El
otro día vimos cómo en la nieve virgen se esquía prácticamente igual que en
la pista y que, si encontramos dificultades, no es exactamente porque la nieve
virgen sea más difícil, sino porque, igual, en la pista fácil cometemos
errores que el fuera de pista no nos perdona tan amablemente. Lo que siempre se
ha dicho vamos: que lo que hay son malos o buenos esquiadores y no nieves buenas
o malas. Decíamos que concentrándonos en cortar en la nieve las cosas eran más
fáciles y que, con la velocidad y el radio de giro adecuados, la nieve
virgen puede proporcionarnos extraordinarias sensaciones.
Pero
es verdad que aunque yo no crea en las nieves malas, haberlas haylas, y
una de esas costras con una manto de nieve pesada debajo o una de esas placas de
viento con zonas blandas alternando con hielo y peces, no es el lugar más
apropiado para lucirse.
Para
ser un “pro” de las nieves fuera de pista no hay que tener sólo técnica,
sino que hay que estar en forma y hay que esquiar mucho: hay que tener
callo, porque dominar las nieves malas es una cuestión de sensaciones,
de tener en la “memoria muscular” un gran repertorio de experiencias motoras
y de ser capaces de regular el movimiento para adaptarse a los cambios
constantes de las circunstancias y el terreno.
Hay, no obstante, un par de
truquillos para parecerse a los “pros” y, como he dicho, haciendo muchos kilómetros
y usando estas técnicas, terminaremos esquiando con fluidez casi en cualquier
circunstancia.
1.
Absorber la compresión.
Si
recordamos lo que decíamos sobre los giros cortos conducidos, vimos que muchos
buenos esquiadores efectúan los virajes mediante la técnica de distensión
y absorción. En las nieves cambiantes, como por ejemplo en la costra, al
principio nos resultará más fácil iniciar los virajes por extensión, pero en
estas condiciones, con objeto de desequilibrarnos lo menos posible, es muy
efectivo absorber la compresión del final del viraje e iniciar los giros
gracias a esta técnica, distendiendo luego las piernas para describir la
siguiente curva. Uno de los requisitos para poder hacerlo es bajar lo
suficientemente rápido, pero si ya hemos leído el párrafo sobre la velocidad
adecuada, je, je, esto no supondrá ningún problema.
Gracias
a que estamos focalizados en los pies tratando de cortar con los cantos,
notaremos fácilmente cuándo se termina la curva y llega el momento de
mayor presión. Si relajamos las rodillas a medida que llega la compresión,
nos encontraremos iniciando el siguiente viraje sin que nuestro centro de
gravedad se haya movido apenas. Absorber la compresión del final del viraje nos
permitirá esquiar muy equilibrados y contribuirá a que la presión que
realizamos con los cantos sobre la nieve sea más o menos constante. Esto
facilitará el deslizamiento, nos hará ahorrar energías y bajar fluida y
eficientemente.
2.
Utilizar los bastones como referencia.
La
clavada de bastón resulta crucial para ejecutar bien los virajes, sobretodo al
tratar de esquiar como hemos explicado, con absorción y distensión. Utilizar
los bastones nos ayudará a mantenernos equilibrados y centrados porque, aunque
parezca increíble, el bastón, entre otras muchas cosas, funciona como una
especie de sensor de la situación espacial: cada vez que lo clavamos nos
dice dónde estamos, cuánto nos inclinamos, en suma, en qué posición nos
encontramos.
Y esto es casi todo. Sin
olvidar que, esquiar fuera de pista no es sólo una cuestión de técnica y,
sobretodo, que allí lejos, en la montaña, en las nieves difíciles, lo más
importante aparte de la seguridad y el sentido común, son las
sensaciones y, por encima de todo, el placer.
¡Buenas
huellas y Felices fiestas!
Carolo © 2001
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