Barcelona fue la primera sede que quiso ser olímpica en verano y en invierno. De aquella propuesta, que se preparaba para los '80, quedó tan solo la edición de 1992. Hace unos años volvió a querer intentarlo con una propuesta más seria, aunque nunca llegó a materializarse, así que cuando Pekín organice su ceremonia de apertura este próximo mes de febrero, se convertirá en la primera ciudad de la historia que logra ser sede olímpica tanto en verano como en invierno.
No solo eso. La actual situación de pandemia causada por el COVID, hará que de nuevo, desde la ceremonia de clausura de la edición de verano a la de apertura en invierno, pasen tan solo seis meses. Y es que la cancelación el año pasado de los Juegos Olímpicos en Japón, obligó a reubicarlos en este 2021.
Los Juegos Olímpicos de Invierno están programados para celebrarse del 4 al 20 de febrero. Para China será un momento de gran orgullo, y por ello no ha escatimado en gastos para organizarlos lo mejor posible, sabedora de que el mundo entero le estará examinando.
En Pekín competirán 3.000 deportistas en 109 disciplinas, siete de ellas nuevas, como el esquí de montaña, donde España es una de las potencias, y nos podría traer la primera medalla olímpica invernal de este siglo. Habrá 12 sedes de hielo y nieve, repartidas por Pekín y las montañas de la vecina provincia de Hebei, para el patinaje, esquí o snowboard.
Pekín se enfrenta a dos problemas.
Uno de ellos es la pandemia del COVID, aunque allí la están manteniendo muy a raya con el objetivo de no tener que enfrentarse a la misma situación que en Tokio 2021, donde no pudo verse público en las gradas.
Por eso, todavía no ha abierto sus fronteras a extranjeros desde marzo del año pasado. Y por lo que parece, así van a seguir hasta el mismo mes de febrero. Aquel que quiere entrar en China, debe pasar unos muy estrictos controles de sanidad, que incluye una cuarentena que no se está saltando ni los observadores de la OMS
Si todo va bien, y los nuevos brotes del coronavirus no les da un susto, se podrá ver público en las gradas, aunque todos serán residentes en el país. Ningún problema, porque si de algo hay mucho en aquella parte del planeta, son chinos.
El otro problema al que se enfrenta es un posible boicot que bajo el el hashtag #NoBeijing2022, representantes del Tíbet, de la minoría musulmana uigur, Hong Kong, Taiwan y el sur de Mongolia trataron de presionar con manifestaciones fuera de China al Comité Olímpico Internacional (COI) para que cambie la sede de los Juegos de Invierno.
Otras organizaciones en Alemania, Estados Unidos o el Reino Unido tratan de sumarse, aunque nada hace parecer que a seis meses de los Juegos nadie quiera bajarse por algo que podría acusarse también a otras sedes de competiciones internacionales, como la del Mundial de Fútbol en 2022. Además de que cualquiera de esos países que piden el boicot, cuenta con un extenso currículum de situaciones similares en sus guerras coloniales o actualmente en medio oriente.
Mensaje de John Eliasch, Presidente de la FIS
Por su parte, el Presidente de la FIS ha publicado una carta en la que expresa su deseo de que los Juegos de Peki 2022 se cierren con éxito, al tiempo que muestra su preocupación por las consecuencias del Coronavirus,
El camino a Pekín no será fácil. Si hay algo que nos ha enseñado el último año y medio es esperar lo inesperado y estar preparados para cada escenario.
Si bien la tecnología moderna nos ha permitido combatir el virus Covid-19 a un ritmo rápido, aún no se ha erradicado y continúa representando una amenaza para nuestra vida diaria. Debemos aceptar que, al igual que en Tokio, la pandemia puede afectar los Juegos Olímpicos de Beijing.
De todas maneras, se muestra esperanzador después de ver que la cooperación entre los diferentes actores que han participado en la organización de los Juegos, han permitido cerrar sin apenas casos, pudiendo desarrollarse unas competiciones con relativa normalidad,
Como señaló el presidente del COI, Thomas Bach, en su discurso de clausura: “Estos fueron unos Juegos Olímpicos sin precedentes. Nos obligó al COI y a nuestros socios y amigos japoneses, un esfuerzo igualmente sin precedentes para hacerlos realidad. Pero fue una prueba de que cuando todos trabajan por un objetivo común, todo es posible.