Faltan siete minutos para que el reloj dé las doce del mediodía en Astún. El sol luce en lo alto como si fuera primavera, aunque el calendario muestre la hoja de marzo. Los espesores registran números de infarto. En el telesilla de "Truchas", uno de los más concurridos de la estación por la amplitud de sus pistas y lo divertido de sus toboganes, apenas cuatro personas esperan en la fila para emprender el viaje hasta la cima. Al echar una ojeada al resto de los remontes de la estación, el paisaje es igual de escueto. ¿La razón? Es jueves, un día perfecto, entre semana y no festivo, para gozar del esquí sin atascos en los accesos, aglomeraciones en el aparcamiento, agobios en las taquillas o filas en los remontes. Y aunque el deber manda y las obligaciones laborales se convierten en el principal obstáculo para escaparse hasta la montaña entre semana, cada vez son más los privilegiados que se las ingenian para hacerlo.
Desde las estaciones aragonesas, evidentemente, se percibe la diferencia entre un martes y un sábado. En Astún, por ejemplo, apuntan que, mientras en un fin de semana normal se recibe la visita de unas 6.500 personas, cualquier día entre semana esa afluencia se rebaja hasta las 1.500. Por su parte, Candanchú se mueve en baremos parecidos. Para registrar estos datos y poder analizarlos en busca de mejoras en la atención al cliente, en Candanchú -como en el resto de los centros invernales- se realizan alrededor de 200 encuestas al mes -25 cada sábado y otras 25 cada domingo-. De ellas se obtienen referencias de la edad, la procedencia o la opinión de los usuarios acerca de las instalaciones o las prestaciones que ofrecen las estaciones. Gracias a ellas, por ejemplo, en Candanchú se han percatado del flujo de franceses en los pasados días de carnaval, o de la cada vez más frecuente llegada de esquiadores portugueses.
Las dos estaciones del Valle del Aragón han aprovechado su proximidad para retomar esta temporada el "Ski Bus", un servicio de autocar desde Zaragoza que acerca el Pirineo a aquellos amantes del esquí que no disponen de un medio de transporte propio o, simplemente, prefieren la comodidad de que la lleven y la traigan.
De este servicio es habitual usuaria Marta, una estudiante zaragozana de 22 años, aunque en esta ocasión ha hecho otra elección. "Acabamos de terminar los exámenes y cuatro amigas hemos alquilado un coche y nos hemos venido unos días al Pirineo, porque una de nosotras tiene casa en la zona y somos aficionadas al esquí", explica mientras repone fuerzas en la cafetería de Sarrios, en Astún.
Otra de las estaciones favoritas de Marta y sus compañeras es Formigal, pionera en ofrecer el servicio de "Bus Blanco". Desde este enclave del Valle de Tena se indica que la procedencia más común de los visitantes es la propia comunidad aragonesa, seguida del País Vasco, Navarra y Madrid. En cuanto a los desplazamientos sin pernoctación -es decir, los que se producen entre semana-, los madrileños pierden presencia y la ganan los esquiadores de regiones colindantes. Suelen ser aficionados de 25 a 40 años que se desplazan en grupo de amigos o que poseen algún tipo de vínculo familiar entre ellos. su poder adquisitivo es medio-alto y muchos de ellos son propietarios del abono de temporada, que intentan amortizar siempre que pueden.
En Cerler, la situación es algo diferente. La estación del Valle de Benasque recibe menos visitantes entre semana para disfrutar de una jornada puntual, pero sí desplazamientos que se prolongan durante varios días y que conllevan la contratación de alojamiento en la zona.
El "hombre del tiempo" e Internet se convierten en armas imprescindibles para los aficionados que esquían entre semana. Gracias a ellas, pueden escoger, con la mayor antelación posible, la jornada ideal según la previsión meteorológica y, así, evitar que las nubes o la ventisca les obliguen a emprender el camino de regreso a casa antes de hora. Pero si usted no es uno de ellos y se tiene que resignar a disfrutar de la nieve los fines de semana, consuélese pensando en que los excelentes espesores que hay actualmente no cambian en dos días.
Las condiciones que rodean al esquí entre semana lo convierten en una actividad enormemente apetecible. Tanto que, quien prueba, se engancha.
Aspecto que la zona del Ampriu, en Cerler, mostraba el pasado 14 de febrero. Entre semana, los remontes no registran las largas filas del fin de semana.
Fuente: