En fin, el primer día lo pasamos en Gstaad .
A esta estación le tenía muchas, pero que muchas ganas, desde que mi madre, que hace ya muchos años estuvo por allí y me enseñó el plano de pistas y me contó las anécdotas que ella tuvo por allí, pues tenía una espinita clavada que por fin me he conseguido quitar. De Gstaad, sólo conocimos la zona de Gsteig - Eggli , ya que el día que intentamos ir a Schönried (sonríe para los amigos, jejeje) debido a la lluvía, sólo tenían dos pistas abiertas, por lo que no merecía la pena, lo que me permite tener una excusa para volver algún día.
La primera imagen que se me queda en la memoria, es la de como se vive en los Alpes el tema de la nieve.
Que buen día que nos hizo, nada hacía presagiar el desastre de los siguientes días
Gstaad, entre pinos y una nieve estupenda, te permite llegar a unas buenas cotas utilizando estos aparatejos endemoniados
En cuya cima, tomándote un refrigerio a todo lujo
se pueden contemplar vistas tan increíbles como éstas
Estaba tan buena la nieve, que poco tiempo perdíamos para hacer fotos, pero la verdad, es que habían sitios mágicos cuyo retratamiento era ineludiblemente obligatorio.
El caso es que por muchos sitios, se veía que la cosa andaba escasita de nieve, pero desde luego, no en pistas
Estas formaciones rocosas me recuerdan un poco a los retratos que nos ofrecen otros foreros sobre Lei Dolomiti (asignatura pendiente) y pienso que si allí es tan impresionante como aquí, están mas que justificadas las alabanzas dolomíticas.
Impresiona ver esas formaciones tan cerca, subiendo además en un telecabina que al lado de estas imponentes rocas parece muy frágil.
En fin, como podéis ver, la estación, al menos este sector (sector 3) está bastante bien. Nivel de esquí bueno y poca saturación. Me llamó la atención la cantidad de españoles que visitan esta estación, coincidimos con unos cuantos y eso en pistas.
Por supuesto, al caer la tarde, no podíamos dejar de visitar la villa, y ver, que no comprar, las tiendas de lujo.
O pasearnos por los alrededores de los hoteles de lujo.
En la que las marcas más elitistas, como Don Perignon, hacían lo que fuera para llamar la atención (en la foto una figura de hielo)
El caso es que ya a ultima hora de la tarde, empezó a nevar de forma endemoniada
Lo que nos alegraba, porque así tendríamos buena nieve al día siguiente. La carretera, las calles, las casas, se cubrieron de blanco a una velocidad de vértigo, pero la gente ahí hace vida normal, da igual que esté nevando, por lo que nosotros nos mimetizamos y continuamos nuestra visita.
¿Quieres ir aquí?
Sube, que te llevo en mi carro ...
Después del paseo, terminamos la jornada con una opípara cena:
Al día siguiente, nos amaneció nevando, y nos tocaba Les Diablerets
Me sorprendió, para mi era una completa desconocida, pero me gustó incluso más que Gstaad. Ya en la zona del parquin presentaba este magnífico aspecto, lo que prometía, ya que sabiendo de la nevada de la noche anterior, eso esta "pa reventá"
Por supuesto, no podía dejar pasar la ocasión sin dar un guiño a mis amigos chupipandis ...
Pero enseguida nos calzamos los esquís, y para arriba
Nos llamaron mucho la atención estas plantas, cuyas flores rojas daban un toque de color que rompían la armonía gris y blanca del paisaje.
Por ahí anda el glaciar ...
Y este quiere ir pallá.
La verdad es que algunas zonas te daban la sensación de estar en una zona salvaje y virgen
Y aquí teníamos nuestras herramientas que nos permitirían atravesarlas
Los paisajes tan espectaculares como los de Gstaad.
Pero enseguida te das cuenta que ahí está la civilización.
Les Diablerets está unida con Villars, y el forfait es conjunto. Y no se andan con chiquitas, el tren se utiliza de remonte.
Una zona espectacular, y eso a pesar de la nevada y la niebla.
Venga, otra vez para arriba, pero mira que son cómodos estos remontes...
Mejor que estos otros
que mira como nos dejan
Me encantan los dias de nieve en la montaña, poca gente, nieve recién caida sin parar y además nos permite llegar al coche esquiando ...
Coñe, que se me olvida quitarme los esquís para los estiramientos finales, jajaja
Por la tarde-noche, paseito por el pueblo de Les Diablerets ...
Donde sin ruedas de invierno la verdad es que sería un infierno circular por ahí ...
Y claro está, a la hora de cenar, no podíamos dejar pasar una cena con Foundie de queso en toda regla, ÑAMMM, ÑAMMMM ...
El tercer día nos amaneció LLOVIENDO . Aún así pensamos que a lo mejor arriba sería nieve y nos dirigimos de nuevo a Gstaad, pero a la ya mencionada zona de Schönried. El caso es que ahí estaba lloviendo y tenían dos pistas abiertas, por lo que decidimos entonces que si en algún sitio tiene que estar nevando, éste sería en el glaciar.
Efectivamente, en el glaciar estaba nevando, pero cuando subimos, además de nevar, estaba soplando un viento de la leche y encima con niebla. Vamos, un día dulce. Las pistas roja y negra que llegan hasta abajo estaban cerradas, por lo que sólo quedaba una pista roja y dos verdes, con remada incluida, vamos un rollo. Por lo que después de unas pocas bajadas en la única pista roja abierta, decidimos que es hora de irse para casa con sensación de haber perdido el día y haber tirado el dinero.
Al día siguiente, también amaneció lloviendo, por lo que desistimos siquiera de intentar esquiar, así que decidimos ir a conocer Zürich ya que nuestro vuelo no salía hasta las 19.30 h.
Lo primero que nos asalta a la vista es el campanario de la abadía de Fraumünster. Estaba prohibido hacer foto en el interior de los monumentos, por lo que sólo dispongo de imágenes del exterior, pero merece la pena la visita por sus magníficas vidrieras.
Paseando por sus calles, podemos ver maravillas de esta índole.
Y la catedral, que destaca si vas caminando por la rivera del río Limmat.
El ayuntamiento tiene una construcción simple, pero un paisano que en esos momentos nos vio contemplándolo se nos puso a explicarnos la historia del edificio, construido en el siglo XVII y de estilo renacentista, y que se construyó sobre otro de la época medieval y cuyos pilares se encuentran en el propio lecho del río.
Por supuesto, también teníamos tiempo para visitar tiendas y pensar en algún que otro regalito. Quizás, estos no ...
El paseo es muy agradable, pero ir en coche, pues no penséis que son tan pacíficos y civilizados como en el resto del país, glups...
Allá donde mires, encuentras curiosidades, como este hotel que tienen un monumento a la cigüeña, vete a saber por qué.
Al final del río hay un inmenso lago en el que se pueden practicar deportes acuáticos
Algunas fachadas respiran historia
Y nos muestran tesoros como estos
Echamos una última mirada a la Großmünster, antes de dirigirnos al aeropuerto.
Bueno, a pesar de que sólo pudimos esquiar la mitad de los días, la verdad es que para ser un viaje improvisado, me dejó un buenísimo sabor de boca, que me obliga a repetir en futuras ocasiones.
Página anterior:
Página 1: Viaje relámpago: Gstaad - Les Diablerets - Zürich
Página 1: Viaje relámpago: Gstaad - Les Diablerets - Zürich