Las mallas antiavalanchas que se colocaron en el nuevo tramo del corredor del Aller entre Cabañaquinta y la estación de esquí de San Isidro «no son suficientes», aseguraban los usuarios de la vía. Aval de sus protestas es que fue necesaria la intervención de dos máquinas quitanieves y una fresa durante varias horas para despejar la calzada de las toneladas de nieve fresca que bajaron de las zonas altas en forma de aludes.
El alcalde pedáneo de La Raya, Silvino Cordero, fue el primero en dar la alarma sobre los aludes. Llamó al 112 tras encontrarse con una avalancha en Riofrío, cuando intentaba subir a su casa el sábado por la noche.A ésa le siguieron otras, que sepultaron a dos coches y tiraron a otro por un precipicio de 50 metros. No se produjeron heridos, pese a que en uno de los casos el alud entró dentro de un todoterreno «pick-up» conducido por el joven monitor de esquí allerano Borja Gutiérrez, que iba acompañado por Mario Argüelles, Lorena Delgado, Inés García y Javier Velasco. Al verse atrapados en el coche rompieron una luna para escapar de la prisión de nieve, lograron hacerlo a tiempo y dar aviso para que cortasen la vía.
Las máquinas quitanieves trabajaron sin descanso hasta las cuatro de la madrugada del domingo para despejar un carril y apartar a los vehículos sepultados, aunque no pudieron retirarlos hasta el mediodía. A las diez de la mañana la fresa que abrió el acceso al puerto -eso sí, con cadenas- salía de La Raya. Cuando alcanzó la zona en la que dos vehículos estaban enterrados consiguió sacarlos enganchándolos con un cable después de que sus propietarios los desenterrasen parcialmente con palas.
El primero en volver a la carretera fue el todoterreno del monitor allerano, al que la nevada impidió bajar a Felechosa a trabajar en su bar, hacia donde se dirigía cuando lo sorprendió el alud. Luego, la fresa arrastró hasta la carretera un monovolumen de matrícula portuguesa que había sido el primero en quedar sepultada por un alud en Riofrío.
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