Fuertes fué presa de un alud provocado por un grupo de esquiadores que iba por detrás de él. No pudo hacer nada por escapar y quedó sepultado unos dos metros bajo el alud. Una pequeña bolsa de aire que se formó junto a él le permitía respirar y gritaba con todas sus fuerzas pidiendo ayuda. «No podía moverme; oía cómo la gente esquiaba sobre mí y la nieve, con su peso, se iba compactando y cada vez me costaba más trabajo respirar», recordaba ayer el joven monitor.
El peso de la nieve y lo aparatoso de los esquís impedían a Jaime Fuertes poder excavar para salir. Justo cuando intentaba sacar un bastón a la superficie para hacerse visible, otro monitor, el leonés Luis Suárez, pasaba por la zona y escuchó los gritos de su compañero, sin saber que se trataba de él. Suárez pidió ayuda a la caseta del telesilla biplaza de Cebolledo y algunos «pisteros» bajaron hasta la zona del alud para ayudar al leonés a desenterrar al joven llanisco, que estaba a punto de perder el conocimiento.
Precisó de una reanimación urgente, pero la rápida actuación de sus compañeros impidió que necesitase siquiera ser hospitalizado. Fuertes quitaba importancia ayer a lo sucedido y a la pregunta de si pasó miedo contestaba: «Los nervios me lo impedían».
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