Un detalle que provocó desde bromas sobra la austeridad que Merkel se autoimpone hasta especulaciones de la prensa amarilla germana sobre la posibilidad de que el origen de la aparatosa caída de Merkel estuviese relacionado con la antigüedad de los esquíes, pasando por expresiones de patriotismo. “El pasado 23 de diciembre se vio a Angela Merkel hacer esquí de fondo en Saint Moritz. Estamos orgullosos de que utilice esquíes Germina. Si bien el modelo no es el más moderno, son esquíes alemanes”, rezaba un texto publicado en la página web del fabricante, según informaba ayer la televisión internacional alemana Deutsche Welle.
Más allá de la anécdota de los esquíes, lo cierto es Merkel es una persona de costumbres en lo que a vacaciones se refiere: en verano, la canciller suele decantarse por caminatas en el sur del Tirol, región situada en el norte de Italia. Y en invierno, suele apostar por practicar esquí de fondo en el pequeño pueblo de Engadin, en los Alpes suizos, muy cerca de Saint Moritz, localidad que suele atraer a la jet set europea y no europea. En todo caso, Merkel se suele decantar por descansar en la montaña pese haber dado los primeros pasos de su carrera política en su actual partido, la CDU, en una región costera como Mecklemburgo, en el noreste de Alemania.
Menos conocida es la afición de Merkel por la mar; una afición de la que informaba el pasado octubre el tabloide alemán Bild Zeitung. A la mujer más poderosa del mundo también le gusta pasar unos días en la isla italiana de Isquia, que ya lleva visitando desde hace 20 años. ¿Sus principales ocupaciones durante sus vacaciones en la isla?: pasear, comer lo típico (pasta, pizza, pescado…), beber vinos regionales poco pretenciosos y hablar con los pescadores locales, con los que intenta conversar con sus rudimentarios conocimientos de italiano.