La posición atlética

La posición atlética
la posición atlética nos va a permitir regular el equilibrio e iniciar las vueltas con funcionalidad (lo que también significa que con muchas garantías de terminarlas adecuadamente) pero lo mejor de esta postura es que es, simplemente, más relajada y, por ello, supone un extraordinario momento para respirar, verificar que todo está en su sitio y continuar esquiando.

Hoy, cuando se describe la posición en el esquí se suele hablar de la posición “atlética”. El adjetivo creo que está bien empleado ya que esta postura es muy similar en muchos otros deportes; ya se sabe: semiflexión y simetría de tobillos y rodillas, espina dorsal levemente arqueada, hombros relajados y brazos adelantados…. En fin, nada nuevo. Esta posición pretende, ni más ni menos, que el peso del cuerpo recaiga sobre las plantas de los pies para que cuando estemos en movimiento podamos regular mejor el equilibrio.

La posición no es algo estático y cambia - lo queramos o no - constantemente, pero hay un momento crítico en el que debemos verificar que estamos correctamente colocados y esto es, como ya sabemos por otros artículos, como el de la “Paciencia”, en la transición entre dos virajes. Lo mismo podemos decir para el momento de despegar en un salto.

Pero lo importante del asunto es cómo entreno esta posición y cómo vuelvo a ella cuando la he perdido. Bien, lo primero que hay que saber es que las masas del cuerpo están diseñadas para moverse hacia delante, o sea, que la mitad del trabajo ya lo tenemos hecho. Lo que pasa es que al esquiar no nos solemos sentir tan seguros como al andar y, al notar la fuerza de la gravedad, en vez de utilizarla en nuestro favor, luchamos contra ella. Si volvemos a releer el articulillo sobre “Nuestra amiga la gravedad” comprenderemos mejor a qué me refiero.

En resumidas cuentas, la posición atlética nos va a permitir regular el equilibrio e iniciar las vueltas con funcionalidad (lo que también significa que con muchas garantías de terminarlas adecuadamente) pero lo mejor de esta postura es que es, simplemente, más relajada y, por ello, supone un extraordinario momento para respirar, verificar que todo está en su sitio y continuar esquiando. En las décimas de segundo que dura la transición de un viraje a otro o en las que preceden a un salto se puede hacer todo eso, sí, y si o hacemos, nuestro rendimiento mejorará tremendamente.

¡Buenas huellas!

Carolo © 2005

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