Mientras en Europa, y especialmente en España, la vacunación contra el COVID-19 va a buen ritmo, en otras zonas del planeta el porcentaje de inmunizados está siendo muy discreto. Es el caso de Nueva Zelanda y Australia, donde apenas el 18 y el 20% de su población respectivamente, han puesto su antebrazo al servicio de la aguja.
Así, no es de extrañar que cuando hace una semana se detectó en Nueva Zelanda un solo caso local, se ordenó paralizar casi todas las actividades del país, entre ellas la de las estaciones de esquí. En Australia un brote de positivos en Victoria, ha causado los mismos problemas.
Así, por primera vez desde que comenzó la pandemia a principios de 2020, actualmente no hay estaciones de esquí abiertas ni en Nueva Zelanda, ni desde este fin de semana en Australia, después de que las restricciones de Melbourne se trasladaran también a los estados con turismo invernal. El bloqueo durará durará hasta el 2 de septiembre. Los complejos turísticos de Nueva Gales del Sur podrían abrir antes, si se les deja ponerse en marcha a partir del próximo sábado 28 de agosto.
Al comienzo del invierno había un aire de optimismo entre los esquiadores y residentes de las regiones alpinas, así como las estaciones de esquí de ambos países, pero ese optimismo comenzó a desvanecerse cuando Sydney entró en bloqueo de dos semanas el 26 de junio, mientras que Melbourne y la región de Victoria han estado entrando y saliendo del confinamientos desde finales de junio.
Cuando se abrió la burbuja de viajes a través del mar de Tasmania en abril, los centros invernales de Nueva Zelanda estaban ansiosos por dar la bienvenida a los esquiadores y practicantes de snowboard australianos, y lo hicieron durante algunas semanas al comienzo de la temporada. Desafortunadamente, la burbuja estalló cuando el vuelo sin obligación de cuarentena entre los dos países se suspendió el 24 de julio y no se espera poder reanudar hasta al menos el 17 de septiembre, debido al creciente brote de Delta en Sydney. Luego, la semana pasada, un caso en Auckland, procedente de Sydney, condujo a un bloqueo de tres días en toda Nueva Zelanda, que ahora se ha extendido hasta el próximo jueves como muy pronto.
Así, 18 meses después de la pandemia, las cosas están peor en la industria del esquí de Australia y Nueva Zelanda que el invierno pasado, lo que hace preguntarse cuanto van a poder aguantar las estaciones dirigidas por pequeñas empresas e incluso los comercio e industria que vive de los esquiadores.
En Europa y Estados Unidos se espera que la situación sea totalmente distinta. En el país norteamericano ya se trabajó el año pasado pese a la pandemia, y con muy buenos resultados, en más de un caso con récord de esquiadores. Por su parte en el viejo continente, aunque tres países lideraron un cierre de parte de las estaciones de esquí europeas, el ritmo de vacunación actual, que va del 60 a más del 70%, hace asegurar prácticamente que para el invierno la cifra sea ya lo suficientemente alta como para poder abrir con más normalidad que el año pasado.