Llega el final de temporada. La cosa por nuestras montañas está más justa que de costumbre y decidimos volver con la familia a los Alpes. Tras algunas conversaciones con Nacho de Alpeski, en la que comentamos nuestras preferencias, el destino elegido es Val d'Isère. Un acierto total. Más adelante publicaré un artículo completo sobre esta estación y el pueblo que la acoge.
Cuando haces un viaje de esquí, unas veces tienes suerte y otras no. Al final es como en tu estación habitual, tienes que ir muchas veces para que, de vez en cuando, salga uno de esos días épicos.
Y casi siempre que pensamos en un viaje de esquí, lo imaginamos en pleno invierno. Pues bien, pasar de las temperaturas casi veraniegas de nuestras latitudes a una Semana Santa en la estación de Val d'Isère en la que hemos tenido hasta una buena nevada, ha sido la mejor manera de acabar la temporada. Un esquí de primavera con mucha altura que lo hace muy interesante. Porque tiene la luz y temperatura de esta época, pero con una nieve que puede estar perfecta.
Hay que poner las cosas fáciles en casa, así que estábamos alojados en un hotel desde el que llegábamos esquiando a Solaise y Olympique, los dos remontes principales que salen del pueblo.
La estación nos recibía con estas imágenes:

Un sol radiante y unas condiciones de nieve espectaculares, quizás las mejores que hemos esquiado esta temporada.



Unas vacaciones con estas condiciones ya serían una maravilla, pero las cosas iban a cambiar ligeramente...

Así empezaba el día...


Ya vendríamos en otro momento, que había trabajo por hacer
En Val d'Isère se respira competición. En estos días estaba teniendo lugar La Scara, la que se considera como los campeonatos del mundo para U14 y U16, con unos 1500 participantes de más de 30 países.

Y también ellos tuvieron que lidiar con la nieve.

A mediodía el sol se dejó ver tímidamente y alternaba con algo más de nieve. Y cómo no, también nos pasamos por la vecina Tignes y su glaciar de La Grand Motte.

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Tuvimos que correr para llegar a tiempo al pueblo de Val d'Isère. Justos, pero sí. Un día de lujo, esquiando bajo la nieve y con palas muy interesantes.
Por la tarde, seguía nevando, así que había que prepararse para estar bien pronto al día siguiente. No lo sabíamos, aunque se intuía que lo mejor estaba por llegar.

Y el día no defraudó. Amaneció con un sol radiante que no nos dejaría hasta el final. Y tras la nevada, había mucha tela que cortar. Prácticamente todo el día abriendo traza. Una locura...

Subiendo la cabina Solaise a primera hora
La zona elegida iba a ser Solaise, entre los remontes Glacier, Datcha y Cugnaï, así como el telesquí TK3000.

Las pistas estaban impecables

En condiciones normales, una situación así duraría menos de 1h, pero aquí, quizás porque había mucho pastel y éramos pocos en la estación, pero la cosa se alargó muchas horas. Siempre había un hueco por estrenar.

Hay tanto terreno por explorar y tan evidente, que es muy fácil encontrar tu sitio

¿Se puede pedir más?


A veces hay que caminar un poco para encontrar esa traza por abrir. Buscando petróleo a la derecha del TK3000.



Parada técnica en La Ferme de l'Arsellaz, a la que solo se accede esquiando por detrás de la estación
Un día de esos que soñamos todos y que de vez en cuando, se cumplen. Cuanto más esquías, más fácil es que te toque.
Tras este festival de powder, lo que vino después fue un esquí de pista fantástico para despedir unas vacaciones de Semana Santa que costarán de olvidar.


Se acabron estos cuatro días en Val d'Isère. Un pueblo con encanto, buen ambiente, muchísima oferta para hacer de todo, altura que garantiza nieve toda la temporada y un dominio esquiable que no te lo acabas. ¡Volveremos!

¡Hasta la próxima, Val d'Isère!
Lo peor o lo mejor de todo esto, es que mentalmente sigo en plena temporada, pero en cambio, no he podido ni despedirme de Masella y La Molina. Pero bueno, vamos con el buche bien lleno para poder aguantar hasta la próxima temporada.
A los que seguís en pie, que tengáis un buen final de fiesta y al resto, a prepararse a tope para la siguiente.