Diez minutos volando, y nos plantamos, Mikel, Ander, Bittor, Roger y yo en medio de la nada. El helicóptero desaparece y en tres segundos se queda un silencio brutal que asusta. Derecha nieve, izquierda nieve, arriba nieve y en frente, Roger que sonríe tranquilamente y te dice sin decir nada que tranquila, que poco a poco, que está todo bajo control, y yo pongo literalmente mi vida en sus manos. Así que respiro, me relajo y empiezo a ser consciente de dónde estoy… y es belleza en estado puro.
Nos ponemos en modo travesía y empezamos a subir, primera vuelta María y yo al suelo, ¡ahí estamos, matando el orgullo lo primero! Hago un poco la croqueta y me digo a mi misma que ya te puedes centrar y despejar la mente, porque sino, voy a poner en peligro a mí y a mis compañeros. Seguimos haciendo zetas y llegamos a nuestro primer objetivo, y nos ponemos los esquís con el ansia a tope por bajar el pedazo palón de nieve virgen que teníamos debajo. Roger nos para los pies, o ¡los esquís en esta caso! Primera en la frente, mientras yo estaba luchando desde abajo, por intentar despejar la cabeza y hacer la vuelta María con dignidad en esa inclinación, él estaba leyendo el monte y observando el entorno. Entonces, nos explica toda la información que ha obtenido ‘in situ’, sumado a la que traía de casa, y sumado a la que obtuvimos haciendo alguna prueba sencilla y una cata de nieve un poco más complicada. Con todo ello, sacó conclusiones que nos dió la clave para saber cómo teníamos que bajar, por dónde, en dónde estaban los peligros y en dónde lo seguro. Soy una inconsciente pienso, yo no he visto nada de eso…
Así que con la información explicada, entendida e interiorizada, 3,2,1, para abajo!! Giro, giro, giro, nieve polvo, todo virgen, todo blanco, y de repente, mente despejada y alerta, Chakras en orden y todo empieza a fluir. Es como si enciendes el corazón y lo cargas de buenas sensaciones y apagas un rato la cabeza y la vacías de preocupaciones. Llegamos a bajo y yo con la piel de gallina, y el corazón a mil, demasieee…
Volvemos a poner las pieles y para arriba en otra dirección, y zetas, zetas, zetas y más zetas y llegamos…ohhh! Impresionante rincón, hay cosas que se tatúan sin tinta, y ese sitio para mí, ha sido una de esas cosas.
Almuerzo al sol en el paraíso, donde el queso y el jamón saben a caviar, charletas sobre la vida, chistes malos, risas sinceras y de nuevo, ’el jefe’ se pone serio y nos sigue instruyendo, empeñado en que aprendamos lo que debemos conocer para esquiar fuera de las pistas. Aunque lo que él no sabe, es que lo que enseña no lo explica con palabras. Quizás es porque lo que hace le apasiona, y pone muchísimo interés en que aprendamos, pero es tanto lo que sabe, que yo no abarco todo, ¡voy a necesitar muchos más rounds!
Y el equipo se pone otra vez en marcha… y a fluir!!
Llegamos a la base y sonrisa de oreja a oreja, y de vuelta a Vielha en el coche, yo ví en los ojos de todos, ese brillito que se pone cuando haces lo que te apasiona, y eso mola y mola mucho.
Yo siempre digo, que la vida, o es una aventura atrevida o no es nada, y ahora creo que Roger añadiría, que te atrevas despertando la capacidad de estar alerta ante lo inesperado, porque eso es lo que nos permite apreciar la belleza. Que crezcas poco a poco, de cero a diez, porque hay mucho que aprender, cada vertiente, situación, día, nieve, temperatura es distinta e interiorizar y entender aunque sea la mitad de ese conocimiento cuesta mucho, ¡por lo menos a mi! Y como dice el señor Boiria, ’el mejor rider es el que vuelve’
Y todo fue tan perfecto sobre todo, porque la compañía fue genial, Mikel y Ander que son como Zipi y Zape pero en versión jabata, Bittor que es la mejor versión de un alma surfera en estado puro, y Roger que además de ser un profesional impresionante, es un corazón fuerte, unos nervios calmados, una mente abierta, un alma feliz y sobre todo una gran sonrisa!
Y ya sabéis que uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida, así que yo ya estoy preparando la siguiente…
