Cuatro miembros del Club Alpino Tajahierro descendían rápido de esta zona, ubicada a unos dos kilómetros del área esquiable de la estación de Alto Campoo, dónde habían realizado las tareas de marcaje de pistas para la prueba de esquí de montaña que se celebró el día siguiente, cuando oyeron gritos. Al volverse se percataron de la avalancha de nieve «de dimensiones extraordinarias para esta zona» y vieron «flotar» en la parte alta del alud a una persona que gritaba. Como especialistas en la materia, colocaron rápidamente las pieles de foca es sus esquís para ascender hasta dónde se encontraba Pablo.
El joven fue localizado cubierto de nieve hasta los hombros y con una camiseta de manga corta como abrigo. Cuarenta minutos excavando con manos y esquís fue lo que tardaron en sacar al joven de aquella fosa de prácticamente dos metros de profundidad. Para Óscar Agosti, miembro del Club Tajahierro, fueron minutos «realmente duros», ya que la solidez de la nieve, la estatura del joven y las raquetas ofrecían una resistencia enorme.
La versión de Pablo
Pablo narró al periódico Diario Montañés cómo sucedió todo:
Inmediatamente, Pablo se cayó y la nieve le arrastró unos 300 metros.
Con la niebla no se veía a nadie, pero había oído hablar a unos esquiadores que debían de estar cerca (eran los que estaban balizando), y me puse a gritar pidiendo auxilio».
Una vez me sacaron, y viendo que no tenía nada (sólo unas heridas de roces en las manos), me puse las raquetas y bajamos al refugio de Solvay donde estaba la Guardia Civil de Montaña. Según me han dicho tuve mucha suerte porque el desprendimiento me cogió en la parte de arriba y por eso no me enterró mucho».
Durante estos días, señalan los técnicos en nivología, hubo riesgo de 'placas de viento' en todas las laderas sur del circo de Alto Campoo y donde cortó, en la mañana del sábado, cuando paseaba el joven campurriano, se reunían todas las condiciones para producirse una rotura. Pero la avalancha se produjo por una sobrecarga ocasionada, con toda seguridad, por el deportista al pisar en esa zona, situada a 2.000 metros y a escasos 30 para culminar la cumbre del Collado de Solvay.
Ante el aumento de deportes como la travesía con esquí o raquetas, se están demandando estudios sobre los aludes y los factores que hay que tener en cuenta a la hora de analizar la estabilidad de una ladera.
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