Internacional
el 24/2/2007
5
6604
4
St Moritz. En este mundo hay gente que hace vacaciones y gente que no, quien veranea y quien hiberna, el presto a tumbarse y el que prefiere la aventura. En una España adicta a la horizontal de la playa es difícil entender la cultura centroeuropea del frío: el gusto de calzarse guantes y sombrero, bajar a tomar un vino caliente en medio de la plaza nevada, sentarse a bajo cero y paladear un café con una manta sobre las rodillas, o hacer cola ante un gélido quiosco para tomarse un helado. En St Moritz nacieron las vacaciones de invierno, cuando los más ricos descubrieron que el frío, entre pieles y velas, podía ser locamente romántico.