Después de un par de aventuras de skimo alrededor de Valdesquí y Navacerrada, por fin me ha tocado graduarme e irme al otro lado. En concreto a la montaña de enfrente, a Peñalara. La zona está más que explotada y es archiconocida por los traveseros de Madrid y alrededores así que tampoco me voy a deshacer en detalles del lugar, os voy a contar mis sensaciones.
El lunes tenía claro que tocaba esquí, pero pensaba subir a probar esquís a una estación. Cuando Ed!, forero y copoosedor de unos Blueberry me propuso plan de travesía, no pude negarme. Ir con alguien con experiencia y poder aprender de él era una gran oportunidad. Sobre las 12 aparcamos en Cotos y nos pusimos a subir por el bosque, rodeados de niños y gente que sube al entorno de la desaparecida estación para jugar con la nieve.

La temperatura no era demasiado baja, el sol calentaba, y el bosque protegía del viento. Empezamos a sudar muy pronto. A medida que avanzabamos y veíamos la calidad de la nieve a los lados del camino y en los árboles nos empezamos a motivar, la nieve estaba suelta, fría, y muy muy apetecible, clásico polvo de invierno. Daban ganas de hacer una bajada por los primeros 300m de bosque que habíamos subido, pero nuestro primer objetivo era claro: cima de Peñalara.

En cuanto salimos del bosque y empezamos a ascender por la zona más expuesta el viento nos obligó a abrigarnos, cerrar las cremalleras y ponernos gorro y capucha. Mis esquís, los Blueberry Yari, son esquís grandes de 186 y 110 de patín aunque bastante ligeros. Las Marker Baron que montan, añaden bastante peso y mis botas que no son de caña desbloqueable me hacían ir siempre un poco por detrás. Como no me gusta que me esperen, no me paré a sacar la GoPro en ningún momento de la subida, pero Ed! tenía tiempo de echar la vista atrás, comprobar que iba bien y hacer algunas fotazas para reflejar el impresionante día que disfrutamos.

Hicimos cima, y vimos las huellas en el Tubo Ruau de los chicos de recmountain que nos habían dejado atrás en la subida. Pensamos que si ellos habían visto esa zona bien, no ibamos a equivocarnos. Y vaya si acertaron. Nieve polvo como en las mejores palas que he pillado de los Alpes, nieve suelta, en cantidad, en unos primeros giros de inclinación de cerca de 40º pero que una vez comprobada la estabilidad de la nieve incitaban a correr y hacer giros grandes.

Después de pasar la zona más peligrosa de uno en uno, bajamos a la vez la parte de menos inclinación, disfrutando un powder impecable. En este caso el que documentaba era yo, GoPro en la cabeza y a bajar cerquita para poder tener al menos alguna captura chula en plena acción.

Cuando llegamos abajo estaba extasiado. Por fin había experimentado la travesía en toda su grandeza, una subida dura pero una nieve de calidad sublime y una bajada de cierta dificultad, que nunca había pensado que existieran en el Sistema Central. Tocaba reponer fuerzas, poner las pieles y volver, o eso pensaba.

Cuando estábamos en pleno regreso, vimos unas Zs de subida, que parecían asumibles para subir de nuevo a la cima. En este punto yo me encontraba bien físicamente, pero no me había enfrentado todavía a una pared tan vertical, ni siquiera había hecho vueltas maría en zonas que realmente hicieran falta, solo por practicar.

Obviamente nos vinimos arriba y empezamos a subir, esta cara estaba más expuesta al sol, y la nieve estaba más primavera que polvo, por lo que a veces las huellas cedían. Fue bastante duro físicamente. Las Zs nos se me dieron del todo mal, pero descubrí el problema de un esquí tan largo. Cada vuelta maría era una odisea para poder levantar la pierna lo suficiente. Descubrí también que los pantalones anchos de freestyler no ayudan si van caídos, llegué a oir un RASS! de alguna costura al levantar el esquí (ventilación extra pensé).

Al final llegamos arriba e inspeccionamos otra pala, distinta a la de subida, más umbría y con mejor nieve aparentemente. De nuevo acertamos, tras unos primeros giros para asegurar, nos dejamos llevar por el polvo y disfrutamos un bajadón impresionante. Las piernas aguantaban y las sensaciones fueron de nuevo muy buenas.

Una vez en el circo de Peñalara, cerca de la laguna, seguimos bajando por zonas más planas pero que disfrutamos igualmente hasta llegar al bosque. Pensabamos que llegaríamos directos al parking, pero habíamos bajado más de la cuenta. Después de unas diagonales intentando perder la menor altura posible llegamos hasta las pistas de fondo de Cotos. Donde decidimos ponernos las pieles una tercera vez, para poder llegar dignamente al coche.

En números podría resumir la actividad en: algo más de 800m de desnivel acumulado, 11km de distancia y 5 horas de actividad. En experiencia creo que es imposible contar todo que he aprendido y mejorado.
Os dejo el vídeo con las bajadas, como ya comenté, en la subida no grabé nada. Había que estar a lo que había que estar.