Austria, que a día de hoy mantiene cerradas todas sus estaciones de esquí, ha anunciado que el día 24 de diciembre permitirá la apertura de nuevo. Pero sin hoteles ni restaurantes o bares. Es decir, para todo aquel que sea capaz de llegar e irse el mismo día. También se vigilará a aquellos turistas con matrícula extranjera, sobre todo en controles policiales por las autopistas alemanas. Holanda tampoco quiere ver a sus ciudadanos dando vueltas por las pista del Tirol, y el Reino Unido tampoco venderá viajes a los Alpes. Todo un bloqueo que ha obligado a replantearse las cosas.
Y en la misma tesitura se encuentra Suiza. Ambos países quieren hacer valer su independencia frente a los intereses de Merkel, Macron y Conte y van a mantener sus remontes en marcha, pero no les va a quedar otro remedio que adaptarse a la situación: no habrá turistas extranjeros.
Este próximo viernes el Consejo Federal de Suiza anunciará las medidas que se va a tomar para restringir el turismo de los deportes de invierno durante las navidades. Allí las estaciones sí están abiertas. Al menos las que acostumbran a hacerlo en esta época de año. El borrador que se ha filtrado propone estas dos opciones:
1) Las estaciones de esquí podrán acoger un tercio del número de jornadas de esquí diarias vendidos la temporada pasada.
2) El número de clientes se limita al 80 por ciento del promedio de las vacaciones de Navidad de los últimos cinco años.
En los dos casos, los locales de restauración cerrarán en todas las estaciones de esquí a las 15h. Tiempo más que suficiente para que el esquiador pueda comer, teniendo en cuenta los horarios de comidas con los que se mueven en Europa.
La propuesta también reducirá la capacidad de telecabinas y teleféricos a un tercio, se obligará a llevar mascarillas en las colas de los remontes y a aplicar una distancia social. Son medidas que las estaciones de esquí en Suiza ya están obligando por propia decisión.