Durante el mes de febrero, muchas estaciones de esquí del Pirineo y los Alpes vieron cómo sus pistas se volvían amarillas después de que un frente de borrascas viniese acompañado por nubes de arena del Sahara.
El cielo cambió de color durante muchos días. En algunas zonas de España no se veía un ciclo tan prolongado sin sol, desde hacía muchos años. Posteriores exámenes en estas zonas de montaña, han lleyado a encontrar partículas radiactivas, aunque en una cantidad tan ridícula, que no supone peligro alguno.
Estos inconvenientes no son nada comparados con lo que podría suceder si se repiten estos fenómenos meteorológicos. Y es que según un estudio publicado en la revista New Scientist, la arena del Sahara podría incrementar el riesgo de avalanchas en los Alpes franceses.
La caída de polvo del Sahara, combinada con otros factores, como el grosor de la nieve, la altitud a la que se produce el fenómeno o la inclinación de las laderas de las montañas, podría desestabilizar la capa de nieve y derretirla más rápido, según los científicos.
Al haber arena, la nieve se derrite más rápido.
“Los investigadores encontraron que cambiar la cantidad de luz reflejada, a medida que la nieve se oscurece, provoca un aumento en la energía que ingresa a la capa de nieve, lo que aumenta su temperatura y acelera su derretimiento”
Tenga en cuenta que estas conclusiones científicas se hicieron después de simulaciones numéricas y no han sido objeto de un estudio concreto en el terreno.
En febrero y marzo, en muchos países de Europa, el polvo de arena del Sahara no solo ensució los parabrisas de los coches y las pistas de esquí. También había provocado en parte un aumento de la contaminación al detectarse un incremento de partículas finas.