El mal agudo de montaña (MAM), llamado coloquialmente mal de montaña, mal de altura, soroche o apunamiento, es la falta de adaptación del organismo a la hipoxia de la altitud. La gravedad del trastorno está en relación directa con la velocidad de ascenso y la altitud alcanzada. De manera inversa estos síntomas normalmente desaparecen al descender a cotas más bajas. También es conocido con otros nombres tales como Puna o Soroche en zonas andinas.
Suele aparecer a partir de las 6 o 10 h de exposición a la hipoxia y es más frecuente en menores de cincuenta años y en sujetos que residen habitualmente a menos de 900 m de altitud.
Factores favorecedores
La incidencia del mal de altura varía mucho de un individuo a otro (variabilidad individual). Hay personas que soportan mejor que otras las ascensiones rápidas. Otros factores que influyen son la velocidad de ascenso (cuanto más rápida, mayores son las probabilidades de aparición), la duración de la estancia a una altura determinada, el ejercicio continuado a gran altura y la edad (los más jóvenes y los ancianos presentan mayor predisposición). El mal de altura no depende de la forma física de la persona y puede afectar incluso a los atletas más experimentados.
¿Cómo se puede evitar el mal de altura?
El estado de forma o la preparación física, por excelentes que éstos sean, no previenen el MAM en absoluto. Éste puede producirse a cotas de tan solo 2500 m de altitud y se sabe que la susceptibilidad al mismo es inversamente proporcional a la edad del sujeto, probablemente debido a la madurez del sistema nervioso. Tampoco se recomienda el empleo de fármacos para prevenir el MAM, sino adaptarse progresivamente a la hipoxia de altitud mediante un proceso denominado aclimatación.
En caso de aparecer problemas, es fundamental descender a una cota inferior a la que estaba aclimatado y descansar durante 24 ó 48 horas antes de reanudar el ascenso. Si los síntomas son graves, iniciar el descenso inmediatamente, siempre acompañado.
Beber mucho líquido (al menos 3 ó 4 litros diarios).
Evitar beber alcohol.
Dieta hiperglucídica: rica en azúcares y féculas sobre todo.
Evitar quedarse frío.
El mal de altura se puede evitar, hasta cierto punto, con una medicina llamada Acetazolamida, a dosis de 250 mg/12 horas o 500 mg, en dosis única nocturna. Algunos expertos sugieren que para conocer los posibles efectos secundarios del medicamento es mejor darle 2 días de prueba antes del viaje. Los posibles efectos secundarios incluyen náuseas, alteración del gusto, hormigueo en manos y pies, orina frecuente y abundante, alteraciones visuales y sarpullido en la piel. Tomar este medicamento no significa que se pueda ignorar el consejo de subir despacio.
Señales de peligro para el mal de altura
Las señales de peligro se desarrollan generalmente en las primeras 36 horas. Afectan a más del 50% de los viajeros por encima de los 3.500 metros y casi al 100% de las personas que suben rápidamente a 5.000 metros sin aclimatarse.
Un dolor de cabeza leve que desaparece con analgésicos (paracetamol, aspirina, etc.)
Náuseas y malestar general
Ligeros mareos
Dificultades para dormir
Si aparecen estos síntomas a alturas por debajo de los 3.000 metros se debería parar y descansar un par de días antes de continuar subiendo. A alturas de 3.500 metros, se debe intentar bajar de 300 a 500 metros, y quedarse allí durante 2 días antes de otros ascensos permanentes.
¿Quién no se debe exponer nunca a gran altura?
Las personas con enfermedades cardiacas/pulmonares crónicas (Ej.: angina de pecho, bronquitis crónica, enfisema, y algunas personas con asma grave).
Las personas con anemia, incluida la anemia drepanocítica (bajo contenido de hemoglobina en sangre).
Las personas con trastornos de coagulación sanguínea sin tratamiento y con un historial de trombosis (coágulos).
Las personas que han tenido HAPE o HACE con anterioridad.
¿Quién debe tener cuidado a grandes alturas?
Las personas con enfermedades cardiacas/pulmonares tratadas con éxito.
Mujeres embarazadas
Niños
Personas con presión sanguínea elevada
Personas con tendencia a la apnea durante el sueño.
Personas que han tenido HAPE o HACE con anterioridad.