La Mega, su marío (Juanjo), lalemana Carol y EduGoiko acabamos de pasá, junto con otros foreros, una marasfillosa semana en un sitio pú lejano y pú esórtico llamado los árpes dolomitas. Una pena, nosotro qué íbamos tó ilusionao, y ar finá se escribía con “d”, fíjate, si es que no se le puede jasé caso a nuestra amiga Maripepi que es una visiosa y en tó sitio vé na má que cosas libertinosas.
Er caso é que la Mega, que noscribe casi ná en el foro pero se fija musho, vió jase tiempo uno movimiento esstraño destinao a organisá un viaje a un sitio rescóndito y estraño de los arpes der cuá había oido hablá y había leido que era la leshe en vinagre, así que tras arduos peloteos y salamerías varias, la Mega convensió a su marío pa apuntarse los dos ar intrigante evento. Eshé la solisitú en er foro y como siempre, lalemana ráspidamente nos organisó, nos puso firme, nos dio las instrussione necesaria, se buscó la pensión, er coshe de arquilé y los vuelo, y un poco má y nos jase la maleta, jozú shiquilla qué efisiensia de mujé pa organisá las cosas, pa que luego digan, si é que lo alemane erstán donde erstán polque tienen la cabesa mú bien amueblá.
Y er día dé a la jora jáshe, lo cuatro jinete salimos disparao pa Venesia en un vión desde Madrí, jasiendo escala en Milán. Una vé en Venesia, empesó la osdiséa der coche de arquilé. Nos dieron uno grande, pero no vea que shosho que jubo que montá pa meté las cosas ashín dentro. La Carol shevava un ataús que paresía que cabía un fiambre, con la ropa, los esquises, los palos y la tabla de esnous dentro, que la shica é polivalente, a rato está en el lao de la lú, y a rato se pasa al lao oscuro. Semejante bisho no habia forma jumana de metello en er coshe, ni desarmándolo por dentro. Hubo que sacá medio equipaje en mitá der parkin ante la mirada atósnita der resto de pansajeros, y jugá ar tetri en er maletero a vé cómo leshe metíamo tanto engendro en un sitio tan shiquetito. Finasmente hubo que abatí un asiento y mi marío y sho jisimo er viaje má unido que nunca, no por nuestro muto amó, que también, sino polque no había sitio y ademá tol rato me iba clavando una tabla desnou en er sobaco y un palo de esqui en er riñón isquierdo, ar mimmo tiempo que con la oreja sujetaba dó macuto y con la cabesa hasía presión hasia er tesho pa sujetá en plan carmenmiranda una moshila. Una alegria de viaje de verdá.
Er caso é que er camino hatta Corvara, nuestro pueblo de destino, lo shevávamo apuntao de la viamishelín esa, pero a la condustrí Carol, que por supuetto no se le ocurrió dejalnos er coshe a mi marío ni a mi polque shevamo poco tiempo de carné y no se fia un pelo, se le metió entre seja y seja que quería pasá por Cortina pa vé er pueblo, asín que nos apartamo der camino marcado en nuestro papé sacado por la impresora de casalamega, y esa fue la perdisión. No sé cuántos sientos de miles de pueblos de montaña atravesamo, pero una cosa sí que entendimo a la primera: los ingeniero de camino italianos, en sus plane de estudios de la universidá, no tienen la asisnatura de “arsenes”. No saben ni er coló que tienen. Má adelante vimo que les fartan argunas otras asisnaturas, pero esa, es que ni la han olío. Yo iba que me iba a dá un infartos por esas carreteras de tamaño carril-bisi y con unos ñuscos der morirse a la artura der retrovisó, y la Caro que pasaba pol los pueblos como un carlossains cuarquiera. Yo hubo un momento que me dije, Mega, como nos vorvamo a crusá con un autobú en una curva estresha, te va a dá un infrarto aquín mimmo y te van a tené que jincá un jeringo como er de Pulfistion en tól corasón pa reanimarte. Qué mal trago por dio, qué nervios y qué descomposisión.
Finasmente shegamos a la puñetera Cortina de las narises, que pa lo que costó encontrarla ya podía habé sio de seda persa la mucabrona, polque ar finá ni vimos ná ni teníamos cuerpo de vé na. Asín que despué de pará en un hoté y preguntá a un amable lugareño cómo cohone se shegaba a Corvara, pusimo rumbo ar paso Falsarego, que é otro trago de carreterita que si shego a pishá yo ar diseñadó lo corro montaña abajo a esquiasos. Er coshe pegaba cá culetaso con er hielo en las curvas que yo pensaba que nos despeñábamo, pero la Carol ar volante é implacable y esha controlaba la másquina como una amasona, ar mimmo tiempo que lo tres cospilotos resábamo lo que sabíamos.
De tó esto no tengo ninguna afoto polque la cásmara de foto y de vídeo se me había quedao en un macuto debajo de la tabla de esnou y entre unos esquis y una maleta, así que cuarquiera remeneaba er invento hasta shegá ar destino.
Cuando por fin shegamo ar pueblo, y encontramo la dishosa pension Balbona, sentimo un alivio incomparable, después de dose hora de viaje y de insertidumbres. En la pensión nos esperaba la abuela Balbona, Frau Blujer y Frau Kartoffen, que fueron nuestras anfitrionas durante esta semana inosvidable, y que junto a Frau Aspiraten (la que limpiaba por la mañana), nos hisieron nuestra estansia mú agradable.
Lo má curioso que descubimo ná má shegá é la cosa der idioma. Tu te vá a los arpes italianos y te esperas que er idioma sea er italiano, pero no, ashín tó quiski hablaba alemán. Con lo cual la Carol estaba en su tinta, la tia cómo parloteaba en German, comunaloca, y los demás la mirábamo con cara atósnita, sin entendé ni papa pero notando que lo jasía mú bien. Menos má que venía porque no vea tu, toa la vida estudiando inglé pa etto.
Pos ná, desisimo er equipaje (usease, abrimo la maleta y la vorvimo a serrá) y nos fuimo resbalando par pueblo a vé qué tá se respiraba ashín.
Nos dimos un vortorio por la única sona que tenía argo de vida y encontramo, grasia a la ayuda de un shavá mú mono que nos indicó, el pub “Tocami”, y ashín que nos fuimos a tomá unas birras. Fue en ese momento cuando no dismos cuenta de que aquello era pijo hasta desí esnúpi. Er pús en cuestión estaba decorado en pijo total, nada de rústicos bare de montaña como estabamo acostumbrao en los arpes franseses. Ashín las camarera paresían sacadas der concurso de miss italia y shevavan uniforme y tó. Joé qué nivé, acojonao nos quedamos.
Pero lamentablemente la vida nosturna se limitaba a dos pubses, así que enfilamo pa la Balbona a echar una meresida cabesadita y a descansá pa cojén con gana er primé dia de esqui dolosmístico. Pa que no digai que no sus pongo ná de nieve, estas fotishos están jeshas er primer dia de esqui, er domingo 8, desde er pueblo, un poco ante de empesá a esquiá. Mañana pol la tarde seguiré contando cosita, que nos ha pasao de tó.
T’luegonnnn!!
(continuará...)
