ejemplo, para mí, el verano es la temporada de freestyle, el ski indoor en Madrid Snowzone, me permite seguir mejorando (o no empeorar) en una disciplina que me resisto a abandonar. Sin embargo, este año me lo estoy pensando más seriamente, ya que quizás esté contribuyendo a un despilfarro energético que no tiene sentido en nuestras latitudes.
Os dejo una pregunta, sobre todo a los que tenéis hijos (o nietos). ¿Creéis que nuestro modo de vida y de disfrutar del esquí contribuye a que generaciones futuras no vayan a poder disfrutarlo? ¿Os planteáis algunas de estas cuestiones o habéis hecho algún cambio en vuestros hábitos?