Nunca es tarde: iniciación al esquí de travesía. Reflexiones y experiencias de una novata cuesta arriba
Hacia Cap de Baqueira por Luis Arias. Fotografía de Manuel V.
Alguien se podría preguntar qué lleva a una mujer con cincuenta años bien cumplidos a salirse de su zona de confort, liarse la manta a la cabeza y lanzarse a una nueva aventura (y a un nuevo vicio).
Yo me pregunto justo lo contrario: por qué he tardado tanto.
Padre, madre, tíos... ya era una afición familiar cuando no había otra que subir pateando porque no había remontes.
Lo cierto es que he vivido siempre rodeada de esquiadores y no pasó mucho tiempo entre que me quitaron el chupete y me pusieron los esquís. Pero las cosas de la vida me han llevado a esquiar únicamente en pista. Mi experiencia con nieves no tratadas se limita a las típicas salidas por zonas conocidas de la estación de esquí los días en que la nieve presenta su lado más amable, se deja hacer cualquier cosa y permite todo tipo de torpezas. Aunque ahora me doy cuenta de que el hecho de haber aprendido a esquiar en los años sesenta y setenta, cuando las pistas se pisaban poco, constituye una gran ayuda para formar una base todoterreno. Y, de todas maneras, tampoco hay que exagerar sobre el nivel de esquí necesario para iniciarse en el esquí de montaña: durante generaciones no tuvieron otra alternativa que tirarse monte abajo para aprender. Y aprendían.
Mi padre en los años 40
Pero nunca es tarde si la dicha es buena: gracias al entusiasmo de mi compañero de fatigas y a un grupo de excelentes amigos que han tenido la paciencia de enseñarme y animarme (¡gracias, Joanjo, Violeta, Chema y todos los demás!), he podido meter en la mochila una nueva experiencia... que no será la última.
Resumo aquí mis aventuras cuesta arriba por si fuera de alguna utilidad a quienes se lo plantean y todavía dudan.
Primer paso: contar con compañía experta que sepa elegir momento, lugar y dar las primeras lecciones. Y convertir todo el proceso en una diversión continua, desde la organización por whatsapp a la sesión de fotos posterior, sin olvidar el rato del bocata y la cerveza XXL.
Segundo paso: localizar el material necesario. Después de buscar aquí y allá, lo alquilé todo en Radical Mountain, pero en Benasque hay más sitios donde hacerse con material de distinto tipo. Alquilé unos Seven Summits de Dynafit en 156 cm que me gustaron, aunque no tengo elementos de comparación y las sensaciones fueron un tanto raras porque no estoy acostumbrada a llevar nada tan ligero.
Fotografía de Joanjo Frutos http://cerlerisdifferent09.blogspot.com.es/
Un material bastante diferente del que se utilizaba en los años 40-50: larguísimos esquís de madera y, en lugar de pieles de foca, unas lonas que se tensaban con dificultad y apenas se adherían a las suelas. Fotografía de mi padre, camino del Aneto.
Tercer paso: para arriba por lo blanco. O por lo marrón. Para la prueba de iniciación (éramos dos las novatas) fuimos a la pista de Basibé en Cerler, que tiene la ventaja de que la conocemos como la palma de la mano y tiene una pendiente moderada. Eso sí, nieve, lo que se dice nieve...
Fotografía de Joanjo Frutos http://cerlerisdifferent09.blogspot.com.es/
Cuarto paso: primeras lecciones. Aprender a hacer la vuelta maría mirando a la montaña y con el talón suelto. La vuelta maría fue lo primero que me enseñaron mis padres, ya que ellos siguieron un método de enseñanza más montañero que pistero, pero en llano. Y de eso hace muuuuchos años. Así que tuve que recordar y readaptar conceptos.
Fotografía de mi padre: mi hermana haciendo la vuelta maría en La Molina, 1967.
Primera sorpresa: lo mucho que agarran las pieles.
Aprendizaje: a arrastrar los pies como un adolescente con chanclas. Avanzar con paso relajado, como el mencionado adolescente cuando se desplaza por el pasillo de su casa entre la cama y el sofá.
(Des)aprendizaje: olvidarse de clavar los cantos o de hacer paso de tijera. Tener presente que el talón está suelto y hay que levantarlo del esquí.
Una vez arriba, decidieron bajar por Águilas. La verdad es que las novatas no teníamos plan de iniciarnos con semejante pendiente, pero tampoco nos íbamos a quedar atrás.
El resto fue más complicado por la escasa cantidad y calidad de la nieve. Aunque algunos no parecen preocuparse por eso.
Segundo día: de Orri a Cap de Baqueira.
Fotografía de Joanjo Frutos http://cerlerisdifferent09.blogspot.com.es/
De nuevo, subimos por una pista conocida, lo que da la tranquilidad de saber que puedes dar media vuelta en cualquier momento y bajar sin posibilidad de pérdida. Aunque, según mi experiencia en cualquier terreno complicado de la vida, es siempre más eficaz pensar que no hay plan B y que rendirse no es opción.
A pesar de los dolores que empezaron a aparecer por la falta de costumbre y la llaga que provocó la bota alquilada, gracias a la paciencia y los ánimos de los amigos conseguimos todos llegar hasta arriba, cada uno a su velocidad.
Sensaciones: me gusta subir. Incluso más de lo previsto. Me lo planteé como si fuera una de las muchas pateadas que hago en verano montaña arriba: sé que voy despacio pero que, a mi ritmo, llego a cualquier sitio. En realidad, me gustan tanto la montaña y la nieve que no podía ser de otra manera.
Para no hablar del placer de subir en silencio, de disfrutar de la soledad y la calma de la montaña sin aglomeraciones.
Por fin en Cap de Baqueira, 2466 metros. Desde el aparcamiento de Orri, a 1850, nos da un desnivel de unos 600 metros. Suficiente para los menos expertos.
La bajada como es lógico, tuvo nieve cambiante: a ratos blandurria y a ratos enganchona, pero en algunos tramos era incluso francamente buena.
Pero después del esfuerzo de subida, la posibilidad de bajar esquiando es todo un regalo. Aunque algunos aseguran que lo que les gusta de verdad es subir.
Una experiencia absolutamente recomendable. En contra de lo que creía antes de probarlo, no hace falta tener una forma física excepcional para disfrutar.
Y así fue el segundo día de iniciación con la mejor compañía: grandes esquiadores y, sobre todo, excelentes personas.
Y, como no podía ser de otro modo, esto continuará. En breve.