Como decíamos en el libro "Esquiar con los pies", podemos resumirlo en: esquiar de pie, sentir la nieve bajo los cantos y "pensar" cuesta abajo.
1. Empezar de pie
Se le llama de formas distintas y con diversos matices, todos interesantes: posición atlética, neutral, básica... Yo la llamé de pie hace ahora 20 años porque me gustaba la sencillez del concepto y lo fácil que resulta a la gente de todo tipo llevarlo a cabo. De pie esquiando, claro, no es lo mismo que en casa. De pie en cualquier deporte es con el peso del cuerpo en las plantas de los pies. Cuando la posición es más o menos simétrica y equilibrada - estemos erguidos o flexionados - podremos generar el movimiento con mayor funcionalidad y comenzar mejor la nueva curva.
Cambiemos por extensión (arriba) o por flexión (abajo), la sensación que debemos buscar es la de que los pies están debajo de nuestro cuerpo y, en consecuencia, estamos equilibrados sobre los mismos. Nuestro cuerpo, así, desde una posición más o menos alineada y simétrica, podrá iniciar mejor la siguiente curva.
2. Sentir el canto bajo los pies
Los cantos son al esquí lo que las ruedas al coche. Son la parte del vehículo que está en contacto con el terreno. Si nos entretenemos en sentir el canto bajo los pies en el momento de comenzar una curva obtendremos tres beneficios fundamentales:
- Seremos pacientes, sin precipitarnos a desencadenar el viraje demasiado rápidamente arruinando la curva.
- Estaremos equilibrados, pues sentir la sección del canto bajo los pies es prueba inequívoca de estar centrados y sentir la espátula lo es de que estamos adelantados.
- Dosificaremos mejor para cortar, al estar focalizados en el canto, y podremos presionar tempranamente.
3. Moverse cuesta abajo administrando la presión
Describir una curva, aparte de tomar ángulos, es una cuestión de regular presiones; generarlas, resistirlas o absorberlas. En cualquiera de estas circunstancias la masa del cuerpo debería continuar su trayectoria cuesta abajo y para ello nada mejor que tener una buena actitud hacia la máxima pendiente. Sentir la gravedad, abrazarla, perseguirla pensando cuesta abajo y disfrutando la inmersión en esa fuerza nos permitirá describir mejores curvas, pero también enlazarlas más dinámica, fluida y eficazmente con las sucesivas.
En los baches podemos observar muy gráficamente la actitud cuesta abajo. El bastón se mueve muy pronto hacia la siguiente bañera denotando una actitud positiva hacia la pendiente. Los pies tratan de esconderse bajo el cuerpo buscando una posición equilibrada, a pesar de la flexión de rodillas que tiende a dejarnos literalmente sentados. La percepción de la gravedad tirando de nostros hacia abajo, nos permite mantener el centro de masas estable, adaptándonos al terreno y manteniendo el contacto con el mismo mediante la flexión y la extensión fluida de las piernas.
Y este es el consejo de hoy. Probemos a practicar este protocolo en cada curva que hagamos: de pie, sentir el canto, moverse cuesta abajo.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2013
Fotos Jan Vokaty, Mammoth Mountain 2011.
Las fotos aquí publicadas no son "demostraciones de escuela" y no tienen la intención de servir como modelo, sino como mero refuerzo gráfico para el texto. Tanto las ideas vertidas como las ilustraciones sólo muestran la visión y el estilo personal del autor. El esquí es un deporte complejo y que puede ser arriesgado; su aprendizaje y perfeccionamiento es un proceso continuo en el que todos, autor incluido, estamos inmersos; el lector debe interpretar estos artículos según su mejor criterio de prudencia.