A falta de tres días para que el calendario blanco deje caer su última hoja, las estaciones de esquí alpino de Aragón hacen balance de la temporada que termina.
Todas coinciden en calificarla de "buena" y "muy positiva", si bien el mal tiempo, hostil en algunas fases del invierno -como corresponde-, ha escrito la nota negativa, ya que las instalaciones se han visto obligadas a suspender sus servicios en más ocasiones de las deseadas.
El éxito cosechado se debe a la masiva afluencia de visitantes, atraido por elmagnífico nivel de espesores que los centros han registrado. Además, la temporada que ahora concluye se recuerda como una de las más largas de la historia, puesto que desde los últimos días de noviembre hasta las mismas fechas de abril, las estaciones han completado cinco meses de plena actividad.
El hecho de que las vacaciones de Semana Santa de este año fueran ubicadas a finales de abril, coincidiendo con el término de la campaña, ha disminuido -aunque mínimamente- el interés de los aficionados, que han mirado hacia las playas y costas españolas a la hora de elegir destino.
Del mismo modo, esta circunstancia ha imposibilitado que los centros posean datos globales de todo el invierno. De ahí que las estimaciones efectuadas, aunque son lo más aproximadas a la realidad posible, carezcan de cifras concretas.
Paradójicamente, el hecho de que la temporada 2002-2003 deje ya de latir significa comenzar a trabajar en la campaña estival -muy atractiva también en todos los enclaves montañosos de la Comunidad- y, aunque en un horizonte algo más lejano, en el ejercicio del próximo invierno. Fuertes inversiones en maquinaria, instalaciones, sistemas de innivación artificial o proyectos de ampliación del dominio esquiable constituyen los retos de las estaciones aragonesas, cuya finalidad recae en conseguir la satisfacción del cliente y su fidelidad.
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