Más que un reportaje esto podría ser una novela con final feliz, quizás un poco chapa ya que con tanto texto se puede hacer aburrido….pero creo que si lo leéis, al final no será tan aburrida la historia
Esta temporada quería cambiar mis esquís freeride y no sabía que comprar, mis viejos esquís de freeride eran unos Rossignol Soul 7, un esquí fácil de manejar, que funciona muy bien en polvo pero que no deja de ser un esquí muy blando con el que esquiar en nieves algo más duras te hacen temblar hasta las orejas. Quería algo más cañero.
Dos temporadas atrás tuve la suerte de conocer a un ilustre de Nevasport, Edu de 110% ski, con el que pude compartir un viaje a Canadá. Allí estreno unos fabulosos Blueberry Yari. Su aspecto, con acabado de madera, los hacía realmente preciosos. Su comportamiento, contado por el mismo en uno de sus vídeos, ya es conocido por muchos de vosotros, pero mis dudas estaban si yo, con mi nivel de esquí, podría manejarlos bien.
Al año siguiente, volví a coincidir con él en mi segunda experiencia en tierras japonesas, Niseko, Rusutsu y Moiwa, fueron nuestros parques de recreo y los Yari de Edu volaban.
Pasó otra temporada y tuve la gran suerte de conocer a otro ilustre de Nevasport, Ferran Freixanet, con el cual actualmente me une una gran amistad. Él me explica que en un día de final de temporada, le dejaron probar unos esquís de la marca artesanal española Blueberry llamados Yari, y que se enamoró de ellos. Fue un amor a primera vista. Todo esto me hizo pensar: ¿y porque no podría yo manejar uno de esos? Así que manos a la obra.
Llamo a Marcos Castañón, ingeniero aeronáutico y propietario de la marca, y empezamos a diseñar los esquís. En este aspecto no entraré en detalles ya que tanto Edu como Ferran y algún otro forero ya han explicado todo el proceso de fabricación, y no querría aburrir a algún forero que hay por aquí, que le produce cierta urticaria cada vez que alguien explica este proceso.
Aquí empieza la historia de estos esquís. Marcos recibe mi encargo en otoño del 2018 y me promete tenerlos listos para la temporada que se avecina. Así fue. Con unos plazos de espera excelentes, me tiene el esquí fabricado, pero en el momento del acabado de las suelas, me informa que en el lugar donde le hicieron el acabado y rectificado de las suelas, se pasaron de frenada y dejaron a la vista en algunas zonas la estructura interna del esquí, o con muy poca suela, hecho que convertía ese esquí en un esquí con un acabado no perfecto.
Zona abombada de una de las suelas
Zonas sin canto
Marcos como buen profesional, me explica que el esquí funcionaria perfectamente, pero que es un producto mal acabado y que él no puede entregar un trabajo así a un cliente, así que vuelta a empezar. Él me explicó que esos esquís se los quedaría él y que ya les daría alguna utilidad.
En un tiempo récord, me fabrica unos nuevos esquís, gemelos de los anteriores, pero estos con unas suelas perfectas. Con todo esto tengo los esquís en casa a punto para la temporada que se avecina.
Las primeras nieves fueron muy precoces, tanto que las estaciones no habían abierto aún. Cuando lo hicieron, la nieve no era la suficiente para aventurarse con los Yari por fuera pistas, no quería destrozarlos.
Las nevadas no llegaban y mi próxima aventura en Japón se acercaba. Así que decidí estrenar mis Yari fuera de su hábitat natural. Me subí a Ordino y pisteé con ellos. Me parecieron unos misiles, rápidos, fuertes, fáciles de pivotar, exigentes físicamente, aunque no me parecieron unos esquís nada fáciles de conducir, pero aunque no estuvieran en su hábitat natural, me lo pasé muy bien.
Pisteando por Ordino
Finalmente después de las grandes nevadas de finales de enero, me subo a Grandvalira para probarlos en su terreno natural: el freeride.
Aquí tuve una de cal y otra de arena, por un lado me parecieron unos esquís que para nieves trilladas y lo que conocemos como “nieves guarras”, van de vicio. Se lo tragan todo, y su dureza te aguanta lo que le eches, volvieron a parecerme unos esquís muy rápidos y exigentes, hay que estar muy en forma para llevarlos.
La sorpresa fue que en polvo no flotaban. Ya sé que muchos pensaréis que para la nieve del Pirineo quizás el polvo profundo no lo voy a catar muy a menudo, pero desde hace 12 años hago siempre un viaje en lugares donde sí lo hay, y quería que mi esquí de freeride también se comportara decentemente en polvo.
Bajando de encampanada
Bajando de encampanada
Marcos rápidamente contactó conmigo para preguntar cómo me habían ido los esquís. Le conté mi experiencia y rápidamente me contestó que esto había que solucionarlo.
Blueberry Skis, se caracteriza por ser una empresa que lo que más prima es la satisfacción del cliente. Marcos creó una manera de fabricar esquís, con una peculiaridad única en el mercado: son esquís que no solamente se pueden reparar, sino que incluso me atrevería a decir que se pueden modificar una vez fabricados.
No es tarea fácil, ni una tarea con coste cero, pero ellos lo pueden hacer. Mi viaje a Japón era en 7 días.
Rápidamente, Marcos me llama el domingo y me dice: “Vamos a modificar tu esquí. Le vamos a aumentar la superficie de la espátula, y va a flotar más”. Me propuso 2 opciones, a más espátula mejor flotación, pero peor comportamiento en nieves trilladas. La opción A era una espátula era ligeramente mayor de la que tenía y la opción B una espátula más generosa. Escogí la opción B.
¿Pero, cómo vamos a hacer esto?? Es domingo 27 de enero, y mi vuelo para Japón es el sábado 2 de febrero. Marcos, que no se le escapa ni una, me propone una cosa: me recuerda que él tiene mi esquí “gemelo” y que funciona a la perfección. Me propone hacer la modificación en ese esquí que lo tiene en su propiedad, y enviármelo antes del viernes. De esta manera, lo pruebo en Japón y, si me gusta, me modifica el mío a posteriori. Me pareció una buena idea, un poco arriesgada por los plazos de tiempo que disponíamos, pero muy buena idea.
En proceso de modificación de la espátula.
Increíblemente, me llama el miércoles 30 de enero y me comunica que los esquís están terminados y que los recogerá una empresa de reparto para yo tenerlos en casa, a punto para salir hacia Japón. Pero hubo otro problema, la empresa de reparto (SEUR), no hizo bien su trabajo y no recogieron los esquís el día pactado. Marcos tardó nada y menos en contratar una nueva empresa de reparto (MRW), que con un tiempo récord, recogió los esquís.
Viernes 1 de febrero al mediodía, se presenta en mi casa el señor de MRW y me entrega los esquís. ¡Todo perfecto y a punto para mi viaje!¿Qué más puede fallar?
Comparativa de los dos esquís
Diferencia de espátula.