Y es que el ex-país, ahora región china, está asentado sobre una enorme zona montañosa que ocupa el 25% del territorio chino. Aquí hay cinco picos de mas de 8.000 metros, mas de 70 cimas que superan los 7.000m y no menos de 1.000 montañas que alcanzan la cota 6.000. Con una altitud media de 4.500 metros sobre el nivel del mar, aquí se dan una de las mejores condiciones de nieve del planeta, y los chinos tampoco se han olvidado de eso.
Desde la invasión, uno de los principales motores económicos ha sido el turismo. Hasta allí se han subido autopistas y hasta el 'tren de las nubes', construido en 2009 por los mismos chinos después de que empresas europeas se negaran por el peligro que acarreaba el que las vías tuvieran que atravesar un glaciar. Pero ahí sigue hoy en día, llevando miles de turistas cada año y despojando de esta manera de la cultura tibetana que podía quedar.
El Gobierno chino quiere ir más allá y quiere atraer gente también en invierno. Por eso ya ha aprobado la construcción de toda una estación de esquí cerca de Lhasa, la capital de la Región Autónoma del Tibet, dentro del 13 Plan Quinquenal (2016-2020).
Al mismo tiempo se ha firmado un programa de formación de esquiadores para que puedan participar en los Juegos Olímpicos de Pequín 2022. Según el subdirector de la Oficina de Deportes de la Región Autóonoma del Tibet, allí pueden estar los mejores deportistas en deportes de nieve dadas las condiciones en las que viven todo el año, por altura y temperaturas. De hecho al presentar el proyecto quiso recordar que en la reciente Sohu Cup 2016, una competición de esquí de montaña, se presentaron 4 tibetanos a los que formaron solo 90 días antes y uno de ellos acabó en octava posición.