Familia: Es el mayor de ocho hijos. Está casado con María Jesús Vargas desde el 29 de septiembre de 1973. Son padres de Bárbara, Paula y Francisco y recientemente han sido abuelos de un niño que se llama Amable.
Una pasión: El esquí. Fue Medalla de Oro en la modalidad de “Slalom especial” en los Juegos de Invierno de Sapporo, Japón, en 1972.
Una afición: Los toros. Más de una vez lo hemos visto vestido de corto en los ruedos.
Una característica: Es un personaje mediático, habitual de la televisión y algo polémico.
Afrontar un cáncer sin perder el buen humor, sin abandonar las obligaciones, no es fácil, salvo que seas Paco Fernández-Ochoa. Un hombre, un deportista de élite, al que la vida le ha dado mucho, porque él ha sabido ganarse el reconocimiento del público y el cariño de la gente; de sus amigos, de su familia, de María Jesús, su mujer, de sus tres hijos, y de todo aquel que sabe apreciar el esfuerzo.
-Hace meses le detectaron un cáncer, enfermedad de la que habla quitándole la carga dramática.
-El cáncer es una enfermedad más. Nunca imaginé que esto pudiera pasarme a mí, pero cuando aparece, aparece, y tienes que asumir las consecuencias. Frente al cáncer, lo importante es no venirte abajo.
-¿A usted eso no le pasa?
-Pienso que hay que morir, si es posible, como un toro bravo, habiendo realizado una gran faena.
-Una faena, por seguir con el símil taurino, difícil, reconózcalo.
-He tenido la suerte de que la enfermedad me ha tocado a mí, porque si hubiera afectado a mi mujer, a mis hijos o mis hermanos, lo pasaría muchísimo peor. En ese caso sufriría la impotencia, la rabia, pero como me ha tocado a mí apechugo con ello. Mi mejor faena es mi vida en general, por la suerte que he tenido de educarme, de crecer, de vivir en una familia de ocho hermanos, con muchos problemas y limitaciones, pero también con mucha esperanza, mucha fe, mucho trabajo y mucha risa.
-Siendo el mayor, ¿tuvo tiempo de disfrutar de su adolescencia?
-Dos días antes de morir mi padre me dijo: “Paco, ahora te toca a ti. Si has llegado donde estás es porque vales. Sigue con tu trabajo, con tu familia, y, cuando haya que reírse, que a risa no te gane nadie”, como diciéndome “éste es el único patrimonio que te puedes llevar, el resto es algo superfluo”.
-¿Si viviera podría mirarle a los ojos y decirle: “misión cumplida”?
-Sin duda alguna. Mis padres siempre han estado ahí, en un lugar muy positivo, aunque lo estuvieran pasando mal. Yo he visto cómo mi madre, con un cólico nefrítico, daba el pecho a uno de mis hermanos. A mis padres nunca los he visto hundidos, sino luchando por los hijos.
Reportaje a Paquito Fernandez Ochoa