Buena prueba de la alta afluencia es que la escuela de esquí se quedaba sin monitores antes de las once de la mañana o que las colas para comer en la cafetería o simplemente tomar un café se hacían inmensas, según explican los responsables. Otro tanto puede decirse de los remontes y de los alquileres de material, donde la espera podía alargarse horas. Es obvio, pues, que la capacidad de atracción de un equipamiento deportivo de estas características excede, con mucho, su capacidad y que la estación de esquí se está quedando pequeña para acoger a tanto visitante que procede, en su mayor parte de Madrid, Galicia y Portugal, y que da servicio al suroccidente asturiano.
Los establecimientos hoteleros aledaños a la estación alcanzaron un 100% de ocupación y los visitantes salían bien temprano, sobre las siete de la mañana, de las casas rurales para poder disfrutar de su deporte en condiciones.
Los datos oficiales hablan de que el domingo 4 de diciembre fue el de mayor afluencia con 1.714 esquiadores, mientras que el viernes 26 de diciembre se contabilizaron 1.474, y el sábado 3 de enero y el lunes 29 de diciembre 1.313 y 1.304 esquiadores, respectivamente. La suma de sus acompañantes, por norma general, suele duplicar estos números para hacerse una idea real de cuánta gente había en la cima de Leitariegos.
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