Esquiando en la Península Troll (Islandia)
El año pasado estuvimos también por Semana Santa en los Alpes de Sunnmore (Noruega) y este año queríamos repetir. Pensamos en las archiconocidas Lofoten, o los Alpes de Lyngen más al norte. La realidad es que mientras España se cargaba de nieve, gracias en parte al anticiclón escandinavo, por allí arriba había nevado muy por debajo de la media. Islandia pintaba mejor y además se antojaba un destino más “exótico” si cabe. Vuelo directo con la aerolínea low cost “WOW” y a un precio razonable quedando tres semanas.
¿Cómo?
Alicante es nuestra puerta de entrada al “Norte”.
Es por ello que estos viajes hay que empezarlos bien, compensando el atracón a frutos secos, chocolate, barritas y powerades que nos pegaríamos la semana. Así que… arrocito del señoret… a 28ºC
Adiós Sol y calor que de eso ya vamos servidos el resto del año.
Vuelo de 5h y te plantas en Keiflavik (aeropuerto de Reikiavik). Decidimos hacer noche, ya que nos esperaban 5h de coche y la carretera que rodea la isla por la costa (“1”) no es precisamente una autopista. En el mapa de más arriba lo tenéis marcado.
El alojamiento es caro, así que reservamos un hostel en el mismo aeropuerto a un precio correcto (el país es caro, si; se me antoja más si cabe que Noruega).
A la mañana siguiente nada más salir y antes de llegar incluso a la ciudad, estábamos alucinando ya con los paisajes “lunares”. Típicos de tierras volcánicas, con la piedra muy oscura y porosa.
La verdad es que sorprende la ausencia de vegetación. Ni un árbol ni arbusto, salvo musgos y líquenes. Originariamente sí los hubo, pero en el siglo IX con la llegada de los vikingos, se arrasó con la masa forestal que se estima que cubría un 25% de la isla. Actualmente hay planes para reforestarla.
El camino hasta la Península Troll se hace largo pero entretenido. Los paisajes son brutales. Pocas poblaciones se atraviesan en el trayecto.
Aprovechando el viaje se puede parar, desviándonos un poco de la carretera 1 o “ring road”, a ver una playa de avistamiento de focas.
20 minutos antes de llegar a Akureyri, segunda ciudad del país, teníamos la casa. Una antigua granja en mitad de la montaña pero lo suficientemente cerca de la carretera “1” para los desplazamientos.
El primer día salimos un poco a tantear la zona más próxima. El fiordo de Akureyri es el más grande con diferencia. Bordeándolo por la costa llegamos a la pequeña localidad de Dalvík. Encrucijada para ir a uno de los valles con mejores montañas para el esquí de toda la Península Troll (lo veremos más adelante).
Aparcamos como se puede ver en la cuneta para ponernos todos los “archiperres” ya que saldremos desde la misma carretera.
Rápido las vistas sobre el fiordo son alucinantes
Las dimensiones que va cogiendo todo impresionan
El tiempo cambia muy rápido en Islandia y la nube se nos echó encima, teniendo que llegar a la cima prácticamente a ciegas. La bajada con una luz plana la disfrutamos mucho. Un primer palón duro
Para luego seguir por un tubo largo con una nieve primavera disfrutona con unas vista directas al mar. Éste es el auténtico esquí “Summit to sea” que tanto había leído antes de hacer el viaje.
Y hasta la carretera:
Tierra vikinga que hemos venido a conquistar los sureños.
Por la tarde fuimos a casa de Roger Martorell; guía de la Val D’Aran que pasa largas temporadas por Islandia. Un auténtico pionero en explorar estas tierras para el esquí de travesía. Gracias por tu hospitalidad Roger y toda la información que nos diste. La próxima temporada nos vemos por el valle para ese heli-rando que tenemos pendiente
Al día siguiente volvimos a coger la “1” de nuevo dirección Dalvik, para cruzar al fiordo vecino, “Olafsfjordur”. En este fiordo, hay una empresa que explota una zona de catski. No lo probamos, todo sea dicho.
Punto de unión entre el fiordo de Akureyri (Eyjafjordur) y el Olafsfjordur:
La verdad es que vas por la carretera y no paras de imaginar líneas al mar
La verdad es que es totalmente embriagador ir con la soñera del madrugón de rigor, en el traqueteo de la furgo viendo infinitas palas, imaginando canales que bajar para pararte justo llegando al mar.
Pero nuestro objetivo no es quedarnos en el Olafsfjordur. Sino aconsejados por Roger, cruzar el largo túnel de 7km hasta el siguiente pequeño fiordo.
Este pequeño fiordo me encantó. Sin un edificio, sólo la carretera que muere a otro túnel y cruza al siguiente.
