Nieva a mediados de abril, mientras Valgrande-Pajares y San Isidro baten récords de usuarios, pero conviene no confiarse. El cambio climático que se avecina es una realidad y tendrá especial incidencia en las estaciones de esquí. Los meteorólogos alertan de que el calentamiento del planeta traerá consigo en el plazo de treinta años un aumento medio de las temperaturas de dos grados centígrados. Como consecuencia, nevará menos y a mayor altitud. El futuro de las instalaciones invernales de la Cordillera está en entredicho. Los expertos llaman a tomar medidas cuanto antes. Ángel González Pieras, director de la estación de La Covatilla y uno de los mejores especialistas del país en la gestión de este tipo de complejos, asegura que «no podemos hacer oídos sordos al cambio climático, sino tenerlo muy en cuenta a la hora de programar las inversiones para las estaciones invernales que estén por debajo de 2.000 metros de altitud».
Un estudio sobre el cambio climático citado por González Pieras en las jornadas técnicas sobre turismo y nieve celebradas hace unos días en Moreda revela que el calentamiento de la tierra producirá una drástica reducción de las precipitaciones y un retraso en la innivación en las cotas situadas entre 1.500 y 2.100 metros de altitud, en las que se mueven tanto Valgrande-Pajares como San Isidro. Es más, las nevadas se concentrarán exclusivamente entre los meses de diciembre a marzo y los espesores podrían no superar los 40 centímetros. Los expertos consideran que, ante un fenómeno climático que se plantea como inevitable, el futuro de las estaciones de esquí como las de la Cordillera pasa por la instalación de cañones de nieve en las zonas más altas, con el objetivo de asegurarse, al menos, esa superficie esquiable, ya que el más bajo podría darse poco menos que por perdido.
Además, Ángel González Pieras considera que los responsables de las estaciones deben prestar cada vez mayor atención al tratamiento de las pistas, a través de, por ejemplo, la mejora de los sistemas de drenaje. La acumulación de agua «retarda y daña el manto nivoso», asegura el experto.
La preocupación por los efectos del cambio climático en los complejos invernales no es exclusivo de España, sino que se extiende por todo el planeta. Estos días se está celebrando en la localidad andorrana de Soldeu el IV Congreso Mundial del Turismo de Nieve y Montaña. El presidente de la Organización Mundial de Turismo, Francesco Frangialli, aprovechó su intervención en ese foro para alertar de que el incremento de las temperaturas en sólo dos grados, el mejor de los escenarios previsto, supondrá que muchas estaciones pierdan, por lo menos, un mes de actividad debido a la falta de nieve, si es que no se ven abocadas al cierre.
Es más, un informe del programa de medio ambiente de la ONU asegura que la disminución de los flujos de nieve obligará a abandonar o a disminuir la actividad en numerosos centros invernales del mundo. Este mismo trabajo apunta la posibilidad de que las estaciones tengan que elevarse unos 300 metros para ser viables. Y es que, por ejemplo, en la situación actual, sólo el 63 por ciento de los complejos de esquí de Suiza estaría en condiciones de afrontar las consecuencias del cambio climático.
Pese a las advertencias de los científicos, las estaciones de esquí españolas afrontan con optimismo el calentamiento planetario que se avecina. En conjunto, tienen previstas inversiones por valor de 1.000 millones de euros para los próximos diez años. Eso sí, gran parte de los recursos se destinarán a la adquisición de cañones de innivación artificial.
El cambio climático es uno de los principales retos a los que tendrá que enfrentarse el sector de la nieve en los próximos años, pero ni mucho menos el único. Ángel González Pieras asegura que los complejos invernales ya se encuentran inmersos en un proceso de evolución que los ha de llevar, incluso, a replantearse el modelo tradicional de este tipo de instalaciones. Resulta llamativo que mientras Valgrande-Pajares vive el mejor momento de su historia, los principales territorios esquiables de Europa hayan tocado techo de negocio y que, incluso, algunos estén atravesando por una seria crisis que ha llevado al cierre de varias instalaciones, por ejemplo en Francia.
Las conclusiones del Congreso de Turismo de Nieve y Deportes de Invierno de Andorra apuntan como uno de los principales retos que debe afrontar el sector la reconversión de las estaciones de esquí de toda la vida en una especie de parques temáticos de la nieve. Instalaciones «disneylandizadas», como ya son denominadas por los expertos.
Los especialistas consideran que las estaciones que quieran ser viables deben elegir entre dos figuras de desarrollo. Por un lado, grandes territorios de esquí. Por otro, complejos más pequeños, basados en la calidad y en la cultura de la montaña, un modelo asequible y recomendable para las instalaciones de la Cordillera.
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