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Última actualización: 22/04/2024 a las 20:28:35 (CET)

Técnica de baches

Técnica de baches

Los baches intimidan a muchos esquiadores; sin embargo, la cresta de una bañera es una zona del terreno menos empinada donde se frena mejor y donde, además, los esquíes pivotan estupendamente ¿para qué queremos más?

La semana pasada no quedamos bajando por una pista de baches con no muy buena técnica, pero al menos con una buena actitud hacia la pendiente. Cuando ya somos capaces de ir de cara a la pendiente y encadenar una bache tras otro gracias a la acción de los bastones - aunque sea malamente - es cuando estamos preparados para mejorar la técnica e ir, poco a poco, aumentando la velocidad y la dificultad. 

Para ello será necesario aprender a absorber aunque, en contra de lo que piensa la mayoría, en los baches no se baja siempre absorbiendo, sino que si vamos muy despacio, se puede perfectamente esquiar en flexión–extensión sin necesidad de amortiguar. Absorber es cuestión de velocidad e, igual que en la pista lisa, si bajamos despacio tendremos que usar una extensión para iniciar cada viraje. Sólo cuando se baja rápido es realmente necesario absorber y utilizar una técnica más depurada. 

Al hilo de esto, para aprender a bajar bien baches es muy importante dominar ese giro corto que se hacía antiguamente con los pies juntos y por flexión-extensión: flexiono derrapando hasta apoyarme y, para iniciar la otra vuelta, hago una extensión pivotando planos los esquíes. Esta forma de esquiar hará llevarse las manos a la cabeza a cualquier ortodoxo moderno y nos dirá que así no se esquía, que eso está mal y no se qué más, pero al que mantenga esto, que trate de bajar los baches a saco haciendo carving y que luego venga y nos lo cuente.... hay que meterse algo en la cabeza: en los baches la prioridad no es conducir ni acelerar, sino mantenerse equilibrado, con la velocidad controlada y con los esquís en contacto con ése terreno cambiante e irregular. 

Como iba diciendo, al principio bajaremos flexionando progresivamente y derrapando por la ladera de la bañera – arañando la nieve - hasta apoyarnos en la cresta del bache; llegados aquí, haremos una extensión para iniciar la vuelta y hacer apuntar las espátulas hacia la siguiente bañera. A medida que vayamos aumentando la velocidad notaremos dos cosas: primero que la flexión será cada vez más pasiva y que la propia ondulación me obligará a hacerlo para absorber, o sea, no tendré que preocuparme de flexionar y girar, sino que el propio bache lo hará por mí. En segundo lugar, que necesitamos una extensión cada vez menor para iniciar el viraje y que, llegará un momento, en que esta extensión no será ya necesaria para iniciar la vuelta, pues el simple hecho de que mi torso mire hacia el siguiente bache (ya que le estoy lanzando el bastón en ese justo momento), hará a los esquíes dirigirse hacia él en cuanto sobrepasemos el de arriba. 

Aquí es donde viene lo bueno, ya que como hemos repetido mucho los gestos los tendremos automatizados y, la extensión que antes usábamos para pivotar en lo alto de la cresta del bache, ahora la utilizaremos para seguir manteniendo los esquís en contacto con el suelo; por lo que la primitiva extensión se habrá convertido ¡magia! en distensión. Sin darnos cuenta, aumentando progresivamente la velocidad en los baches, habremos aprendido la técnica de la absorción distensión de forma espontánea, sin que nadie haya tenido que darnos instrucciones complejas ni hacer ejercicios raros para ello. Esto tiene una explicación sencilla: si uno, en lugar de preocuparse mucho por la técnica, piensa más en las sensaciones y en los fines que persigue, adquiere las destrezas inconscientemente, porque la técnica no es algo artificial o una invención de los entrenadores o los libros, es, simplemente, la manera más funcional que encuentra el cuerpo para desenvolverse en cada circunstancia. 

Esto ocurrirá, por supuesto, si tenemos claro que vamos “pensando” cuesta abajo y buscando la centralidad, atacando para ello con el bastón sin nunca olvidarnos de distender enérgicamente las piernas para que hagan de amortiguador. Lo que no es poco, je, je, pero entrenando mucho, pasito a pasito... 

 

Como vemos en la figura, el capítulo de hoy se resume en el aprendizaje de los mecanismos de amortiguación. El movimiento de las piernas es lo que nos permite, en suma, mantener ese equilibrio y ese contacto del que hablamos tanto. Por ejemplo, lo típico es que cuando un ha llegado a una bache y lo ha absorbido, se olvide de la distensión y se quede agachado; en esta posición es difícil moverse y el centro de gravedad se desequilibra pero, sobretodo, cuando uno llega al siguiente bache no tiene recorrido en las piernas para amortiguar. El movimiento vertical de las piernas tiene que ser, pues, muy activo, pero creo, no obstante, que no hay que obsesionarse con la técnica de la absorción, pues se aprende de manera natural con la práctica, si uno tiene claro que la prioridad es permanecer equilibrado. 

Cuando somos capaces de hacer lo que sale en la foto, esquiar centrados, paralelos a la pendiente, con gran anticipación del bastón, entonces ya podemos empezar a pensar en otras cosas más espectaculares como bajar a capón, je, je. Hasta la semana que viene. 

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