Furgos de nuevo a un lado y para arriba.
Los paisajes como dirían los yanquis “te vuelan la cabeza”:
Y encima la nieve promete
Venga hormiguitas, que tendréis vuestro trillaje de recompensa.
Los metros van cayendo y vamos salvando las pequeñas dificultades que nos encontramos en la ascensión.
Pero hay gente que juega con ventaja!
(Por si alguien le interesa el heliesquí en Islandia se paga a 900€ persona/día)
Paso a paso, por una huella que un grupo de frenchies nos habían dejado, seguimos…
Hasta la cima
Y a disfrutar de la bajada!
(Una foto así la quería desde el año pasado en Noruega. Gracias Aran!)
Pinta y colorea. Alguno le gusta hacer garabatos en vez de un trazo fino, ja ja
Muy buena nieve y excelente bajada. Larga y con pendiente sostenida hasta el mismo túnel. Las vistas constantes del lago congelado y el fiordo hacían que bajaras sonriendo de pura felicidad.
A pesar de la paliza, esa noche despejó y había luna llena. Alguno no se pudo resistir a hacer una trave nocturna por la parte trasera de la casa.
El día siguiente nos salió rana. Veíamos todos los días desde la carretera la otra orilla del fiordo de Akureyri cual pastel, y decidimos que había que darle un tiento. Craso error, laderas sures y una nieve infame. Si había un servicio de catski en esa montaña… tendría que haber buenas condiciones. Pues no, nada que ver con el día anterior.
Pongo dos fotos simplemente para atestiguar que allí estuvimos.
Un poquito de agroski y pinchazo.
Pinchazo no sólo por la nieve, sino porque Jordi rompió el pincho de una fijación Kingpin.
Bajada miserable hasta la furgo y como teníamos aún mucho día por delante, pues decidimos hacer algo de “turismo”.
Turismo de naturaleza que es lo que hay en Islandia. De la zona norte de la isla nos fuimos a ver las cataratas de Godafoss. Uno de esos “landmarks” que marcan todas las guías.
Cuenta la historia que la “Cascada de los dioses” toma el nombre porque durante la cristianización de la isla hacia el año 1000, un líder o persona con algún cargo institucional decidió adoptar la fe cristiana y tirar las estatuas de dioses paganos que tenía a la cascada.
Cerca de la cascada, tenemos otro sitio muy turístico. Son las aguas geotermales de Myvatncon el clásico color azul, olor sulfuroso y vapor saliendo por todas las rocas volcánicas porosas que hay. El centro termal está en una de las orillas del lago y la entrada al cambio cuesta unos 36€.
Durante esa noche estuvo nevando y el dilema al día siguiente estaba servido. ¿Dónde ir para acertar
Jon que anduvo fino preparando el viaje, sugirió acercarnos al valle que sale de Dalvík como os comentaba al principio.Es allí precisamente donde tienen su sede la gente de Arctic Heliskiing.
Pintaba bien, abriendo huella con la furgoneta y nosotros solos.
Empezamos la jornada que prometía. Con la bulldozer “Rapun” en plena faena de abrir huella.
Demasiado este valle. Todo a estrenar
Y vaya que si, que empiece la fiesta!
Una nieve espectacular, la mejor de la temporada. Ni en Febrero en Canadá nos acercamos a catar algo así. Muy fría, muy suelta.
Yiiiiiiiiha!
Una palón que nos regalamos por el esfuerzo hecho de subir casi 1100m.
Había para todos
Un lujazo en Abril esquiar esta nieve “Maldon”. Efectivamente, era como lascas de sal que no pesan. Increíble. Día sin lugar a dudas para el recuerdo.
Valle espectacular pues, que bien merece la pena explorar en otro futuro viaje.
Y así llegamos al último día en la Península Troll. Teníamos 5h de regreso a Reikiavik, así que, entre recoger la casa y salir no daba para mucho. Decidimos quedarnos en la estación de esquí de Akureyri. Se llama Hlíðarfjall. Está a 5min del centro de la ciudad.
Una estación pequeña, con 7 remontes mecánicos (casi todos telesquís) pero con unos fuera de pistas brutales y vistas hacia la ciudad y el fiordo muy buenas. No tengo fotos de ese día, nos tocó el “classic icelandic weather”, es decir, viento, sol, niebla, nieve…
Os dejo el plano de pistas, que siempre resulta curioso ver cómo son las estaciones de esquí en lugares tan “exóticos”.
Respecto al FF, se pude coger por horas. Nosotros pillamos 2h y al cambio fueron unos 26€.
Y hasta aquí el report.
Un país que me ha encantado para el esquí de travesía. Con una vegetación, paisajes y orografía únicos.
Volveremos seguro en más de una ocasión