No le duelen prendas a Jerome Valcke al decir que, en su opinión, "el Mundial tendrá lugar entre el 15 de noviembre y el 15 de enero". Fechas que la FIFA desmintió de inmediato para no tener que dar explicaciones a su pléyade de socios. El primero de todos, el Comité Olímpico Internacional. Así que Joseph Blatter con un mano da y con la otra... "No organizaremos la Copa del Mundo en enero y febrero. Sería una absoluta falta de respeto para la familia y la organización olímpica [...]", dijo el presidente de la FIFA y también miembro del COI el pasado mes de noviembre. Aunque su verdadero razonamiento era más bien éste:
"También hemos consultado con nuestros socios financieros y con nuestros socios de la prensa. Son tantos los socios diferentes que trabajan a la vez con la FIFA y con los Juegos Olímpico que no se pueden simultanear las dos competiciones".
Dinero. Negocio. Pasta. Parné. Money. Llámelo cada cual como quiera, pero es lo que hay y las federaciones menores lo saben. "Se creen los reyes del mundo y hacen lo que quieren". El suizo Gian Franco Kasper estaba más que dolido cuando pronunció tales palabras. No le falta razón al presidente de la Federación Internacional de Esquí (FIS, por sus siglas en inglés), quién ha comenzado una campaña junto a las federaciones de los diferentes deportes de invierno (bobsleigh y skeleton, luge, biatlón, hockey hielo, patinaje y curling) para frenar un Mundial en el invierno europeo. Que les hagan caso ya es otra cosa, aunque, para su fortuna, en este viaje contarán con el apoyo de inesperados compañeros.La gran amenaza para la FIFA
Con el movimiento olímpico en contra, la gran amenaza para la FIFA es, precisamente, uno de sus mayores aliados. La UEFA no entrará en ninguna guerra con su hermana mayor, pero ya ha dejado caer que un Mundial en invierno sólo sería viable en enero, coincidiendo con el parón de la Champions League. Unas fechas que tampoco le importan nada a la Premier League inglesa, probablemente la liga del viejo continente más opuesta a las intenciones de Blatter si ello implica tener que renunciar a su tradicional Boxing Day y los ingresos que de él devienen.
¿Y el resto de ligas? En Alemania coincide con el parón invernal, pero en España, Francia e Italia aún se disputan partidos. Por mucho que Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional, insista en que sería una simple cuestión de "hacer un esfuerzo" para cuadrar los calendario. Planificación, en resumen, en la que habría que incluir a los clubes que, al fin y al cabo, serían los que cediesen jugadores mediada una temporada y con los riesgos que ello implica.
¿Y los jugadores? ¿Estarán dispuestos a renunciar a sus escasas vacaciones navideñas para permanecer en Qatar durante el torneo? ¿Y las televisiones que ya han firmado sus contratos? Demasiados interrogantes aún con dos Copas del Mundo de por medio. Demasiados problemas para un evento que nació viciado y que sin duda encontrará su lugar en el calendario pero, como dice el refranero, nunca llueve a gusto de todos. Y menos en Qatar.
